En el Eclesiastés (1:9), uno de los libros de sabiduría por excelencia de la Biblia, se dice que no hay nada nuevo bajo el sol, frase que se le atribuye al rey Salomón.
El Centro Virtual Cervantes le da el siguiente significado: lo que parece novedoso puede no serlo, ya que todo tiene su precedente.
Carrachos, lo comprobé una vez más, con ejemplos distantes en el tiempo y la distancia: uno, el de Laguna Verde (entre 1998 y 2004), otro el de Boca del Río en 2012, y el tercero en la ciudad de París, Francia, ayer miércoles.
Resulta que la Ciudad Luz será sede de los Juegos Olímpicos que arrancan el próximo viernes 26 y el tema polémico ha sido la contaminación del famosísimo río Sena, que algunos mortales hemos tenido el privilegio de navegar una o varias veces en plan turístico en un catamarán.
Los Juegos Olímpicos incluyen pruebas deportivas en el río, que es uno de los símbolos de París, y para la gran justa las autoridades francesas ofrecieron sanearlo
La tarea no era menor si se toma en cuenta que debido a su contaminación, nadar en el río está o estaba prohibido desde hacía un siglo, por sus aguas “verdosas y opacas”, como publicó la reportera Sara González, del diario El País.
Para probar que ya está limpio, la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, se dio un chapuzón en el Sena ante una multitud de periodistas y curiosos. Nadó 100 metros a crol. Y junto con ella, el presidente del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos, Tony Estanguet, así como el prefecto de la región Isla de Francia, Marc Guillaume. El sábado anterior, antes que ellos, lo había hecho la ministra de Deportes, Amélie Oudéa-Castera. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, ofreció que también lo hará, aunque no ha dicho cuándo.
Siendo gobernador el licenciado Miguel Alemán Velasco, cuando había polémica sobre si la planta nucleoeléctrica de Laguna Verde emitía radiaciones y contaminaba, se enfundó en traje de baño y fue a nadar a la laguna frente al reactor nuclear (se publicó la foto) y nunca se convirtió en el monstruo de la Laguna Verde (así hay una película mexicana, con ese nombre, que nos aterrorizó a los niños de entonces).
En 2012, una acción similar a la de París se dio en Playa Gaviotas, municipio de Boca del Río, cuando en vísperas de Semana Santa, época de la llegada de mucho turismo a la zona conurbada con Veracruz, los entonces secretarios de Turismo, Salud y Medio ambiente, el procurador del Medio Ambiente, el alcalde de Boca del Río y directivos de organismos empresariales se metieron al agua para demostrar que no había contaminación.
¿Quiénes fueron aquellos valientes? (todavía quedaba el recuerdo de cuando las aguas negras de los hoteles descargaban en el mar): Leticia Perlasca Núñez, de Turismo; Pablo Anaya Rivera, de Salud; Víctor Alvarado Martínez, del Medio Ambiente; Eduardo Aubry de Castro Palomino, procurador; Salvador Manzur Díaz, alcalde, y los empresarios hotelero y restaurantero, Ezequiel Guzmán Arango y Guillermo Bouchez Gómez, respectivamente.
Su zambullida al mar se debió a que la Semarnat aseguraba que las playas veracruzanas estaban contaminadas, mientras que los locales sostenían que, de acuerdo con estudios del agua realizados por el Laboratorio Estatal de Salud Pública, avalados por la Cofepris y laboratorios internacionales, todas las playas de Veracruz se encontraban limpias y por debajo de los estándares que marcaba la Ley de Medio Ambiente.
“Los resultados de las muestras enviadas a laboratorios externos para hacer la conciliación comprueban que las playas de Veracruz y Boca del Río están limpias, pues tienen menos de 200 enterococos, que es la cantidad mínima que marca la norma para las aguas contaminadas”, dijo entonces Anaya Rivera.
Cómo no se iban a exponer a que mínimo les salieran ronchas o “sabañones” en los pies si para ese año esperaban la visita de más de dos millones de turistas, con la respectiva derrama económica que ello significaba, en chiquito en comparación con el número de visitantes que esperan en París: 15.3 millones.
Veracruz, pues, puede presumir que probó con éxito, con funcionarios, que su mar, su costa y sus playas no estaban contaminadas, por lo menos 20 años antes de que acción similar se repitiera en París con su río. Sí, definitivamente, no hay nada nuevo bajo el sol.
(Cuitláhuac, ¡ay!, que se sepa, nunca se metió al mar, a algún río, laguna, arroyo o poza para demostrar a turistas locales y externos que sus aguas no están contaminadas y que pueden venir y zambullirse con toda confianza, ¿o lo hará ahora que inició el periodo vacacional y antes de dejar el gobierno el próximo mes para no irse en blanco?)
Chamacos debutan como profesionales en deportes, ¿y en política?
Cuando me da tiempo (últimamente, ya jubilado tengo más tiempo) veo, disfruto los deportes. Y, cómo no, de pasada me voy informando de los sucesos que dominan la opinión pública deportiva.
En la pasada Eurocopa 2024, como creo que a todo el mundo, me sorprendió el debut de Lamine Yamal, de apenas 16 años y anotó un soberbio gol que sirvió para eliminar a la selección de Francia, gol que no se cansa uno de verlo de nuevo. Una estrella, en el mejor futbol del mundo, a los 16 años.
Ayer, un chamaco mexicano de 14 años, tercera base, Ezequiel Rivera, de Culiacán Sinaloa, firmó ¡con los Dodgers de los Ángeles!, el equipo que inmortalizó a otro mexicano, el sonorense Fernando “El Toro” Valenzuela.
Su nombramiento se viralizó en las redes por la forma, vía telefónica, en la que le dio la noticia a su madre. Primero le bromeó y le dijo que había tenido un mal showcase, pero luego enseguida le soltó la noticia bomba para el público mexicano y latino.
Creo que su ejemplo pronto va a cundir en todos los deportes y pronto tendremos jugadores profesionales debutando en los grandes clubs, de menos de 18 años, lo que indica que los semilleros de formación de futuras estrellas están teniendo éxito y que cada vez más empiezan con prospectos prácticamente niños.
Quiero creer que casi todos, o todos, lo hacen por destacar como deportistas, más que por dinero, aunque cuando triunfan les llueve por carretadas y cobran millones en euros o en dólares y en ninguna otra moneda.
Aterrizo comparando los casos que cito con el medio político, al menos el mexicano, concretamente el veracruzano, donde, con todo el respeto que me merecen, aceptando además que yo ya estoy entre los 70 y los 80 años, veo todavía personajes que a sus 70, 80, 90 años o más se aferran a seguir dominando en el escenario público, buscando todavía cargos (lo vi y los vi en la campaña de Pepe Yunes), cuando, opino, y puedo estar muy equivocado, deben de jubilarse como activos y pasar a las reservas de la asesoría, para dejar paso a las nuevas generaciones.
Aunque también, creo que todos los partidos, ninguno se preocupa en serio por empezar a formar relevos desde la adolescencia para convertirlos en políticos profesionales, digo que en serio porque las dizque “escuelas de cuadros” son solo unas pláticas para personas sin límite de edad y solo cuando hay procesos electorales. Los medio embadurnan de bla bla y, listo, ya tienen a los grandes nuevos políticos, los del futuro.
Un caso muy ilustrativo es el de Morena. Ya lo vimos en el pasado proceso electoral, cuando no solo no tuvieron candidatos propios porque no han formado cuadros y se vieron obligados a recurrir sobre todo a priistas para llenar candidaturas, aunque con los mismos vicios y malas prácticas con las que actuaban en el tricolor.
Solo conocí el caso de un joven que, acepto, me deslumbró por su solidez ideológica, por su experiencia pese a su juventud, por su trato con la prensa, por su conocimiento con base en el que podía entrar en debate sobre cualquier tema, siempre dispuesto a escuchar al otro, leal al presidente López Obrador y a su causa, el abogado Yair Ademar Domínguez Vázquez, quien desde los 16 años empezó en la talacha en su natal Coatzacoalcos, y al que creo que han desechado en su partido siento tan valioso, solo por haber tenido la mala suerte de trabajar con el impresentable Eric Cisneros.
El deporte, pues, creo, está marcando el camino a los partidos políticos si quieren consolidar su hegemonía en el poder, en el futuro. O usted, ¿qué opina?