El extraño silencio de un rencor vivo

No quiero imaginar la crispación y desasosiego que debe sentir un padre de familia al enterarse que dos de sus hijos pueden ir a la cárcel, porque pesan sobre ellos sendas órdenes de aprehensión. Pero como primeras providencias consulta por aquí, se mueve por allá y grita la inocencia de sus vástagos a los cuatro vientos.

Miguel Ángel Yunes Linares tiene ese problema.

Su hijo mayor del mismo nombre y senador electo tiene una orden de aprehensión por falsificación de documentos, mientras que su hijo Fernando, diputado local también electo, tiene otra por la presunta comisión de un delito electoral en agravio de la función pública. Con el agregado de que el juez que lleva su causa lo considera “sustraído” de la justicia por no presentarse a una audiencia el pasado 16 de julio.

Según la Fiscalía estatal, Fernando habría obligado a los trabajadores del ayuntamiento de Veracruz, a asistir a los mítines de su hermano Miguel Ángel mientras fungió como alcalde del puerto jarocho. Y a Miguel Ángel lo acusa de falsificar documentos para hacer creer a las autoridades electorales, que tiene su residencia en el puerto de Veracruz y poder participar en la elección para suceder a Fernando en la alcaldía.

Ambos delitos son considerados menores y no ameritan prisión preventiva, pero a Miguel Ángel incluso le echaron a la Interpol. Y si el asunto no ha pasado a mayores (por ahora), es porque el chavo se amparó.

El problema es que los amparos le valen pura corneta a la Fiscalía de la señora Verónica Hernández Giadáns que ha enviado a prisión a personas que gozan de ese beneficio. Uno de los casos más emblemáticos es el de Rogelio Franco Castán al que privó de su libertad por más de dos años, a pesar de que el ex secretario de Gobierno llevaba el papelito en la bolsa y de los amparos que interpuso estando en prisión.

Con los hermanos Yunes Márquez la consigna es la misma; torcerlos a como dé lugar y eventualmente torcer también al papá que es senador suplente de su hijo mayor.

Pero a pesar del escándalo, Miguel Ángel Yunes Linares ha guardado un extraño silencio.

“Algo trama el viejo, algo trama. Puedes jurar que no está cruzado de brazos”, me dijo un colega del oficio.

Y en efecto lector, algo trama el exgobernador. No es normal en él este sospechoso silencio y menos cuando se trata de ataques contra sus hijos.

Quizá por su supina ignorancia, ni el gobernador Cuitláhuac García ni la Fiscal Hernández Giadáns se han dado cuenta de la clase de alacrán que se echaron encima. Y están en un brete porque si no hunden a los hermanos Yunes Márquez y a su papá, lo que les espera en el futuro puede ser algo más que una muy desagradable pesadilla. Y el tiempo juega en su contra.

Si el ex gobernador panista no pudo vengarse de Fidel Herrera y Javier Duarte, fue porque de muy arriba le contuvieron las ganas. Pero nadie (ni los morenos) le impedirá irse contra el peor gobernador y la peor Fiscal de Veracruz cuando dejen sus cargos.

Yunes Linares no es de los que olvida agravios. Por el contrario, los cultiva pacientemente con el veneno de la venganza porque, parafraseando a Juan Rulfo, es un rencor vivo.

bernardogup@hotmail.com

 

 

 

 

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