La improvisación dentro de la transformación sería un verdadero suicidio que significaría el principio del fin de Morena en el poder. Todo proceso político bien intencionado tiene como objetivo incorporar a diestra y siniestra a sus integrantes dentro y fuera de la administración pública.
Ante esta necesidad de tener representantes de todos los mexicanos hay, entre algunos de ellos personas que desconocen sus atribuciones. Hace seis años una senadora de Morena, Ana Gabriela Guevara, asistió a la vieja casona de Xicoténcatl a la primera sesión, cuando ya tenía el nuevo edificio del Senado varios años trabajando en Paseo de la Reforma, desde el 13 de abril de 2011, donde antes se encontraba el Cine Roble. La legisladora llegó a tocar la puerta de la sede, donde se trabajó desde el 17 de agosto de 1931 hasta siete años antes de ser designada, pero nunca lo supo.
Esto es una muestra de la falta de capacitación que tienen nuestros legisladores que ni siquiera saben el lugar donde van a trabajar, menos aún saben dónde empiezan y donde terminan sus responsabilidades. Antes de que la reelección fuera uno de los derechos de algunos legisladores, era necesario crear una capacitación mínima, porque el error que se comete tres años puede repetirse otro lapso similar por el simple hecho de que son simpáticos o participan continuamente en tribuna, cuando en realidad nunca aportan nada ni al partido, ni al poder judicial ni a los que representan.
En otros países la responsabilidad de la representación social es tomada con mayor responsabilidad histórica y más compromiso social. No basta con una capacitación de un par de semanas, que no existe, debe implementarse una carrera legislativa, como ocurre con el servicio diplomático para poder ejercer cargos de esa trascendencia.
La estructura del Poder Legislativo sólo tiene cambios de apariencia. La necesidad de profundizar en esta transformación debe implicar la preparación de todos y cada uno de los funcionarios públicos, principalmente los representantes populares.
Es muy común ver en las campañas a candidatos que prometen obras o alcances políticos y sociales que están fuera de sus atribuciones y que nadie corrige hasta el momento en que alguien les dice que no es su responsabilidad concretar lo que prometieron porque corresponde a otra área del gobierno.
Si los senadores desconocen hasta el lugar donde sesionarán, es fácil imaginarse todo lo que desconocen de su trabajo, en el cual se asienta la evolución y desarrollo de México. Pero sobre esa ignorancia se construye otra mayor cuando hay reelección.
Anteriormente los diputados y senadores sólo visitaban su distrito en tiempos de campaña, pidiendo, a veces exigiendo y comprando el voto, ahora debe estar atento a las necesidades de quienes representan no sólo porque así debió ser siempre sino porque deben ganarse a pulso el beneficio de la reelección.
El periodo para el cargo de senador es de seis años. Históricamente el cargo duraba cuatro años, hasta la reforma constitucional de 1933 que lo estableció en seis. Los senadores por ambos principios podrán ser reelectos hasta por dos periodos consecutivos, siempre y cuando la postulación la haga el partido al que pertenecía en su primer encargo o alguno de los de la coalición que lo impulsó, si ese fuera el caso. Podrá hacerlo de manera distinta solo si renuncia a su militancia original antes de la mitad de su periodo.
En Estados Unidos, por ejemplo, la reelección no tiene límites, pero es obligada la preparación de sus integrantes. La suma de los legisladores plurinominales nunca interpuso como condición su preparación. Ahora vemos las consecuencias con diputados y senadores que desconocen cómo pedir la palabra en las sesiones o en las comisiones.
La sistemática negativa de oposición que en los últimos seis años se negó a aprobar todo lo que provenía de Morena, hizo mucho daño, ahora que prácticamente se tiene la mayoría calificada una de las prioridades deberá ser la capacitación de los legisladores, de todos los funcionarios públicos. Porque al mismo tiempo que se realiza la entrega recepción la capacitación y actualización de las leyes debe ser una norma obligada para ejercer las funciones públicas.
Es importante en toda capacitación debe hacerse extensiva a los ciudadanos, como una manera de democratizar la vida legislativa y su ejercicio no se convierta en una tarea sólo para iluminados sino que sirva para que sea la población la que pueda exigir con bases a sus representantes que cumplan su responsabilidad.
Los cursos de capacitación deben estar a la mano para la población, a través de las redes de tal manera que quienes estén interesados en vigilar la actuación de sus representantes deban informarse de una práctica que no puede ser un secreto ni un conocimiento de privilegiados sino un saber generalizado que permita calificar la conducta de los legisladores con el objetivo de saber si son merecedores de la reelección o deben quedarse sin la responsabilidad de ser parte de la transformación.
Los legisladores, los miembros del Ejecutivo, los funcionarios de los tres niveles de gobierno han guardado bajo llave los mecanismos de su trabajo diario, de tal manera con ese desconocimiento engañaban al pueblo. Es hora de que se conozcan públicamente no solo lo que debe hacer sino cómo lo hace quien vive de los dineros de los contribuyentes.
Esta capacitación servirá para que la población también tenga conciencia sobre la manera en que se informa acerca las actividades legislativas, donde se difunden notas al libre albedrío de los reporteros, columnistas y analistas muchas veces con una gran cantidad de fantasía o mentiras.
Las actividades de los funcionarios públicos deben ser precisadas a través de un organismo que los capacite para que su gestión sea más eficaz y haya un vigilante permanente que es el pueblo para conocer si realiza con honestidad su importante labor.
PEGA Y CORRE.- Jalisco está en el ojo del huracán, no sólo por las sospechas bien fundadas de fraude electoral, donde el gobernador tiene algo que ver sino porque éste está a punto de abandonar MC y con él prácticamente la tercera parte de la militancia… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.