Abrazos no botellazos

La Cuarta Transformación es resultado histórico de tres gestas heroicas anteriores: La Independencia, las Leyes de Reforma y la Revolución Mexicana. En todas ellas, en estos cambios drásticos hubo sangre. Millones de muertos, a diferencia de la Cuarta transformación donde sus integrantes no rompieron un solo vidrio.

En las anteriores la oposición envalentonada, en plena guerra contra los cambios, asesinaron a muchos de los líderes de las tres transformaciones anteriores con la intención de detener la evolución del país.

En la Cuarta Transformación a una semana escasamente de dejar la Presidencia, el atentado mayor que ha tenido Andrés Manuel López Obrador, es una botella de plástico con agua.

Esto demuestra la fuerza de una oposición que juega a la política y no es porque se desee que haya sangre y muerte sino porque pareciera que la oposición juega a hacer política en México, modalidad del contrapeso político que no hace ni cosquillas ni con violencia ni en el Congreso ni en la calle.

A México le urge una oposición que realmente lo sea y que no se limite a una violencia escondida en el anonimato que sólo habla mal de sí misma.

Fue precisamente esa oposición la que criticó hace seis años. Ahora, al final del sexenio puede advertir que se trata de seguir un conocimiento espiritual asentado en La Biblia, que señala que hay que poner la otra mejilla luego de recibir un golpe en la otra.

Difícilmente el pragmatismo de la oposición puede reparar en cuestiones que escapan a sus intereses materiales, pero el tiempo le dio la razón a pesar de las críticas sistemáticas. Sin embargo, a pesar de su ceguera, pueden advertir que el motivo de su burla no sólo fue un aviso sobre el esquema político sino una advertencia sobre la imposición de la paz que nunca pudieron alterar ni desestabilizar en el país, a pesar de tantos intentos, incluyendo las marchas que rechazaban los intereses oscuros, o de la reforma al Poder Judicial donde dieron los opositores su última batalla del sexenio.

México necesita urgentemente una oposición para darle una mejor salud a la democracia, porque ahora se acostumbra desde algunos espacios políticos, culpar al partido en el poder de actuar en solitario, de tener mayoría calificada, de no darle espacios a la oposición cuando ésta no fue capaz de tener votaciones favorables en las urnas, que le dieran vida en el Congreso.

Es decir, culpan a la mayoría de tener más votos que ellos cuando no supieron ganarse las simpatías del electorado, porque en ningún momento establecieron contacto con la verdadera gente del pueblo. Les mandaron muchos mensajes, pero sin comunicarles nada, menos aún identificarse con ellos. Al contrario, no desaprovecharon oportunidad para dejar de mostrar su racismo, su discriminación, su posición elitista. Se alejaron tanto del pueblo que ya no los ve ni los oye.

Nadie puede encontrar en la oposición un solo logro, menos aún una jugada que mostrará vocación política o sensibilidad de servidores públicos. La democracia requiere de fuerzas equilibradas, ahora la democracia tiene un partido mayoritario y no por voluntad propia o por imposición sino por la incapacidad de una oposición que no trabajó ni siquiera para sobrevivir.

Se pasaron seis años tratando de descalificar al Presidente y lo único que hicieron fue que se consolidara como el segundo líder más popular del mundo. Los números no los da a conocer ni el partido ni el gobierno ni los integrantes de la Cuarta Transformación sino instituciones internacionales, algunas de ellas que no ven con buenos ojos el gobierno de López Obrador; sin embargo, aceptan, con honradez, su liderazgo.

Ante esta realidad, el apoyo de la población en el país es actualmente del 71 por ciento, no existe fuerza ni rumor ni campaña en contra que le reste méritos y menos aún aceptación de los mexicanos.

Aquella consigna en la que invirtieron millones de dólares para calificar al presidente y a la presidenta electa de narcotraficantes, simplemente se diluyó ante el trabajo de ambos porque provenía de un grupo político caracterizado por tratar de recuperar sus privilegios, pero sobre todo porque entre esos privilegios que pelean está el no trabajar.

Lo que se hizo con sangre en el pasado para transformar el país, en un lugar donde las tres transformaciones anteriores tuvieron un derramamiento de sangre y fue punto de partida hacia el triunfo final en los tres casos anteriores: Veracruz, que es pieza clave en la historia de México, sobre todo en rechazar fuerza con intereses extraños al pueblo. En este puerto fueron rechazadas invasiones extranjeras y después también el punto de partida de presidentes mal vistos por la historia, por sólo citar a algunos Porfirio Díaz y Plutarco Elías Calles.

Ahora, a pesar de las dudas que existen sobre la contratación de personal que apoyara violentamente la manifestación que le dio la “bienvenida” al presidente, trabajadores del Poder Judicial de la Federación del Séptimo Circuito, con sede en Veracruz, se deslindan de cualquier tentativa de agresión física perpetrada en contra del jefe del Ejecutivo Federal.

“Condenamos enérgicamente el incidente y precisamos que, si bien, acudimos a manifestarnos pacíficamente a las afueras del edificio Casa Juárez, ubicado en la colonia Centro de dicho puerto, fueron personas cercanas al partido Morena -así se identificaron-, quienes lanzaron diversos objetos como rocas, botellas, entre otros, tanto a las autoridades asistentes, como a las personas trabajadoras que se encontraban manifestándose”.

Lo importante es que el botellazo lanzado al presidente fue una metáfora del trabajo de la oposición, porque ni siquiera despeinaron a Andrés Manuel López Obrador, todo quedó en un intento, como todo lo que hiciera en su contra los enemigos de la Cuarta Transformación.

PEGA Y CORRE.- La coordinadora del Grupo Parlamentario del PAN en la Cámara de Diputados, Noemí Luna, señaló que defenderá sus principios e insistirá en el cambio de rumbo del país, con todos los panistas unidos, cuando hubo alguien que se salió de sus filas y un Ricardo Anaya que tiene un pie en Movimiento Ciudadano…Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.

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