El mexicano, como buen latino, suele ser bastante expresivo en su forma de comunicarse y relacionarse con los demás, mostrando abiertamente y de forma espontánea sus sentimientos, los que pueden ser pasionales o con arrebatos de enojo o alegría, pero siempre sociables interactuando con los demás, porque el mexicano valora mucho las relaciones personales y la vida familiar; siempre hospitalarios y buenos anfitriones, en lo que sobresale el gusto por el contacto físico, apapachadores, abrazadores y besucones, ese es el mexicano.
En cuanto a la forma de relacionarse en su comunidad, siempre solidarios, colaborativos, buscando el beneficio colectivo, principalmente cuando alguien cercano está en desgracia; eso quedó demostrado durante el temblor del 19 de septiembre de 1985 en la Cd. De México, donde mucha gente se sumó a las tareas de rescate, algunos asumiendo de manera natural liderazgos para la coordinación de grupos y acciones, mismas que fueron aceptadas por los demás, siempre en el mejor de los ánimos, teniendo muy claro que el objetivo principal estaba en el rescate de otras personas que se encontraban bajo los escombros. Ese México nos dio una maravillosa muestra de trabajo en equipo, de solidaridad y de amor por el prójimo.
Qué nos pasó? Porqué nos extraviamos? Qué cambió en nuestro querido México?
Había rivalidades deportivas, principalmente en el futbol, como los clásicos de Chivas vs América, que se manifestaban fuertemente en un fin de semana y posiblemente se extendía por algunos días más y luego, todo bajaba su intensidad y la armonía volvía. Ni cómo pensar que el partido motivara a un duelo a golpes entre hermanos, entre padre e hijo o entre compadres, no, eso nunca; si acaso en el calor de los ánimos y las bebidas pudieran darse unos empujones y ya.
Pero, de hace 5 años para acá, algo comimos y nos hizo daño, porque hoy las reacciones violentas entre amigos o entre familiares son tan rápidas como tallar un cerillo en la parte áspera de la cajetilla y tener lumbre, con la que podemos encender la estufa para una carnita asada o incendiar un bosque.
Muchas familias se han lastimado, parejas que se han divorciado, viejas amistades que se fracturaron y ni qué decir de los compañeros de trabajo o cuates del barrio con los que antes se veía el futbol y que ahora difícilmente se saludan.
México se partió en dos y los mexicanos se partieron en cachitos. Hoy todo está polarizado, con posturas sociales o ideológicas completamente opuestas, lo que dificulta el entendimiento y la búsqueda de soluciones y sí un clima de confrontación entre los distintos bandos en los que hoy se convirtió la antes unidad nacional.
Sin embargo, es posible reconstruir los espacios de diálogo y lograr puntos de reencuentro que permitan la recuperación de la armonía y entendimiento para la solución de los grandes problemas que hoy enfrenta todo el país.
Parece difícil o hasta imposible, pero hay que recordar que del odio al amor sólo hay un paso, salir a votar el 2 de junio y cruzar la opción que represente la reconciliación de todos los mexicanos.
No votar o hacerlo mal, significará la continuación de la división y el odio entre todos, lo que acabará con tu familia, con tus amigos y contigo mismo, destruyendo a México y convertirlo en un país de hambre, de lágrimas y muerte. Porka Miseria.