CENTENARIO DEL FALLECIMIENTO DE VLADIMIR LENIN. (III)

“¿Qué hacer?”

Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.

Una de las características que distinguieron a Lenin fue que al mismo tiempo que se iba convirtiendo en el líder de la lucha contra el zarismo en Rusia, y en la principal figura de la futura Revolución de 1917, en ese mismo contexto escribía obras, fundaba periódicos, mantenía una fuerte polémica académica, politológica y económica con prominentes figuras de la vida pública, e incluso, a esto debemos agregarle que gran parte de estas actividades las realizaba a veces encarcelado, otras estando escondido por la persecución del régimen autocrático, etc. Realmente Lenin fue un hombre entregado a la causa en la que creyó, podrás estar o no de acuerdo con él, más no se le puede negar que con defectos y virtudes fue un estadista, un líder comprometido con sus ideas e ideales, un personaje que entregó su vida al marxismo y, consecuentemente a la lucha y Revolución que encabezó.

En el mes de mayo de 1901, Lenin escribió un artículo titulado: “¿Por dónde empezar?”, el texto fue publicado en “Iskra”, el primer periódico marxista fundado en Rusia. La publicación abordaba temas sobre la organización de la lucha revolucionaria, planteaba la necesidad de señalar reglas al recién fundado Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, en adelante: (POSDR), empero, el artículo provocó todo tipo de polémicas, controversias e inconformidades, esto causó que Lenin escribiera un folleto amplio que fue publicado en 1902 bajo el título: “¿Qué hacer?” A lo que en su origen llamaron folleto, a los pocos meses se convirtió en un libro referente del movimiento revolucionario. La obra la leían los partidarios de Lenin como se lee un libro de fe que se debe seguir a pie juntillas, y los opositores al escritor lo leían y en sus propios periódicos le contestaban rebatiéndole todo lo argumentado. “¿Qué hacer?”, dentro de la obra completa de Lenin es un libro fundamental, quizás, uno de los más leídos, les explicaré la importancia del mismo.

El autor en la introducción aclara que producto del enorme debate y polémica que incitó: ¿Por dónde empezar?, se ha visto obligado a desarrollar en: ¿Qué hacer?, de forma más amplia y explicita temas que originalmente no pensaba tocar. Luego entonces, la obra va más allá de la de organización de la lucha revolucionaria, el libro inicia en su capítulo I con el candente planteamiento sobre la libertad de expresión. Sí, un tema tan vigente, tan cuestionado, tan trascendente e importante en nuestros tiempos, ya era un tema muy discutido en la Rusia de 1902. Los grupos marxistas opositores a las ideas marxistas de Lenin, lo acusaban de ser intolerante, dogmático e intransigente. El lector podría pensar que, si todos ellos eran marxistas, cómo podían tener ideas tan diferentes. El lector debe saber que la corriente de Marx desde que nació, se desarrolló y divulgó, logró hacia el exterior dividir al mundo occidental en dos, y al interior con el paso de los años también se dividió no en dos, sino en varios tipos de marxismos. Un ejemplo muy conocido e influyente fue la postura de tres personajes relevantes en la doctrina marxista como los fueron: Eduard Bernstein, Karl Kaustky y Rosa Luxemburgo.

El escritor alemán de origen judío Eduard Bernstein, erudito marxista, sostenía en sus libros y mantenía la postura en sus discursos y conferencias que la corriente marxista debía ser revisada y modificada en algunos puntos que él consideraba inviables o radicales. Por su parte, Karl Kaustky, nacido en Praga, también de origen judío, defendía a ultranza el pensamiento original de Marx, y su posición fue la que en esta época se impuso, a los que seguían a Kaustky los denominaron marxistas ortodoxos. Roxa Luxemburgo apostaba más por la visión de Kaustky, con la característica de que ella creía que se debía respetar la espontaneidad del movimiento, es decir, no debían acelerar el paso del capitalismo al socialismo con una Revolución forzada, violenta, etc., afirmaba que por la naturaleza científica del movimiento, por el malestar que había causado el capitalismo, el proceso de cambio se lograría de manera natural, claro, no proponía cruzarse de brazos, de hecho, ella fue asesinada luchando por sus ideales, sólo que presentía que muchos movimientos se estaban anticipando y estos podrían caer en dictaduras, caos y desorden.

A partir de estos planteamientos presentados por los guías intelectuales y expertos del marxismo alemán, en la Rusia de Lenin se fueron formando un sinfín de grupos al interior del movimiento. Es por ello que todo el capítulo I Lenin lo utiliza para contestarles sobre el tema de la libertad de expresión. Esto implica responderles qué era para él la libertad de expresión y si debía respetarse o no:

La socialdemocracia debe transformarse, de partido de la revolución social, en un partido democrático de reformas sociales. Beinstein ha apoyado esta reivindicación política con toda una batería de “nuevos” argumentos y consideraciones bastante armoniosamente concordados. Ha sido negada la posibilidad de fundamentar científicamente el socialismo y de demostrar, desde el punto de vista de la concepción materialista de la historia, su necesidad e inevitabilidad; ha sido negado el hecho de la miseria creciente, de la proletarización y de la exacerbación de las contradicciones capitalistas; ha sido declarado inconsistente el concepto mismo del objetivo final y rechazada en absoluto la idea de la dictadura del proletariado: ha sido negada la oposición de principios entre el liberalismo y el socialismo; ha sido negada la teoría de la lucha de clases, pretendiendo que no es aplicable a una sociedad estrictamente democrática, gobernada conforme a la voluntad de la mayoría, etc.”

En palabras más nuestras, para Lenin todo aquel que no estaba a favor de la lucha revolucionaria, y, particularmente, sino optaba por la dictadura del proletariado, la eliminación de la propiedad privada, asimismo, si no respetaba las ideas originales de Marx y Engels, entonces, esa persona no era un libre crítico, no se encontraba ejerciendo la libertad de crítica, al contrario, sólo era un oportunista, un defensor del antiguo régimen, un ser que busca beneficios en el statu quo del modelo de corrupción imperante. Para Lenin, debía existir sólo un partido, sólo un pensamiento. El lector puede llegar a pensar que exagero en lo que escribo, pero no, usted puede leer los libros de Lenin y esta postura la mantendrá hasta el final de su vida. Aquí estamos en 1902 y para fundamentar su postura escribió:

Quien conozca a poco que sea el estado efectivo de nuestro movimiento verá forzosamente que la amplia difusión del marxismo ha ido acompañada de cierto rebajamiento del nivel teórico. Mucha gente, muy poco preparada e incluso sin preparación teórica alguna, se ha adherido al movimiento por su significación práctica y sus éxitos prácticos.” Y Lenin se va contra los que proponen reformas constitucionales, laborales o económicas. Para el escritor revolucionario se trata de modificar todo, aquí sólo hay una formula; o estas con nosotros, con nuestras ideas tal como las escribió Marx, o, caso contrario, eres un traidor.

En este libro Lenin se refiere a Karl Kautsky como un gran pensador y defensor del marxismo original. Por cierto, también lo utilizó como referencia en el libro: “El desarrollo del capitalismo en Rusia”. Los años pasaron y Kautsky al observar cómo se iba desenvolviendo la lucha socialista en Rusia, declaró que Lenin se estaba equivocando y precipitaba una Revolución que sólo llevaría a Rusia a la dictadura. Naturalmente a Lenin no le agradó la actitud de su antiguo referente intelectual y aseguró que lo que ejercía Kautsky no era libertad de crítica, que sólo era un traidor oportunista. En esencia, esa es la forma en que concebía Lenin a la libertad de crítica. ¿Qué hacer?

 

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