“Tesmoforias.”
Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.
Las manifestaciones de la mujer para protestar y exigir respeto y derechos, es un tema antiquísimo. De igual manera, desde los primeros tiempos de nuestra cultura occidental, estas manifestaciones han tenido el propósito de condenar la actitud machista, déspota y despreciativa del hombre con la mujer. Esta actitud peyorativa hacia el género femenino se expresa en el trato directo, en el lenguaje que se utiliza, en los distintos conceptos que utilizamos, un ejemplo: cuando somos niños, si no nos atrevemos a determinado acto, inmediatamente nos censuran diciéndonos que parecemos niñas…luego entonces, el resultado es una posición machista y denigrante que se ha reproducido como un mal modelo educativo. No se trata de ocultar males y vivir elogiando a la mujer, el tema sería tratar de lograr un justo equilibrio. Una igualdad de condiciones tanto en los valores como en los antivalores. Si queremos analizarlo desde el punto de vista de las obras literarias, pensemos en la figura de don Juan. A este personaje lo vemos como un conquistador, un hombre hábil, astuto, dominador. Por supuesto que pagará las consecuencias de sus abusos y atropellos, empero, la imagen que tenemos de él es la de un galán conquistador. Si pensamos en una mujer literaria que haya llevado una vida ligera, ahí está la figura de Fedra, e incluso, ni siquiera puede ser tachada de prostituta, Fedra se enamoró locamente de su hijastro y fue víctima del destino, no obstante, sin importar contextos, motivos, don Juan es un conquistador y Fedra una meretriz. Ahí está la desigualdad. Ahí el machismo.
Partiendo del personaje llamado Fedra, Eurípides le dedicó una tragedia donde ella es la responsable de toda la desgracia que vivió y ocasionó. Es decir, la mujer como responsable de todos los males. Esta actitud que plantea Eurípides en algunas piezas fue duramente criticada por Aristófanes en su comedia: “Tesmoforias.” Si en la obra: “Las nubes” Aristófanes se va contra Sócrates al ubicarlo como un sofista, en “Tesmoforias” el personaje central es Eurípides y el tema medular es el odio que sienten las mujeres por él. El rencor se deriva como le expliqué arriba, por la forma tan baja en que las retrata en sus obras. Este resentimiento va a ocasionar que en plena fiesta que se celebraba en Grecia en honor de las diosas Deméter y Perséfone, festejo que se denominaba Tesmoforias, las mujeres se reúnan en asamblea para juzgar la actitud de Eurípides y si se puede sentenciarlo a muerte.
Eurípides se entera del plan que tienen las mujeres y estando con su suegro Mnesíloco va a la casa del poeta Agatón para que lo ayude. Agatón, quien es un personaje importante en el mundo griego lo recibe y Eurípides le pide auxilio. Agatón le pregunta cómo y Eurípides le platica lo que planean las mujeres, por ello, le solicita a Agatón que se apersone en esa asamblea para que lo defienda, lo anterior implica que Agatón debe vestirse de mujer, cosa que no le costará mucho, porque desde los primeros diálogos entre Eurípides y su suegro, estos presentan a Agatón como hombre amante de los hombres, de hecho, al momento que caminan a la casa de Agatón, Mnesíloco no recuerda quién es Agatón y Eurípides le dice a su suegro: “¡Si hasta te lo abrochaste, pero ya no lo recuerdas!”. El lector debe saber que cuando la pieza en comento se presentó en el 411 a. C, tanto Eurípides como Agatón vivían, así de directas eran las alusiones y los encuentros y desencuentros literarios. Continuando, Agatón niega la ayuda a Eurípides, empero, el suegro se ve obligado a hacerlo, debe intentar influir en las mujeres para salvar la vida de su yerno.
Acto seguido, Eurípides depila de la parte trasera y delantera a Mnesíloco, le quita las barbas y los viste de mujer. Toda la ropa e instrumentos se los prestó Agatón. Así que Mnesíloco llegó a la reunión y ya en pleno acto multitudinario empezaron a pronunciarse los discursos inculpando a Eurípides de misógino. Hubo varias oradoras, la oradora I expresaba: “¡Os juraré por las diosas que no es la ambición la que me mueve a hablar, oh señoras mías! Lo que me mueve y pesa en mi alma ha tiempo es ver la forma en que os trate por los suelos ese Eurípides, el hijo de la verdulera, que está borbotando por su boca dicterios en todo tiempo. ¿Qué vilipendio hay que no nos eche encima? …Nos llama las buscadoras de adulterios, deseosas de hombres, bebedoras de vino, traidoras, charlatanas, buenas para nada, azote de los maridos…Hacer ya no podemos lo que antes hacíamos, desde que este infame ha dado a conocer a nuestros hombres tantas y tan malas cosas en contra nuestra. Si ven a una mujer que está tejiendo una corona, ya piensan que anda enamorada. Si en sus idas y venidas por la casa se le escapa de las manos una vasija, luego el marido dice: ¿En recuerdo de quién quiebra esa olla, no será por el huésped de Corinto?”
Cada oradora expondrá sus argumentos acusativos. Todas coinciden que las tragedias de Eurípides donde la mujer sale mal parada, además se ser mentiras, infamias, inventos, han logrado provocar y causar mucho daño. Han logrado imponer un desprestigio por el puro dicho sin sustento del poeta trágico. Una mujer no conocida por las manifestantes pidió la voz, entonces empezó a hablar Mnesíloco, este personaje haciéndose pasar por mujer inicia con las siguientes palabras: “No me asombra, señoras que estéis a grado tal airadas contra Eurípides, ni que se haya derramado de ira nuestra bilis…Pero conviene hacer algunas aclaraciones. Ahora que estamos a solas y no va a escaparse afuera palabra alguna nuestra.” Y a partir de esta entrada, Mnesíloco señala un sinfín de ejemplos supuestamente personales, que en el fondo eran ejemplos de engaños y traiciones de varias mujeres que se encontraban allí: “¿Algo ha dicho de esto Eurípides? Sí, que habla mal de Fedra, ¿Quién lo niega? ¡Qué nos importa! Y nunca ha dicho palabra de esa clase de mujeres que al marido embaucan mostrándole: ¡Mira qué preciosidad! Y entre tanto el amante se escabulle deslizándose en la sombra…”
El discurso de esta mujer desconocida enfureció a todas. Una se desvistió para írsele encima a golpes a esa mujer que las difamaba. Mnesíloco les dijo más cosas que les dolió. En la actualidad les sigue recordando que del mal que ellas se quejaban, es decir, de las calumnias y difamaciones que destruían sus vidas, sus prestigios y su reputación, hoy de ser víctimas ahora son verdugos, es más, les dice que se han convertido en el Eurípides que tanto odiaban. Sí, porque ahora en esa lucha por la igualdad de derechos, hoy día si una mujer quiere destruir la imagen de un hombre, le basta con escribir su nombre en una barda tachándolo de acosador, violador…y aunque no exista ningún sustento, ninguna prueba fehaciente, real, mejor dicho, aunque lo escrito sea una mentira, al igual que las obras de Eurípides lo escrito se vuelve una “supuesta verdad” que daña terriblemente. La historia continúa y las mujeres descubrirán que Mnesíloco es un entrometido, farsante, embustero. Entre todas lo detienen, lo desvisten, se asombran y emocionan de ver la cosa larga, aun así, van a pedir que se haga justicia y esta es la pena de muerte.
Eurípides al enterarse de que su suegro está en peligro de muerte intenta ir a salvarlo. Se viste y se hace pasar por Menelao y Mnesícolo se hace pasar por Helena, más no logran escapar. Después Eurípides intenta presentarse como Perseo quien va por su bella mujer Andrómeda, tampoco logran nada. Sólo le queda una salida, enfrentar directamente a las mujeres. Eurípides lo hace y les promete nunca más hablar mal de ellas. Nunca más difamarlas. Las mujeres aceptan y le perdonan la vida al suegro.
Ahí se encuentra el detalle. La difamación puede llegar a ser más dañina que una cadena perpetua. Nunca debemos ejercerla, porque en muchos casos el daño es irreparable, y, asimismo, las historias se revierten y los tiempos cambian.
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