Elizabeth Morales, diputada del PT. Dice que va a trabajar para el pueblo. ¡Sí, cómo no! Quiere, a su manera, recuperar el patrimonio que derrochó en francachelas
Elizabeth Morales no es petista, no la dejaron ser morenista y hace rato que dejó de ser priista. Ahora llega al Congreso local como diputada de un partido que la repudia, pero se tienen que aguantar los militantes del Partido del Trabajo en Veracruz. ¡Ni modo que Vicente Aguilar devuelva el dinero que le dieron por la compra de esa curul! Porque no se entiende de qué otra manera Elizabeth Morales llegó a ser militante del PT. En fin, ya con la constancia en mano Elizabeth llega con el siguiente cuento: “Voy a trabajar con el pueblo, para el pueblo y por el pueblo”. ¡Sí, cómo no! Nos comentan sus allegados, que son muchos, que a la señora ya se le andaba acabando el patrimonio. ¡Y cómo no! Si era común ver a la señora Morales en las fiestas retro de la Séptima Estación, rodeada de bellas amigas a quienes les “disparaba” lo que se les antojara, la botella más exótica, el platillo más caro de la carta. En algún momento la señora Morales quiso poner su escuela, para aprovechar un poco el dinero que obtuvo cuando fue alcaldesa y diputada federal. Pero como si llevara encima toda la sal del mar, cuando estaba iniciando actividades su escuela, ubicada atrás de Plaza Calabria en Xalapa, le cayó la pandemia y se vino todo abajo. No le quedó de otra que salirse del negocio de las escuelas particulares; hasta hace poco andaba rematando el edificio donde tenía alojada su escuela. Por eso decimos que la señora anda medio quebrada y quiere (por eso compró la diputación) recuperar muy a su manera el patrimonio perdido. “Voy a trabajar para el pueblo”, dice. A otro perro con ese hueso. La señora quiere recuperar el patrimonio perdido; un patrimonio que perdió como el “hijo pródigo” de la parábola de Jesús, en puras fiestas, amigas y francachelas. Lo mejor será que en el Congreso no le quiten la vista de encima.
Algo huele a podrido en Poza Rica. Secuestran a Carlos Escudero, director de Protección Civil. Antes habían secuestrado al jefe de inspectores de Comercio
Ya son varios levantados en Poza Rica, varios funcionarios privados de su libertad. Hace unos días se reportó la privación de libertad de Rodrigo Alejandro Caballero, jefe de inspectores de Comercio y de Pierre Guerrero, exdirector de Limpia Pública. Esta vez se reporta el secuestro de Carlos Escudero, director de Protección Civil de Poza Rica, donde gobierna el gordo Remes, amigo personal de López Obrador. De acuerdo con informes periodísticos, el secuestro de Carlos Escudero ocurrió sobre el Bulevar Central Poniente, a la altura de la Colonia Anáhuac. Carlos Escudero fue interceptado y bajado del vehículo oficial en el que transitaba. Al director de PC los subieron a bordo de otro vehículo, en el que se lo llevaron sin dejar rastro. La camioneta de Protección Civil quedó abandonada a mitad de la calle. Los testigos de los hechos de inmediato llamaron a los números de emergencia. Sin embargo, cuando llegó la policía ya no había rastro de los secuestradores ni del secuestrado. Ante esta situación surgen varias preguntas: ¿Qué es lo que está pasando en Poza Rica? ¿Por qué los miembros del crimen organizado están sobre los funcionarios municipales? ¿Qué explicación ha dado Fernando Luis Remes Garza, alcalde de Poza Rica sobre estos secuestros? ¿Qué pactos no se cumplieron?
Que la muerte del alcalde de Chilpancingo fue por broncas y venganzas de Los Tlacos y Los Ardillos. Antes ya habían asesinado a otros dos
Guerrero es territorio de los narcos, de los grupos que apoyaron a los actuales alcaldes y a la gobernadora Evelyn Salgado. Quien no lo quiera ver así, no conoce la historia de este país de los últimos seis años. En Chilpancingo, capital de Guerrero, el asesinato de funcionarios públicos, entre ellos alcaldes, tiene una explicación siniestra y lógica. Señala el periodista Héctor de Mauleón que la muerte de Alejandro Arcos, alcalde de Chilpancingo, se debió a las broncas y venganzas entre Los Tlacos y Los Ardillos, los dos grupos del crimen organizado que controlan la zona. Ulises Hernández Martínez era la persona designada para ocuparse de la Seguridad Pública, una posición ganada por Los Ardillos. Pero días antes de ser designado lo asesinaron; su muerte se achaca a Los Tlacos. Fue por ellos que quien habría de ser el nuevo secretario del Ayuntamiento, Francisco Gonzalo Tapia Gutiérrez, fue asesinado, esta vez el crimen se achaca a Los Ardillos, en venganza por la muerte de Hernández Martínez. Héctor de Mauleón explica que Alejandro Arcos llegó al gobierno de Chilpancingo de la mano de Los Ardillos, obvio Los Tlacos no iban a dejar que llegara a la cabecera del gobierno, por ellos lo asesinaron, por ellos dejaron su cabeza cercenada sobre el toldo de una camioneta, para dejar claro quién manda en Chilpancingo. ¿Qué siguae? Pues la venganza de Los Ardillos.
Armando Ortiz Twitter: @aortiz52 @lbajopalabra