El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, define la palabra inmundicia como: impureza, deshonestidad, impudicia, desvergüenza, libertinaje, obscenidad, vicio.
Estas Olimpiadas pasadas además de ser miserables y que, bajo el escudo de ser sustentables y económicas, rayaron en ser miserables en la atención de los deportistas en su alojamiento con camas de cartón (de tortura) y alimentación qué bajo el pretexto de ser veganas, se les dio una alimentación inadecuada sin proteicos, mal cocidos y otros crudos, para los deportistas que se preparan a nivel olímpico y además con insectos (puag!!!!). Lo que ha ocasionado que los deportistas salieran de sus villas olímpica para conseguir los ansiados alimentos. También la escasez de agua indispuso a muchos atletas y entrenadores.
Las medallas de oro que se dieron, no eran la mayoría de oro, por lo que muchos atletas se inconformaron.
Desde la ceremonia de inauguración que se hizo con pensamiento paganos y ofensivos y satánicos, que ofenden a los a católicos y cristianos en General que ofendió a la mayor parte de la población parisina, europea y del mundo occidental, y donde la parodia de la última cena de la obra de Leonardo Da Vinci ( quien seguramente se revolcaría en su tumba si la hubiera visto) a pesar de que el director “creativo” de este excremento, falsamente daba disculpas, y se apreciaba que no era sinceras sus disculpas y que rayaba en burla
Unas olimpiadas que se caracterizaron por el racismo en ellas, una contaminación de sus vías fluviales como el rio Sena, por más que se hizo publicidad de una sustentabilidad ausente u oportunista, actividades terroristas, encerrar a miles de personas, bajo el pretexto de que pueden ser potenciales delincuentes o terroristas.
En esta “olimpiada” El presidente Macron demostró que no le importa las creencias cristianas del pueblo francés, si no, promover el satanismo en el mundo, aspecto que se refleja en su apoyo a la guerra en Ucrania, enviando misiles hipersónicos para matar a los habitantes de los pueblos rusos.
Los vetos impuestos a los atletas de Rusia y Bielorrusia, no así a los los competidores de naciones como EE.UU., Israel o Gran Bretaña, pese a su participación directa como agentes de agresión en guerras y conflictos armados en distintos puntos del planeta, no obedecen a una coyuntura, sino a un doble estándar que está presente desde el inicio mismo de la olimpización del mundo, un proyecto civilizatorio que cuenta con unos dos siglos de desarrollo histórico, y que se ha ido pudriendo el ideal por anteponer los interés políticos y económicos.
Eso, asegura, es lo que explica que Sudáfrica pudiera competir sin problemas entre 1940 y 1968, cuando los países del Sur global, muchos recién independizados de sus metrópolis europeas, pasaron a constituir la mayor parte de la asamblea del COI y, junto a los países del entonces bloque socialista, consiguieron que se excluyera a sus deportistas de muchas competiciones, en razón del ‘apartheid’ que regía en la nación africana.
Aquí también reside la explicación de por qué no se han impuesto sanciones a los atletas de naciones como EE.UU. e Israel, pero sí a rusos y bielorrusos, pese a que es claro que las tropas de Tel Aviv están bombardeando indiscriminadamente la Franja de Gaza matando a miles de civiles.
Al otro lado de la acera, completa, se sanciona a Rusia, pero también a Bielorrusia por el conflicto en Ucrania. “Por su parte, EE.UU. y la OTAN continúan haciendo la guerra y masacrando poblaciones en otros países con la mirada complaciente del COI, sin ningún tipo de veto deportivo para estas superpotencias belicistas”, agrega.
Este doble rasero deja nuevamente en evidencia “cómo el COI y Occidente usan el deporte con fines indecorosos y como herramienta de “presión” contra países que no están dispuestos a alinearse a sus intereses, de manera tal que el argumento que presuntamente soporta un caso, deja de tener validez cuando se trata de sus aliados.
“De este modo, el rol político del olimpismo obedece a la forma en cómo se articula con los mecanismos de poder a nivel mundial y a los efectos que brotan dichos relacionamientos. En definitiva, el juego de la política está detrás del fuego olímpico y, por ello, los Juegos de París no es otra cosa que simulación de concordia entre países.
Esto me recordó los juegos centroamericanos en Veracruz, donde se hospedaba a los atletas en hoteles de paso y tuvieron que alimentarse en los mercados de San José y Jáuregui de Xalapa entre muchas incomodidades, siendo los peores centroamericanos de la historia, dejando a Veracruz como la Betty fea del deporte internacional.
La reflexión es suya, hasta la próxima.
julalonso@uv.mx