Y no es para menos.
En tres semanas los 38 puntos que ostentaba arriba de su rival Pepe Yunes los perdió.
Bastó se le rascara un poquito a su pasado para que la pus aflorara.
De hecho ya se sentía venir la embestida ciudadana luego de su sonado fracaso en Dos Bocas y la bola de raterías que sobre la refinería se ciernen.
Luego, en abono a lo mismo, esa tan desagradable presencia de dama de alcurnia, de voz tronante, altanera, de vestimenta Vuitton ante una ciudadanía pobre, por no decir en harapos.
Una ciudadanía resentida, con rencores y ganas, muchas ganas de cobrar agravios.
De ello, sin embargo, nunca se dio cuenta.
Flotaba al descender de la Suburban Premium.
Rodeada de un puñado de malencarados posaba sus delicados pies en el camino, en los andadores de acero, flotaba en esas famosas vallas que impiden se le echen encima y sí den margen para el saludo y una selfie con “mi pueblo”.
Una botella de alcohol en sus manos tras la salutación era obligada para protegerla de las bacterias que trasmiten los pobres; cambio de ropa limpia a cada encuentro con la raza por aquello de los piojos y a los niños… pues a esos angelitos solo de lejitos poque siempre andan sucios y moquientos.
Ello la gente lo observaba a cada paso que la Nahle daba por el suelo veracruzano.
Pero, lo que más molestaba era su ignorancia.
Esa falta de conocimiento de las necesidades de la población, el confundir a nuestros héroes patrios pensando que siguen vivos; el no distinguir lagunas de litorales, no saber pronunciar el nombre de los municipios y prometer a los habitantes de los 212 municipios “carritos de medicinas” para resolver el problema del desabasto médico.
Y lo que fue primero risa y burla por tamaña novatez al paso de los días se convirtió en mofa y mas tarde en enojo colectivo.
Luego de darse a conocer los mansiones en Boca del Río, Coatzacoalcos, Tabasco, Cancún, Monterrey y Nueva York por un valor superior a los 100 millones de pesos. luego de hacerse público los 5 millones de dólares que trasladó -ella y su esposo José Luis Peña y un prestanombre de apellido Ferguson- a paraísos fiscales del Caribe y el colmo, concesionar 100 gasolineras para los amigos y utilizar vehículos Suburban robados para irse de campaña, derramaron el río de dudas.
¿Esa es la quiere gobernar a ocho millones de veracruzanos?
Estamos hablando de la misma, la zacatecana que gastó 240 mil millones de pesos -16 mil millones de dólares en cinco años- en un proyecto “Dos Bocas” que no sirve ni como paseo turpistico porque fue construido abajo del nivel del mar y siempre está inundado.
“Dos Bocas” ha sido inaugurado cuatro veces y no arroja más que bienes raíces.
En realidad, con tanto que tiene malhabido guardado bajo el colchón y los bancos del Caribe, la zacatecana no tiene necesidad de ir a gobernar Veracruz, sobre todo a la mala.
Y no tendría porque tiene todo, un marido maloliente y mal humorado que terminó por comprenderlo a base de cañonazos millonarios; una fortuna -3 mil 600 millones- que no se acaban las siguientes cuatro generaciones; mansiones que una vez que completen la del Pedregal de la ciudad de México y terminen de amueblar la de Nueva York, no les dará tiempo mas que para visitarlas rápidamente una vez cada 15 días ya que son muchas.
Los negocios.
Para que quiere Veracruz -bueno, si lo quiere por los 150 mil millones de pesos de prespuesto anual- si es repudiada donde se pare. Si a cada lance ya como gobernadora será echada de los cafetines tradicionales con gritos destemplados.
Nunca será aceptada donde se reúnen los jarochos a comer y paseos donde van las familias a departir. Ella, ni su marido, caben.
El punto es que uno es lo que piensa y el otro es lo que Nahle ya decidió, irá al debate.
Ojalá llegue bien preparada con contratos de arrendamientos, sin escrituras apócrifa, con las facturas de las camionetas en regla, con los contratos legales de Dos Bocas y con una cinta en la boca para su marido José Luis quien cada vez que habla, la caga.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo