Se reservará el derecho a tragar camote

 La rabieta de Rocío Nahle contra el pacto AMLO-Yunes  * “En Morena, nos reservamos el derecho de admisión”  * Y reta a Sheinbaum  * Cree que no le aplicarán la revocación de mandato  * Que el PRI puede ganar sin aliarse con el PAN; Fofo enloqueció  * En Puente Nacional, alcalde le valió no dar el Grito

 

MUSSIO CÁRDENAS ARELLANO

 

Publicada en mussiocardenas.com

26 de septiembre de 2024

 

Herida de muerte, Rocío Nahle no digiere el pacto López Obrador-Yunes, ni ver a Chiquiyunes tras las faldas de Sheinbaum, ni el operativo que da impunidad a quienes la masacraron en la campaña por el gobierno de Veracruz.

No asimila que los detractores de Andrés Manuel –“loco, vividor, corrupto, viejo guango”, solían decirle– le hayan dado el voto traidor con el que pasó la reforma judicial.

Y no concibe, peor aún, al obradorismo rendido a los pies de los Yunes del Estero, a sus nuevos cómplices, a Miguel Ángel Yunes Márquez acordando con la bancada de Morena en el Senado y tocando las puertas del partido de López Obrador.

“En Morena nos reservamos el derecho de admisión”, espeta la gobernadora electa, intentando atajar la inminente llegada de los Yunes guindas.

“Nos reservamos el derecho de admisión en Morena –refuerza su corifeo mayor, el líder del Congreso de Veracruz, Juan Javier Gómez Cazarín–. Y lo vuelvo a repetir: amigos, no somos. La situación por la que ellos, Miguel Ángel Yunes y su hijo, hayan votado son decisiones de ellos”.

Y del pacto de impunidad, apunta Gómez Cazarín:

“Que ellos hayan decidido allá, pues es otro tema”.

Y su prensa se vuelve loca, deslizando que el pacto de AMLO, los Yunes, Sheinbaum y Adán Augusto no pasa por Veracruz, ni le abre las puertas de Morena, ni tendrán candidaturas, así sea por el Partido Verde o por el Partido del Trabajo.

Pues no. En Morena, ha de entender Rocío Nahle, no mandan los peones sino los dueños.

Y ha de comprender que de no ser por el voto traidor de Chiquiyunes, el mayor proyecto de López Obrador, la reforma al Poder Judicial, que es la destrucción de la división de poderes en México, habría fracasado.

Nada así, con esa dimensión, le dio nunca Rocío Nahle al Peje. Ni los dineros ilegales en campaña –“la que le acerca los dineros”, acusó la ex diputada Eva Cadena Sandoval–, ni la refinería en Dos Bocas, ni la Ley Eléctrica, ni la compra forzada de las plantas de Iberdrola.

La reforma judicial representa todo para Andrés Manuel. Valía todo un sexenio, un golpe artero a la democracia, y lo consiguió.

Aturdida, impolítica, Nahle se exprime el hígado disparando hiel. Suelta frases amenazantes –”nos reservamos el derecho de admisión”– y se imagina midiendo fuerzas con su mentor. La soberbia es atrevida.

Mueve al Partido Verde donde Marcelo Ruiz, el líder de oropel en Veracruz, la secunda.

“No vemos ninguna posibilidad ni condición política. Políticamente no tenemos coincidencias”, dice Ruiz.

“Lo hemos demostrado en las elecciones de 2016, 2017, 2018, 2021 y 2024 y no podría ser diferente ahora; mucha militancia del partido que hoy son electos y la propia gobernadora electa, así lo han manifestado y los respaldamos”.

Pero Marcelo Ruiz es nada en el PVEM. Ni Javier Herrera Borunda, hijo del ex gobernador Fidel Herrera Beltrán, tiene poder absoluto. Con trabajo logra una diputación por la vía plurinominal. No tienen nivel.

En el Verde manda la mafia ex priista y Manuel Velasco, ex gobernador de Chiapas, un corruptor profesional, el de los sobres amarillos con dinero ilegal, vía David León, para Pío y Martín, los hermanos de López Obrador. Manuel Velasco, al que se ve amigable, cortés, comedido con Chiquiyunes en el Senado.

Al exabrupto de Nahle no respondió el mesías macuspano. Lo hicieron Adán Augusto López Hernández, líder del Senado, y la presidenta electa, Claudia Sheinbaum. Una reunión, un saludo, una sonrisa, una fotografía viralizada en redes sociales. Y el escándalo arreció.

Y vino el balconeo de Chiquiyunes con Morena. Admitió que acudía a las reuniones de la bancada obradorista. Eso, mientras reclama su derecho a permanecer en el Partido Acción Nacional donde enfrenta un proceso de expulsión por su voto traidor a favor de la reforma judicial.

Otro día le dieron la secretaría de la Comisión de Justicia del Senado, que preside el ex panista Javier Corral, ex gobernador de Chihuahua. Ambos tienen orden de aprehensión. Qué detallazo.

Y entonces se impuso de nuevo la víscera de Rocío Nahle. Viendo cómo López Obrador, Claudia Sheinbaum y Adán Augusto López Hernández purifican a Yunes Márquez y por extensión a su papá, Miguel Ángel Yunes Linares, jefe del clan, vuelve a retar.

“Si los Yunes entran, yo renuncio a Morena”, dijo a su círculo cercano, según refiere el columnista de El Universal, Salvador García Soto.

Y lo redondeó. Asumirá la gubernatura de Veracruz, renunciará a su militancia y se declarará gobernadora independiente.

Como se le vea, es un reto a su mentor y a la presidenta electa, cuyo mandato inicia el 1 de octubre.

Es un reto, también, a Adán Augusto, el motor del pacto Yunes-Morena en el Senado para lograr la reforma judicial.

Nahle juega con fuego. Ha de olvidar que la Auditoría Superior de la Federación se mueve a ritmo presidencial, que las obras en Dos Bocas están observadas, que son casi mil millones de pesos de posible daño patrimonial.

Ha de olvidar que enfrenta 39 denuncias penales, las de la refinería de Dos Bocas y las de enriquecimiento ilícito, omisión en su declaración patrimonial, tráfico de influencias.

Ha de olvidar que su caso está impugnado, que aún no resuelve el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que hay pruebas supervinientes que no tomó en cuenta el tribunal estatal, entre ellas la pérdida de un millón de boletas de electorales que el Órgano Público Local Electoral no pudo explicar. Y que la gubernatura se le puede caer.

Ha de olvidar que dos años después de asumir la gubernatura, se debe someter a la consulta sobre revocación de mandato. Y que siendo “independiente”, las bases morenistas votarían para echarla del poder.

La tripa de Rocío Nahle está fuera de control. La lengua no conecta con el cerebro. La esquizofrenia va en aumento, desquiciada por el affaire Yunes-López Obrador.

La herida está abierta. Nahle no supera que los autores intelectuales de la “guerra de lodo” en la campaña por el gobierno de Veracruz hayan terminando en el ánimo, por marrulleros y por cínicos, de López Obrador.

Pero al final, no se va a reservar el derecho de admisión en Morena. Se tendrá que reservar el derecho a tragar camote.

Y si sabe algo de supervivencia política, tendrá que dejar de retar a Claudia Sheinbaum.

 

METADATO

 

Al Fofo le gusta meterse el pie. Don Adolfo Ramírez Arana, presidente del PRI en Veracruz, pregona que lo de la alianza con el PAN está en veremos y que el PRI puede ganar solo en las elecciones municipales de 2025. Obvio, provocó ataques de risa aquí, allá y acullá. Deshecho, fracturado, sumido en un desprestigio brutal, el PRI es un zombie tipo Walking Dead, tan muerto que ya apesta, pero se mueve. Si aliado con el PAN sufrió una derrota estrepitosa el 2 de junio, solo corre el riesgo hasta de perder el registro. Y el Fofo suelta otra: el PRI no se cierra a darle candidaturas a morenistas que no sean tomados en cuenta en Morena. O sea, que pasen los morenistas, se agandallen las candidaturas, ganen las alcaldías veracruzanas y luego trabajen para Morena… En Puente Nacional tampoco hubo Grito. Por enésima ocasión, no le alcanzan los dineros al alcalde Roberto Montiel Montiel, hermano de Marcelo, ex presidente municipal de Coatzacoalcos, pero sí los hay para el certamen nacional de trajes típicos. No festeja el evento más cívico de mayor importancia para los mexicanos pero sí le invierte a otros de menor relevancia. Roberto Montiel, alcalde de Puente Nacional, emanado del bloque Morena-Verde, muestra desdén por la mexicanidad. Don Anticívico se regodea en los certámenes de fisicoculturismo, el músculo trabajado en el gimnasio y hasta el que se construye con sustancias más allá de lo legal. Ya es su tercer año en la alcaldía de Puente Nacional, municipio cercano a Xalapa, y la mayor fiesta cívica le volvió a importar un bledo…

 

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