“El precio del poder es la responsabilidad por el bien público.” – Winthrop W. Aldrich.
Desde los primeros minutos del 3 de junio, un día después de su impresionante triunfo en las urnas, Rocío Nahle García, Gobernadora Electa de Veracruz señaló que la regla elemental de su administración se basaría en el orden y en el respeto.
Es claro que el respeto se gana, y eso es cuestión de principios, educación y formación, de esa que se mama desde la cuna, y con el comportamiento profesional se va dando muestra de ello.
Pero referente al orden, es algo que cuesta trabajo siempre respetar, porque a veces las circunstancias por más planeadas que sean imponen otro tipo de orden.
A pesar de ello, el pasado viernes, Nahle García dio muestra de ese orden que se debe imponer en la política, ese que permite la construcción de acuerdos, que coadyuva a la consecución de grandes hazañas y que probablemente le faltó a la administración de Cuitláhuac García Jiménez, por la inexperiencia política.
El orden político le permitirá a Nahle García transitar sin aspavientos en las aguas turbias de la política.
Su asistencia al Foro de Consulta para Reforma del Poder Judicial convocada por las Cámaras de Senadores y de Diputados Federal y su reunión con Ricardo Monreal Ávila, presidente de la Junta de Coordinación Política de la Cámara Alta confirmó que, en orden, orden, y más orden, respetando el diálogo se pueden zanjar inclusive las diferencias políticas.
Sobre todo, porque será Monreal Ávila quién controlará a la bancada morenista en San Lázaro donde habrá la necesidad de meterle la mano al presupuesto para que Veracruz se vea favorecido con mayores recursos para el desarrollo de obras y acciones a favor de la sociedad en general.
La evidente diferencia que nunca pudo superar el gobernador Cuitláhuac García con Ricardo Monreal –quedó de manifiesto ese mismo viernes, hasta en el saludo de ambos discursantes- por comprar pleitos que en su momento un pésimo personaje como Eric Patrocinio Cisneros Burgos le propuso ejecutar, encarcelando estúpidamente a un inocente –José Manuel del Río Virgen, secretario Técnico de la Jucopo del Senado- son de las afrentas que en política no se olvidan, y que llegado el momento se deberán cobrar.
Incluso al evento arribó la responsable de ejecutar aquella afrenta, la Fiscal, Verónica Hernández Giandáns, la cual llegó acompañando al mismo gobernador García Jiménez, pero a la que seguramente le están corriendo las manecillas del reloj, ante la nula actuación en la detención de los panistas pertenecientes al Clan Yunes de Boca del Río.
Se sabe que sobre ella están ya los ojos de la Fiscalía General de la República (FGR) pues un halo de dudas pesan sobre su actuar.
Por lo pronto en ese orden que impone ya la gobernadora electa Nahle García quedó de manifiesto su respeto a los acuerdos y a la palabra –como deben conducirse los buenos políticos- porque aun cuando la designación de Zenyanzen Escobar García, como coordinador de la bancada morenista veracruzana la realizaron sus compañeros diputados –todos sabemos cómo se tira línea- eligieron al personaje que la gobernadora en turno desea tener como interlocutor en la Cámara de Diputados Federal.
Una encomienda nada menor, pues de inmediato lo catapulta a la posibilidad de ser vicecoordinador de la bancada morenista en San Lázaro, pues la representación veracruzana rebasa la treintena de legisladores entre los electos por la vía nominal, como los que llegan por la vía plurinominal.
Así que poco a poco Nahle García impone su estilo de hacer política, y el orden será sello distintivo de su administración.
Al tiempo.
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