“Dictador, dictador”… y el botellazo que zumbó a López Obrador

 Repudio de empleados del Poder Judicial  * El antijuarista en la casa donde vivió Benito Juárez, en Veracruz  * Agrio final de Andrés Manuel en tierra jarocha  * Síndica desnuda la corrupción del alcalde de Coatzacoalcos  * Atentado a operador de Vasconcelos al que luego señalan de extorsionador

 

MUSSIO CÁRDENAS ARELLANO

 

Publicada del mussiocardenas.com

24 de septiembre de 2024

 

Agrio final del Peje en Veracruz, repudiado con gritos de “dictador, dictador”, la repulsa de los trabajadores del Poder Judicial y un botellazo que no dio en su humanidad pero que sintetiza que quien siembra ira, cosecha rencor.

Final amargo, más de una botella de agua que voló cerca, y los huevos y el plátano, sino por el repudio y el coro que le daba al autoproclamado presidente más querido y popular el sello, el rango, la etiqueta de dictador.

Y la reacción del vesánico Andrés Manuel. La soberbia del que se siente herido y vulnerado, el puño en alto, la marca del poder. Sí, mucho poder pero confinado a la condición de dictador.

Descendió de la camioneta oficial. Apenas si saludó a Cuitláhuac García, su engendro –suyo y de Rocío Nahle–, el que deja un desastre en Veracruz. Y ve venir los proyectiles. Y se alteran los navales que lo circundan, y se mueven los de la “ayudantía”, y los policías vestidos de civil, infiltrados entre la gente que supuestamente tendría que aclamar al primer porro de la nación.

El ataque, como arma, es inofensivo. Pero es un mensaje. Es el repudio social al abuso y atropello, al agandalle de haber cooptado al Poder Judicial, no por hacer justicia sino como forma de control político, la destrucción de la división de poderes, la extinción de los órganos autónomos, las ínfulas de un azotado que se imagina que imponer es gobernar.

Y su respuesta no es respuesta. López Obrador reacciona. Lo único que le queda es alzar el brazo y mostrar el puño. Le brota lo facho. El puño como forma de poder. El puño por no tener qué decir. Un puño que no acalla el coro con el que va a soñar: “dictador-dictador, dictador-dictador, dictador-dictador”.

Frente a la repulsa, Andrés Manuel ingresa a la casa en que habitó Benito Juárez, en el centro histórico de Veracruz. Pero afuera los empleados del Poder Judicial no bajan la guardia.

Y la violencia estalla protagonizada por los porros de Morena. Increpan a los empleados del Poder Judicial. Amagan y amenazan. Se ve fuera de sí a Jorge Cedillo Guevara, porro-perro del diputado José Ruiz Carmona, alias “Pepín”, un ex adorador del ex gobernador priista de Veracruz, Fidel Herrera Beltrán; “Pepín” ahora converso a Morena.

Cedillo lanza una botella de agua contra los que protestan. De ahí a que minutos después se viralizara que fue el porro quien lanzara el proyectil contra López Obrador. Cedillo tuvo que desmentir y terminó peor. Se incriminó admitiendo que participó en los actos de violencia.

Cedillo es un malandro guinda. Es un agitador profesional, como apunta Armando Ortiz, periodista y escritor, director del portal Libertad Bajo Palabra, premio nacional de Periodismo. Fungió como delegado de Política Regional de la Secretaría de Gobierno de Veracruz. O sea, el apagafuegos usa gasolina para sofocar las llamas. Y por ello, el Poder Judicial de la Federación exige sea relevado de cualquier cargo.

Dentro de la casa en que habitó Benito Juárez, el fascista López Obrador continúa la farsa. Afuera, sus huestes no dejan de amenazar y agredir a los que le gritan “dictador-dictador”. Llevan pseudoperiodistas que atacan a periodistas reales intentando evitar que documentaran la agresión, como denuncia Wilber Vázquez Alegría.

Los blogueros del Bienestar, Elianne Valdés (EliTV) y Víctor Buendía (Vittor Blogs), fueron a tirar golpes, a destruir cámaras fotográficas.

El obradorismo así es. Y así ha sido. Hoy se trenzan a golpes, provocan, intentan defender al facho López Obrador como antes atacaban al Congreso federal, a Palacio Nacional, sembrando terror en la capital, destruyendo locales, destrozando cristales y mobiliario en el Centro Histórico de la Ciudad de México.

Quien haya lanzado la botella de agua, los huevos, el plátano macho contra Andrés Manuel, es irrelevante. Si lo hicieron los empleados del Poder Judicial o si fue un ardid de los porros del obradorismo para implicar a los manifestantes en una agresión al presidente. Lo relevante es que le coreaban “dictador-dictador, dictador-dictador, dictador-dictador”.

López Obrador es un antiJuárez. López Obrador es un violador de la ley. López Obrador es aquel badulaque que solía cercar pozos petroleros, enfrentar a la policía, irlos a provocar, y luego se ponía a llorar.

Es un antiJuárez porque Juárez basó su fuerza moral en el respeto a la ley, en la ética presidencial, en la solidez de la institución como base y cimiento de un país. El mesías macuspano se esmera en desacatar al Poder Judicial de la Federación, las suspensiones en los juicios de amparo, los amparos definitivos.

El puño del facho describe su miseria interior. Frente al reclamo social, el poder del que impone pero no sabe convencer. De tanto dar el ejemplo, pronto escuchará al pueblo decir que no nos venga con el cuento de que la ley es la ley.

El operativo fue un fracaso. Pese a la Policía infiltrada y haciendo valla, los manifestantes sostuvieron su protesta. El botellazo de agua, que no dio en la humanidad de López Obrador –y qué bueno–, superó a la inauguración del Centro Cultural Leyes de Reforma. Y la gresca armada por los porros obradoristas terminaron por visibilizar el conflicto.

Agrio final de Andrés Manuel en suelo jarocho. Veracruz no lo recibió como un héroe. Lo trató como un rufián vulgar.

Dictador-dictador, dictador-dictador, dictador-dictador…

 

METADATO

 

Ana Bertha Hernández, la síndica, destapó la cloaca de Amado. Le imputa un mar de corrupción, licitaciones amañadas, contratos ilegales, obras asignadas sin cumplir los requisitos de ley, obras dadas por concluidas cuando siguen en proceso de construcción, servicios o bienes adquiridos fuera de norma; contratos que ella, en su calidad de síndica municipal de Coatzacoalcos, se ha negado a firmar. Amado Cruz Malpica es exhibido como un presidente municipal corrupto. No es que no se supiera; incluso, aquí, en INFORME ROJO, se han documentado las trapacerías del edil, como aquella de que la cirugía de rodilla y su convalecencia se le haya facturado al ayuntamiento. Pero hoy la denuncia viene de adentro, de la síndica, del morenismo. El señalamiento proviene de Bertha Hernández Aguilar, la síndica que es pieza de la gobernadora electa, Rocío Nahle García. Y en esa línea va el regidor primero, Enrique Villegas, otra carta de la gobernadora electa. O sea, el misil tiene la venia de la zacatecana que el 1 de diciembre asumirá el gobierno de Veracruz y quien días después tendrá el control de la Fiscalía del Estado, de la Fiscalía Anticorrupción, del Congreso de Veracruz, de la Comisión de Vigilancia de la Legislatura, cuya presidencia ejercerá Miguel Pintos Guillén, entrañable amigo de José Luis Peña Peña, esposo de Rocío Nahle, y justamente quien sucederá en la alcaldía de Coatzacoalcos a Amado Cruz Malpica, pese a las piedras que éste le pone en el camino. La bomba la hizo estallar el portal Costa Veracruz, bajo la firma de su director, Jorge Cáceres. Hoy se reedita la historia de Víctor Manuel Carranza Rosaldo, acusado por la entonces síndica Yasmín Martínez Irigoyen, justamente de lo mismo: obras otorgadas violando los procesos de licitación, pagadas de manera ilegal, obras inconclusas reportadas como terminadas, contratos fuera de ley. El de Carranza era un ayuntamiento de Morena; el de Amado Cruz, también. La corrupción en su máximo esplendor. Sólo que ahora el escándalo lo detona la síndica y tiene la venia de Rocío Nahle. Que Amado vaya escogiendo en qué penal ha de pasar una buena temporada vacacional… Al “Bebé” casi le vuelan la cabeza y Carlos Vasconcelos tiembla. Jorge Alberto Smith Torres tácitamente volvió a nacer. Dos sicarios fueron por él. Lo ubicaron en un Oxxo, sobre la Avenida Juan Escutia, esquina Universidad, el miércoles 18. Smith Torres se hallaba al volante de su camioneta pick up. Hacia él dirigieron los disparos. Uno dio en la puerta del conductor; otros en el parabrisas, atravesándolo y alcanzando la cabeza del “Bebé. A bordo de la motocicleta en que se trasladaban, los matones emprendieron la huida. Y Jorge Smith, auxiliado por quienes lo acompañaban, fue llevado al Hospital May. Ingresó con un balazo en la cabeza y otro en el abdomen, según reportaba la Policía. Luego se sabría que se le trasladó a su domicilio en un fraccionamiento cercano a Plaza Teatro. Ahí permanece fuertemente custodiado. Días después, una publicación en redes sociales lo señala como “segundo de la plaza” del Cártel Jalisco Nueva Generación. Lo señalan de extorsionar a compañías usando las siglas de la CTM regional, el feudo de su secretario general, Carlos Manuel Vasconcelos Guevara. Junto al Bebé, la fotografía de José Luis “Wicho” Vasconcelos, sobrino y “achichincle” del líder obrero, “el que le hace el trabajo sucio”, dice la publicación. A Smith lo etiqueta como “balaceado” y a Wicho como “objetivo”. El sábado 21, el empresario ferretero Eduardo de Jesus Medina denunció que un comando lo atacó asestándole entre seis y siete disparos. Y mencionó que él no es ni narco ni maloso. Lo que sí dijo es que su atentado se relaciona con el Bebé Smith…

 

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