Una votación sin precedentes se espera el domingo 2 de junio.
La ciudadanía, de acuerdo con estimaciones del INE y OPLE en base a las tendencias estadísticas, coincide en que es previsible acudan a las urnas 4.2 millones de electores.
Será en una proporción mayor al 8% a la registrada en las últimas elecciones de 2016, 2018 y 2021.
Se prevé una votación masiva que de manera definitoria impedirá que el gobierno de Cuitláhuac García se robe la elección, que se consume una elección de Estado como ha venido alertando la oposición.
Serán 350 mil jóvenes los que se incorporen al padrón electoral veracruzanos al cumplir los 18 años, mismos que serán el punto de quiebre que decida la elección.
La misma oferta electoral en favor de Pepe Yunes, al final de la precampaña, ha permeado en amplios sectores ciudadanos de los 212 municipios.
Abona en su favor y así se muestra en las estadísticas, su honestidad y el ser auténtico veracruzano.
Suma además la disposición partidaria en favor de la alianza partidista que en sí misma supera al saldo político que presume el adversario.
Es decir, los capitales políticos del PAN, PRI y el PRD superan los récords alcanzados en 2018 por López Obrador en la entidad que fue de 2 millones de sufragios y 1.7 para Cuitláhuac García alcanzado por el efecto Peje.
La diferencia la hizo en ese momento histórico que los opositores no se coaligaron.
Hoy a la alianza opositora se suma la galopante descomposición de Morena hacia su interior.
Las tribus chairas siguen inconformes con que Rocío Nahle haya venido a descomponer la frágil unidad que lideraba Cuitláhuac.
Están molestos por el rechazo y apartamiento de los líderes históricos, los fundadores de Morena y las familias chairas beneficiarias que esperaban más de lo mismo, otros seis años de poder y prebendas.
Los equiperos de la zacatecana han chocado con los chairos del poder aldeano quienes ahora se niegan a ceder el respaldo.
Y eso se verá reflejado en las urnas.
En el mismo sentido la ciudadanía cobrará con el no voto la escalada corrupta del que se va, de Cuitláhuac, así como la herencia más corrupta de López Obrador que nos quiere imponer a una oriunda de Zacatecas con un pasado inconfesable.
Su pueblo sabio habrá de ser sabio -ya se nota- y habrá de voltearse y previsible que este despertar ciudadano se traduzca en una votación masiva en su contra el 2 de junio.
Ya por lo pronto en el solar veracruzanos desde hace semanas se percibe un ánimo ciudadano en favor de Pepe Yunes quien, a diferencia del 2018, ha ganado en popularidad y aceptación entre amplios sectores de la población.
Son más que evidentes las manifestaciones de respaldo y aprobación a su propuesta de gobierno.
La gente en las calles lo detiene para abrazarlo. Todos quieren una “selfi” con quien consideran será el próximo gobernador.
Y es que la aceptación es evidente y contrastante con la zacatecana quien al momento ha dejado en claro tres cosas: no conocer Veracruz, ser rechazada por haber nacido en Zacatecas y por su pasado corrupto, marido incluido.
Si hoy fueran las elecciones la victoria de Pepe sería indiscutible, sin embargo, faltan 10 semanas, lapso suficiente para que los perdedores maniobren, para que consumen una elección de Estado que solo podrá ser impedida, con una votación abrumadora.
Ya por lo pronto el camino del nuevo Veracruz, sin trampas ni engaños está trazado.
Ya no hay miedo.
Habrá que esperar al domingo 2 de junio en dónde, tal como ha prometido Pepe, Veracruz dejará la penumbra y volverá a sonreír.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo