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Una semana, un alcalde decapitado

by Mussio Cárdenas

Sheinbaum, pasmada ante la violencia  * Un mensaje brutal del crimen  * Y una respuesta tibia e infame  * Estrategia de seguridad, copia de la de AMLO    * PRI, en fase terminal  * Balacera en Tuxpan y el alcalde recibe premio  * Pozos, subsecretario de Gobierno  * Cáceres sabe más corruptelas de Amado

 

MUSSIO CÁRDENAS ARELLANO

 

Publicada en mussiocardenas.com

9 de octubre de 2024

 

Siete días y la nave de Sheinbaum ya hace agua. Decapitan a un alcalde, ejecutan a un líder ganadero, levantan y asesinan a cinco jóvenes en Hidalgo, el Ejército mata a seis migrantes. Y la presidenta aferrada a la estrategia de inseguridad.

Y como arrecia la revuelta contra la reforma judicial, aprieta y luego matiza.

Y los de Ayotzinapa acusan que López Obrador les mintió y Claudia no se inmuta.

Y detona el escándalo cuando Sheinbaum, la feminista, la digna, ya presidenta, besa la mano del senador Manuel Velasco, El Padrino.

Mal augurio, dicen los que creen en la cábala y el misterio, en la suerte y el destino.

Son sólo siete días y esto pinta mal. Al discurso de los “abrazos, no balazos” lo mata la realidad, el estruendo de las “cuerno de chivo”, la saña de los sicarios que cortan cuellos desangrando a sus víctimas sin mostrar un ápice de piedad.

Claudia Sheinbaum delirando, amansada, doblegada, refrendando que la violencia no se combate con violencia, siguiendo el rollo megalómano de Andrés Manuel López Obrador con el que encantó a los cárteles, y en Chilpancingo, Guerrero, la muerte llega con extrema brutalidad.

Al alcalde que derrotó a Morena, Alejandro Arcos Catalán, lo levantaron y lo hallaron sin vida, su cabeza cercenada sobre el cofre de una camioneta, su cuerpo en el asiento de copiloto, mensaje implícito de que la violencia manda, sacudiendo a toda la nación.

Aún no asumía el cargo Arcos Catalán cuando ya le habían matado a Ulises Hernández Martínez, quien sería su secretario de Seguridad Pública Municipal. Y llevaba tres días en la alcaldía, el 3 de octubre, cuando fue ejecutado el secretario del ayuntamiento, Francisco Gonzalo Tapia.

Y luego fueron por él. Lo citaron, no cedió y Alejandro Arcos apareció decapitado.

Su pecado fue no pactar. Su pecado fue arrebatarle a Morena, el partido de los narcos, la capital de Guerrero. Su pecado fue ser candidato del PRIANRD por el que el pueblo votó.

Arcos Catalán no fue como su antecesora, la morenista Norma Otilia Hernández, cómplice de los criminales, la que apareció en un video tomando café y dialogando con Celso Ortega, uno de los capos del grupo delincuenciall Los Ardillos. Después de aquel funesto episodio, Morena se tardó 14 meses en expulsar a Norma Otilia.

La muerte de Arcos Catalán es un mensaje siniestro de quienes operan en el lado negro del poder. O actúan como los de Morena, pactando con narcos, huachicoleros, secuestradores y extorsionadores, o los aniquilan.

El mensaje es brutal. Y que lo entienda Sheinbaum. Y que lo entiendan los generales y los marinos. Y que lo sepan todos. El poder del crimen organizado no va a ceder.

Y la respuesta de Sheinbaum no es tibia; es infame. El policía Omar García Harfuch, secretario de Seguridad federal, lo explica con maña. El alcalde de Chilpancingo acudió sin escoltas a una reunión con narcos y hoy está muerto. O sea, él se lo buscó.

Arcos Catalán había pedido protección oficial. Lo dijo en una entrevista de radio. Lo hizo público tras varios intentos de hablar con la gobernadora Evelyn Salgado, quien nunca le tomó la llamada. Se cobijó en el Ejército y la Guardia Nacional. Ahora García Harfuch niega que haya solicitado un operativo que le salvara la vida.

Y Sheinbaum sigue pasmada. Su plan de seguridad es más de lo mismo. Que si atacar las causas de la delincuencia, que si fortalecer a la Guardia Nacional, que si usar la inteligencia y no la fuerza, que si coordinarse con fiscalías, policías estatales y municipales. Y que no volverá la guerra contra las drogas de Felipe Calderón. El mismo guión de López Obrador.

Sheinbaum no está a la altura. El crimen de Arcos Catalán es brutal y merecía una toma de posición digna de una jefa de Estado. Pero no. Prefirió seguir en la zona gris, en su mediocridad política, en la inacción, con su cara de ausencia y voz aguada.

La decapitación de Arcos Catalán indignó a la sociedad, a la de Guerrero y a la de México entero. Los matones cruzaron la línea. Arcos es el primer alcalde de capital de estado asesinado. Y es el primer político en ser decapitado. Los matones, por si Sheinbaum no lo asimila aún, ponen a prueba el poder presidencial.

Lo menos que debió hacer, fue responder con la fuerza del Estado, sin miedo a los capos, sin que le tiemblen las piernas. Fue tibia. No fue estridente. No lanzó una consigna. No sentenció a los criminales ni ofreció una embestida sin precedente para pacificar al país.

La blandengue Sheinbaum, la callada súbdita de Andrés Manuel López Obrador sigue la estrategia del caos, la suavidad con la delincuencia, la entrega de los territorios a los generadores de terror.

Chilpancingo es tierra de narcos. La capital de Guerrero es feudo de cárteles. Ahí mandan Los Ardillos y Los Tlacos. Cogobernaron con Norma Otilia Hernández y cogobiernan con Evelyn Salgado, hija del senador Félix Salgado Macedonio y ex nuera de Alonso Piedra, lavador de dinero del Cártel de los Beltrán Leyva.

Ahí dejaron cinco cabezas frente a la alcaldía, vehículos quemados, choferes asesinados, arremetiendo contra el Congreso, el Tribunal Superior de Justicia. Y ningún capo cayó.

Morena es sinónimo de narcoelecciones, de narcogobierno y de narcoestado.

Trompicado, pues, el arranque de sexenio. Sinaloa es tierra de nadie, los Chapitos contra la Mayiza y el gobernador Rubén Rocha Moya, acusado de ser una pieza del narco, beneficiario de una narcoelección. Y Sheinbaum expresándole públicamente su respaldo.

Otro crimen. Acribillan al líder ganadero, Faustino Hernández Álvarez, ligado a Ismael “El Mayo” Zambada. Fue diputado local priista y al final Morena lo purificó. La periodista Anabel Hernández lo ubica como operador financiero de “El Mayo”. Su asesinato revela vínculos del Cártel de Sinaloa con políticos de Morena.

Un caso más. Cinco jóvenes son levantados en Pachuca, Hidalgo, y aparecen ejecutados. A dos de ellos se les halló en una fosa clandestina.

Otro evento. Letal como es, el Ejército hace lo suyo. Y lo suyo es matar. No pregunta, dispara. No razona, extermina. Y sólo porque no se detuvieron en un retén, lanza una descarga mortal. Asesina en un camino de Chiapas a seis migrantes, dos de ellos niños. 

Hay fuego pero la presidente con A, Claudia Sheinbaum, no lo ve. O lo ve y se hace. O está alelada, con la lengua congelada, impactada sin saber qué hacer.

Hay fuego en Chilpancingo, en Sinaloa, en Hidalgo, en Chiapas, en Guanajuato, en Veracruz, en Zacatecas, pero Sheinbaum mantendrá la estrategia de inseguridad.

Quizá reaccione cuando supere los 200 mil asesinatos de Andrés Manuel. O quizá no reaccione jamás.

Van siete días y no pinta bien.

 

METADATO

 

El PRI entró en fase terminal. La reelección de Alejandro Moreno, avalada por el Tribunal Electoral (Obradorista) del Poder Judicial de la Federación, es la estocada final. Si no se murió el 2 de junio, barrido en la elección federal pese a su alianza con el PAN, perdiendo 2 millones de votos respecto a 2021, todo indica que perderá el registro en 2027, desdeñado por un electorado que repudia su oferta política, que lo asocia con la peor corrupción, que ve a una pandilla enquistada en la cúpula nacional –Alito Moreno y sus secuaces–, secundada por pandillas menores en los comités estatales –Fofo Ramírez, esposa y cómplices en Veracruz–, a los que sólo los mueve el poder por el poder. La reelección de un sátrapa con historial de corrupción, soberbio y engreído, cínico superlativo, de lenguaje soez y altanero, acelera la metástasis, la repulsa social. Manlio Fabio Beltrones, senador sonorense, ya anunció que no trabajará con la dirigencia de Alito Moreno; el siguiente paso será la renuncia al PRI. Se irán otros, de renombre y del montón, en la medida en que consolide el nuevo partido político, la fusión del Frente Cívico Nacional y otras fuerzas políticas. Al final, Alito y su pandilla se quedarán sólo con el cascarón. Eso quisieron; eso tendrán… Balacera en Tuxpan le sirve al alcalde Pozos para ser subsecretario de Gobierno de Veracruz. Cimbraron los disparos a los tuxpeños; corrían unos, se atrincheraban en sus casas otros; un ir y venir de autos huyendo del lugar donde los malosos se trenzaron a balazos. La colonia Jardines se estremeció. Los videos mostraban a tipos lanzando disparos, respondidos por otros delincuentes. No, no era Culiacán, Sinaloa, ni eran los Chapitos contra los Mayitos. Eran malosos que hacen de las suyas en Tuxpan, tierra de Reyes Heroles y de Enrique Rodríguez Cano, tierra de gente buena y trabajadora, pero donde hay ausencia de gobierno y vacío de autoridad. Y horas después, el alcalde morenista José Manuel Pozos Castro, es designado futuro subsecretario de Gobierno en el régimen que encabezará la zacatecana Rocío Nahle García. Pozos, que fue una nulidad en el Congreso de Veracruz, que intentó reelegirse como presidente de la Mesa Directiva y tácitamente lo echaron los morenistas pues en ese entonces era del Partido del Trabajo. Pozos es de los que viven en la realidad alterna, los que viendo la realidad violenta dicen que todo está bien. Así su balance luego de la balacera en Tuxpan. “Está tranquilo”, expresó. Y con esa frescura Rocío Nahle, la no veracruzana, lo designa subsecretario de Gobierno. Como si la balacera fuera un mensaje y a Pozos lo tenía que designar para ser el centinela del futuro secretario de Gobierno, Ricardo Ahued. O porque su padrino fue –o es– Alberto Anaya, líder nacional del PT y amigo fraterno de Andrés Manuel López Obrador. La mafiocracia en todo su esplendor… Todo listo para el nuevo bombazo periodístico de Jorge Cáceres. Que habrá detalle de las corruptelas del alcalde Amado Cruz Malpica; nombres, montos y la mecánica seguida en la asignación de contratos a los favoritos del clan Nahle-Peña, o sea la futura gobernadora espuria y marido rapaz, José Luis Peña Peña. Que Jorge Cáceres se reservó material para ir desollando vivo al alcalde de Coatzacoalcos. Que Costa Veracruz, su portal, tiene más, mucho más. Pero hay quien dice que la misma tarde en que reveló la denuncia de la síndica Ana Bertha Hernández Aguilar en torno a los trastupijes de Amado Cruz –contratos fuera de norma, licitaciones fraudulentas, obras fuera de autorización, pagos irregulares–, Cáceres decidió no continuar. Ojalá no sea así. Y de serlo, ¿por qué?…

 

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