Karl R. Popper, a treinta años de su muerte.
Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.
“Entonces, podemos considerar que el principio de la política democrática consiste en la decisión de crear, desarrollar y proteger las instituciones políticas que hacen imposible el advenimiento de la tiranía. Este principio no significa que siempre sea posible establecer instituciones de este tipo, y menos todavía, que estas seas impecables o perfectas… Lo que si puede decirse, sin embargo, es que en la adopción del principio democrático va implícita la convicción de que hasta la aceptación de una mala política en una democracia, es preferible al sojuzgamiento por una tiranía. Vista desde este ángulo, la teoría de la democracia no se basa en el principio de que debe gobernar la mayoría, sino más bien, en el de que los diversos métodos igualitarios para el control democrático, tales como el sufragio universal y el gobierno representativo, han de ser considerados simplemente salvaguardas institucionales, contra la tiranía, repudiada generalmente como forma de gobierno, y estas instituciones deber ser siempre susceptibles de perfeccionamiento…Y en caso de que llegara un día en que el voto de la mayoría destruyese las instituciones democráticas, entonces esa triste experiencia sólo serviría para demostrar que no existe en la realidad ningún método perfecto para evitar la tiranía. Pero esto no tendrá por qué debilitar la decisión de combatirla…”
La cita transcrita es parte del argumento de Karl Popper al momento de presentar a la democracia como el régimen que nos permite aspirar a vivir en sociedades abiertas y tolerantes. He querido citar lo anterior, porque de automático ayudará a comprender la fuerte crítica que le dedica Popper a Karl Marx en: “La sociedad abierta y sus enemigos.” De entrada, Popper reconoce grandes virtudes en Marx, tal como se las reconoció a Platón. A Platón su pensamiento ético. A Marx, su visión y postura humanitarista. Para el filósofo vienés existe un claro deseo en Marx por eliminar la desigualdad, la pobreza, agrega que su fe en la profunda transformación que propuso fue sincera. Empero, Marx se equivocó en su método para intentar transformar la realidad. Su método, o, el empleado por sus discípulos, quienes en algunos casos radicalizaron la postura de su maestro, es violento, intolerante, la historia moderna nos ha enseñado lo intransigente que han sido las revoluciones socialistas. Tanto la rusa como la cubana terminaron siendo regímenes totalitarios.
Uno de los principios que analiza detenidamente Popper del marxismo es su teoría sobre el gobierno del pueblo. Sí, recordemos que la tesis marxista sostiene que, con la revolución triunfante, la clase trabajadora arribará al poder y se apoderará del mismo. Aquí tenemos la llamada: “dictadura del proletariado”. Popper manifiesta que la sola expresión causa confusión, además, que literalmente ese acto es imposible. La realidad lógica y no la teórica-utópica nos muestra que es irrealizable. Lo que causa esta tesis es que un grupo se empodere y en nombre de esa revolución, el nuevo régimen se convierta en una cruel dictadura. Popper defiende la crítica económica que efectúa Marx contra el capitalismo. Nadie puede negar el enriquecimiento de unos cuantos a costa de la mayoría. Nadie puede negar la explotación laboral, los abusos. Nadie puede negar el monopolio imperialista de las naciones poderosas que aplastan y humillan a las subdesarrolladas, de hecho, se encargan de mantenerlas en el subdesarrollo. Sin embargo, proponer imponer un régimen único en el mundo, una forma única de pensamiento, no tan sólo resulta inviable, sino aterrador.
Karl Popper afirma que Marx en su enorme teoría desdeñó el poder político reformador. Es decir, gran parte de sus críticas y propuestas son aceptables: disminuir la desigualdad, la pobreza. Más, estas necesarias modificaciones no se pueden imponer a través de la violencia, ni mucho menos exterminando toda forma de vida civilizada. Popper propugna por una ingeniería social que vaya disminuyendo los males de un mundo tan egoísta e individualista. Esta ingeniería debe hacerse dentro de las reglas de la democracia, aclarado que, Popper no se refiere a democracia sólo como un concepto dentro del régimen parlamentario, presidencial, republicano o monárquico, no. Popper al hablar de democracia lo hace pensando en valores pilares de una sociedad civilizada y abierta como son la tolerancia, el respeto a la ley, a la libertad, a la pluralidad. Nos guste o no, la vida es así, vivimos en sociedad y debemos aceptar convivir con la diversidad. Caso contrario, nos seguiremos confrontando, polarizando, y en muchos casos asesinando.
Partiendo de que el pueblo directamente jamás podrá gobernar. Entonces, deberíamos fortalecer los controles institucionales para evitar que un grupo o un personaje se empodere y termine ejerciendo todo el poder. Esto no fue percibido por los marxistas, Popper lo expone así:
“Respecto al problema más fundamental de toda la política, a saber, el control del controlador, de la peligrosa acumulación de poder que representa el Estado. En efecto, los marxistas nunca comprendieron todo el significado de la democracia como único medio conocido para alcanzar este control. No comprendieron pues que todo poder, y el poder político sino en mayor, por lo menos en igual medida que el económico, es peligroso. De este modo, retuvieron la fórmula de la dictadura del proletariado sin comprender el principio de que toda política a largo plazo debe ser institucional, no personal. Pero debe servir como advertencia de que si descuidamos por un momento nuestra vigilancia y no fortalecemos nuestras instituciones democráticas, dándole, en cambio, cada vez más poder al Estado mediante la “planificación” intervencionista, podrá sucedernos que perdamos nuestra libertad, y si se pierde la libertad, se pierde todo, incluyendo la planificación.”
Para el ala radical marxista el poder político reformador señalado por Popper era inaceptable. Ellos, y si queremos ubicar a uno de ellos, basta nombrar a Lenin, defendieron la idea de que la revolución debía ser violenta, y una vez empoderados, debían eliminar al Estado, al régimen democrático. En el libro: “El Estado y la Revolución”, Lenin literalmente manifiesta:
“La sustitución del Estado burgués por el Estado proletario es imposible sin una revolución violenta. (El subrayado es mío). La supresión del Estado proletario, es decir, la supresión de todo Estado, sólo es posible por medio de un proceso de extinción. Marx y Engels desarrollaron estas ideas de un modo minucioso y concreto, estudiando cada situación revolucionaria por separado, analizando las enseñanzas sacadas de la experiencia de cada revolución.”
Las ideas marxistas fueron llevadas a la práctica por Lenin. Los años pasaron y ese experimento del “gobierno del pueblo” nos enseñó que lo único que ocasionó fue una dictadura en nombre de la revolución y en nombre de la mayoría. El gobierno del pueblo, el gobierno de las mayorías, expresiones como: el pueblo manda, todo por el pueblo, entre otras, son una verdadera falacia. El pueblo nunca ha gobernado ni podrá hacerlo. El pueblo, en un régimen democrático podrá elegir libremente a sus gobernantes, esto incluye poder quitarles el poder a los malos gobernantes, es a lo más civilizado que puede aspirar. Todo lo demás es un engaño, una farsa, la historia nos enseña que siempre ha sido así. Karl Popper también lo confirma.
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