Tercer debate presidencial; la recta final

“Nada más elocuente que la acción.” – William Shakespeare.

Con la realización del tercer debate presidencial entramos a la recta final de las campañas electorales.

Una vez más se pudo comprobar que la sociedad ya tiene definido su voto.

El tema de los presuntos indecisos está más que superado, pues con alcanzar estás instancias los jóvenes que son en su mayoría los que reflejan cierta indefinición han quedado satisfecho con el desempeño de los candidatos.

Es de reconocer que Movimiento Ciudadano (MC) junto con Jorge Álvarez Maynez ha tenido un fuerte impacto entre ese segmento poblacional, pues su discurso fue dirigido a ellos, presentándose a su movimiento como la opción más factible y accesible para las nuevas generaciones.

Aun cuando todos los que conocemos a Dante Delgado Rannauro – líder moral de MC-sabemos de su manejo en la elaboración de manzanas envenenadas, pues sabe perfectamente vender versiones donde aparenta involucrar a las nuevas juventudes, pero a la hora de las verdaderas decisiones el manejo lineal de su estructura nos recuerda más a un gran mariscal al frente de sus tropas de combate que a un gran demócrata.

El desempeño de Álvarez Maynez ha sido notable pues es quizá el que mayor libertad tuvo para presentar sus ofertas políticas.

En la tribuna de enfrente era lógico esperar que ambas candidatas se despedazaran, el tema se prestaba para ello, hablar de seguridad, era indiscutiblemente el escenario perfecto para reprocharle por un lado la colusión de los gobiernos con la delincuencia organizada, restregándole en la cara la detención de Genero García Luna como la prueba más clara de esa cadena de descomposición gubernamental ante el cáncer que representa el crimen organizado.

Por otra parte, el actual oficialismo, en la persona de Claudia Sheinbaum solo tuvo que mantener ese plan de defensa respecto al tema del manejo de la inseguridad en el que la cifras lo señala como un sexenio desastroso por el volumen de muertos ante la criminalidad.

La problemática se hace honda y evidente, pues la forma en que se ve la situación es antagónicamente opuesta, mientras una pretende ir al cumplimiento de la Ley de manera irrestricta, por otra parte, el movimiento transformador, habla de atacar el problema a fondo, a la raíz del mismo, pretendiendo cambiar el entornó social de la población.

Aunque como ya lo hemos señalado en una sociedad corrupta, nada, ni nadie hará cambiar el estatus quo de las cosas pues es la misma sociedad corruptora la que no permite ir a fondo en el problema.

Es más fácil para muchas familias estirar la mano y hacer como no saber de dónde viene el dinero que sus hijos buenos y santos les dan, que recriminarles el origen del sustento para mitigar el hambre.

Mientras como sociedad, no seamos verdaderamente autocríticos y volvamos a convertir a las familias en las células básicas de la sociedad, en donde los padres y madres tengan el poder ético y moral de inculcar principios y valores, en donde lo dicho en casa sea más poderoso que la Ley misma, México, no podrá acabar con el flagelo que la delincuencia representa.

Por lo pronto, ya ha quedado claro cuál de todas es la mejor oferta, no se deje intimidar por quienes le dicen que vamos a caer en la desgracia de convertirnos en un país peor que Cuba, Venezuela o Nicaragua, porque eso no pasará.

Tampoco se deje deslumbrar por la cantidad de apoyos que desde el Gobierno le pudieran garantizar, pues tampoco está será la solución, sino la manera más equilibrada de intentar revertir los fenómenos y problemáticas que regionalmente enfrentamos.

Lo que nos queda ahora, es todos en masa ir a votar, y que la democracia se imponga.

 

Al tiempo.

 

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