La incomprensión de la falaz oposición

“La maldad no necesita razones, le basta con un pretexto.” – Johann W. Goethe.

 

Ciertamente que el pasado resultado electoral del domingo 2 de junio no puede, ni debe ser entendido como un referéndum, que avale absolutamente todo lo realizado por el actual régimen transformador, lo ocurrido simplemente es la confirmación de la visión de dos realidades del México del siglo XXI.

Por un lado, la visión mayoritaria de la población, que observa que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, atendió al menos algunas de las demandas de atención social que los pasados gobiernos nunca atendieron, pues si respondían a la población era única y exclusivamente en las proximidades de los procesos electorales, otorgándoles dádivas a cambio de votos.

La diferencia entre el viejo modelo y el actual régimen se basa en la construcción de algo que denominaremos “lealtad institucional” que antes el PRI o el PAN no construyeron.

La implementación de los diversos programas sociales originó por mucho, un cambio sustancial en el ingreso económico de las familias, muchas de ellas, vieron con el gobierno transformador un cambio sustancial de sus ingresos, llevándolos a mejorarlo en un 25 a 35%.

Lo que antes se daba anotándote en los programas priistas o panistas que llegaba rasurado-si es que llegaba- se transformó en el pago directo a las familias más necesitadas.

Como todo programa universal, tiene sus asegunes, pues existen claros casos de personas que no necesitan el recurso y a pesar de ello, simplemente por alcanzar la edad señalada lo reciben, sin menoscabar su condición de mexicano, ya el conflicto entrará en la discusión de lo moral o inmoral de la acción, pero allá cada quien y sus conciencias.

Pero regresando a lo nuestro, la comprensión de lo sucedido, debiese dejar los paroxismos ideológicos y las teorías conspirativas de presuntos fraudes, y comprender que las ofertas que presentan como respuesta a sus proyectos de nación distan de la realidad social que demanda la población.

Hoy por hoy, el proceso electoral ya se superó y es momento de construir juntos una nueva nación y un nuevo estado.

Esto se lo comento porque llama la atención el observar como quienes antes detentaron el poder, y cometieron al igual que todos los gobiernos arbitrariedades a expensas del mandato otorgado por los votos, hoy se quejan y victimizan afirmando persecuciones de orden político.

El caso de los integrantes del Clan Yunes de Boca del Río, evidencia esas dos realidades. Una en la que el político –tramposamente- concursa para presentar presuntos beneficios sociales y la transformación social de una entidad, sabedor que de alcanzar la victoria llegarán las carretadas de negocios al amparo del poder, en donde se simulará beneficiar a la población, para garantizarse una vida de grandes lujos, muchos de ellos, inimaginables para la sociedad que dicen defender.

Del otro lado, aquella visión de un pueblo que espera la impartición de justicia pronta y expedita de forma igualitaria, sin los beneficios que la riqueza –muchas veces mal habida- les ha construido.

Las formas en que se viene expresando el senador electo por primera minoría Miguel Ángel Yunes Márquez de las autoridades legalmente constituidas evidencian que ante la falta de argumentos se emplea la ofensa, la diatriba, la descalificación. Sus respuestas sumamente soeces no corresponden a las de un político de altura, sino a las de un peladito de barrio o de algún mercado popular. El simplemente debiera constreñir sus respuestas a lo que las vías jurisdiccionales mandatan y nada más, -pues se presume inocente, hasta no comprobarse lo contrario- pues el que nada debe, nada teme, diría el refrán popular.

Llamar payaso al Gobernador Cuitláhuac García Jiménez, es tanto o más grotesco como observar que aquellos que se expresaron mal de su señor padre siendo gobernador terminaron en la cárcel. Y ahí es donde nos cuestionamos si su discurso afirmando persecución política no sería el mismo de muchos a los que persiguió y encarceló.

Las versiones de que, estando tan grave de salud, salió por carretera del país, cruzando por Reynosa, habiendo manejado desde Veracruz hasta esa zona del país, suenan ilógicas, según sus propios argumentos, no se supone que su condición tan delicada requiere cuidados extremos, ¿Cómo es que pudo cruzar el país para ir hasta la Florida a atenderse por carretera?

Bajo el supuesto, de que una vez presentado ante la autoridad fuera detenido, entonces sí tendría todos los argumentos para afirmar que es un preso político o una víctima política del actual régimen, como lo han sufrido muchos de los que acompañaron a su señor padre en su administración y que por exabruptos proferidos por el o por su hermano Fernando terminaron pagando las consecuencias –ahí están de ejemplos- Rogelio Franco Castán, Jorge Winckler Ortiz, Tito Delfín, y muchos más.

Es basado en esta clase de respuestas que nos cuestionamos la incomprensión de esta falaz oposición, que por cierto tiene muchas otras cosas más que aclarar pendientes y en casos en donde lo imputado llega a escalas sumamente graves, pues los señalamientos hablan de vínculos inconfesables.

A esto habrá que sumar la presunta versión de que a Veracruz le habrían construido una campañita nacional para desprestigiar, para hablar mal de él en medios, señalando las cosas más negativas y provocando con ello el alejar las posibilidades de inversión.

La información ya confirmada apuntaría precisamente a ese Clan Boqueño quienes habrían estado financiando la inserción de notas, con acciones que inhiban la llegada de turistas, inversiones, para así mantener el control en lo posible de todo tipo de negocio bajo el argumento de que, en la entidad, no podría suceder nada bueno, sin ellos en el poder.

Quizá por ello la molestia a los señalamientos de la gobernadora electa Rocío Nahle García de poner de moda a Veracruz, pues la intención es contrarrestar esa campaña malsana que únicamente ha provocado que los más de ocho millones de veracruzanos pierdan.

¿Será?

 

Al tiempo.

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