“El precio del poder es la responsabilidad por el bien público.” – Winthrop W. Aldrich.
Pues les guste o no a los fanáticos seguidores del presidente Andrés Manuel López Obrador, la presidenta electa Claudia Sheinbaum Pardo ya mostró su poder de decisión.
El anuncio efectuado por Ricardo Monreal Ávila, próximo coordinador parlamentario en San Lázaro de Morena respecto a no acelerar el proceso de reforma al Poder Judicial es la muestra.
La reunión sostenida en Palacio Nacional entre Sheinbaum Pardo –presidenta electa- el Secretario de Hacienda y Crédito Público, Rogelio Ramírez de la O y el presidente López Obrador, debió ser un encuentro tenso en donde se impusieron los más de 36 millones de votos que la ex jefa de Gobierno obtuvo en el pasado proceso electoral federal.
Ungida como la líder real del Movimiento de Regeneración Nacional por mandato popular, la fuerza del tabasqueño a sus arranques viscerales debió de haber marcado ya el primer claro distanciamiento entre las dos administraciones.
Y es lógico y es natural, que el presidente saliente deje ya las riendas del mando del país en materia económica a la presidenta electa, pues será ella la que habrá de enfrentar los efectos devastadores de tan profunda reforma.
El impacto de la misma ha dejado evidencias de los riesgos que implica la inclinación de la balanza a puntos donde se aparenta el retroceso y el retorno a los viejos vicios de un régimen totalitario del que México se liberó tras muchos años de lucha democrática.
Cierto es también, que nadie sabe realmente cuáles podrían llegar a ser los beneficios a la misma democracia de aprobarse la elección directa de los Ministros, Magistrados y Jueces del Poder Judicial, pues nunca se ha implementado en México.
Pero partiendo del hecho, de que con la medida se democratiza la participación y elección de los posibles integrantes del Poder Judicial, que serán elegidos a propuesta ya no solo del Ejecutivo, sino también del Poder Judicial mismo y del Poder Legislativo, para finalmente dejar en manos de los ciudadanos la elección de los mejores perfiles, que después de pasar por toda una serie de filtros de concurso, acreditación de grados académicos, experiencia profesional, así como carrera judicial, podría ser una nueva forma de acercar a la sociedad a una justicia más pronta y expedita, salvando con todos los candados posibles la posible incursión del crimen organizado y la delincuencia de todo tipo, incluyendo la de cuello blanco –que por cierto abunda en México-.
Pero regresando a nuestro tema, el anunció de no acelerar la aprobación de la Reforma, evidencia “sensatez” y “prudencia” en quien será la responsable de conducir los destinos de la nación.
Obedeciendo al comportamiento de los mercados económicos, a las alertas de los diversos actores económicos y políticos, así como a las relaciones bilaterales con nuestros principales socios comerciales como lo son Estados Unidos y Canadá.
Teniendo la mayoría parlamentaria que es inminente tendrá Morena en el Congreso y en el Senado, absurdo sería pretender aprobar a la sin susto la reforma al Poder Judicial, pues cuentan con todo el tiempo necesario para estudiar, analizar, corregir y aprobar lo que mejor convenga al pueblo de México.
Este hecho recuerda un evento que marco la administración de Gustavo Díaz Ordaz y el arranque de la administración de Luis Echeverria Álvarez.
Al cierre de la administración Diazordacista las presiones del mercado ordenaban al secretario de Hacienda, Ortiz Mena a tener que devaluar el peso que se mantenía en 12.5 por dólar, costo que Echeverría no quería asumir, al final, de todas formas, debió cargar con el alza en el tipo de cambio lo que significó, distanciamiento y ruptura con Gustavo Díaz Ordaz -brecha natural- que se da entre presidentes salientes y entrantes.
Aquí no suponemos que ocurra algo tan abrupto, pero sí será evidente que el actual mandatario deje caminar a la presidenta electa en lo que le toca hacer, al final de cuentas, Claudia Sheinbaum detenta el poder que la democracia le otorgó con esos 36 millones de votos, mostrando en donde se sustentará su poder real.
Al tiempo.
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