Una de las obras que Miguel Ángel Yunes Linares cacaraqueó hasta la náusea, fue la rehabilitación de la Torre Pediátrica. De hecho, se voló la puntada de decir que sería la obra “más perdurable” de su bienio. “Pasarán décadas, quizás siglos y este hospital seguirá al servicio de los niños de Veracruz”.
Pero esa edificación está maldita casi desde su gestación.
Fue en 2008 cuando Fidel Herrera anunció la construcción de un hospital de especialidades médicas para niños, que contaría con diez niveles y cuya inversión sería de 244 millones de pesos.
En 2009 comenzaron los trabajos, pero a Fidel se le acabó el sexenio y dejó la obra inconclusa. Javier Duarte entró al quite e invirtió 340 millones de pesos, es decir, 96 millones más de lo presupuestado, pero la obra no quedó. Y no solo eso, sino que estallaron los problemas y muy gruesos
Los pisos 9, 10 y el helipuerto tuvieron que ser demolidos porque fueron mal construidos. Y los pisos inferiores tuvieron que ser reforzados para evitar que se vinieran abajo.
Pero como sucede en estos casos, nadie fue señalado como responsable de hacer esa porquería.
Duarte se fue dejando el batidillo y llegó Yunes Linares que mandó a prisión a uno de los constructores (que salió en libertad meses después). Y en lugar de ordenar la demolición de aquello y volver a construir, como lo ordenan los cánones de la arquitectura, invirtió 400 millones de pesos en su rehabilitación. Y la obra que sería “perdurable” resultó perecedera.
Más tardó en cortar el listón inaugural que en que aparecieran goteras, cuarteaduras, problemas en la instalación eléctrica, fallas en los elevadores, fugas de gas, inundaciones en el cuarto de máquinas y otras nimiedades.
En 2019 Cuitláhuac García dijo que se investigaría la adquisición de equipo médico defectuoso en el gobierno de su antecesor y recordó las fallas que presentó la Campana de Flujo Laminar que era utilizada en el tratamiento de niños con cáncer.
¿Y?
Nada…
Pero independientemente de la impunidad de la que gozan los responsables de la construcción y equipamiento de ese adefesio, la Torre Pediátrica sigue sin funcionar en detrimento de los niños que deberían recibir al menos un trato más humano. (Ojo, no lo digo por los médicos y enfermeras que hacen un esfuerzo heroico por atender a esos pequeños, sino por la irresponsabilidad de cuatro gobiernos estatales).
Ahora el problema son los aparatos de aire acondicionado cuyas fallas se han convertido en un tormento para los menores.
Y el problema viene de lejos.
En 2019 se reveló que el área de quirófanos pasó cinco días sin clima y la temperatura superó los 35 grados. Desde entonces los aparatos fallan de manera intermitente y nadie les ha metido la mano como debe de ser.
Este miércoles, madres de niños con cáncer bloquearon calles del puerto jarocho para denunciar que el gobierno de Cuitláhuac no ha solucionado el problema como lo prometió, y los que sufren son los pequeños de los pisos 5 y 6 que requieren de quimioterapias.
Agregaron que la falta de aires acondicionados provoca que los menores estén expuestos a infecciones y a sufrir de fiebre por las altas temperaturas.
Y con la pena pero así van a seguir. Y esto no lo digo con dolo sino porque en la secretaría de Salud se están haciendo patos y Cuitláhuac ya está mirando más para la CDMX que para un Veracruz que nunca gobernó.
Y así están casi todos los hospitales regionales de la entidad lector; abandonados a su suerte, descarapelados, con cacas de mosca en sus paredes, con sábanas lamparosas y sin medicinas. Hospitales que están más cerca de Haití que de Dinamarca. Mientras los responsables de estas atrocidades viven impunes y gozando de sus mal habidos millones.
Esa es la realidad del sistema de Salud en este estado dejado de la mano de Dios.
¿Y los niños de la Torre Pediátrica?
Que se las arreglen como puedan y dejen de estar fregando. Si tantita vergüenza tuvieran sus padres, le entrarían con patriotismo a la austeridad republicana que se practica en la 4T.