Los cargos no hacen historia por sí mismos, son las personas quienes enaltecen las responsabilidades públicas, entre las que se encuentra en un lugar destacado de nuestra historia la actuación de la mujer en las diferentes etapas de la administración.
En este concepto las mujeres han luchado hasta donde les es posible, para destacar en el mundo complejo de la política nacional, que cada día es más complejo, pero también, más nacional, gracias a las mujeres mexicanas.
Porque desde 1979 que llegó a la gubernatura de Colima, la priista Griselda Álvarez, como la primera mandataria estatal del México moderno, ella como primera gobernadora mujer realizó un papel destacado, pero además hizo historia; sin embargo, no sabemos hasta dónde tuvo la libertad de imponer su criterio y preservar lo que se llama el estilo personal de gobernar. Ahora, la capacidad de convocatoria, la expresión de sus ideas, la difusión de sus propuestas irrumpe en la historia, a pesar de que el machismo y la misoginia no se han extinguido.
Es tiempo de reflexión sobre la llegada de una mujer a la Presidencia de la República y, al mismo tiempo un llamado al respeto a su personalidad y no permitir que se insista en que ellas dependen de fuerzas superiores, que tienen jefes dentro o fuera de la política o patrones que rigen sus proyectos y promesas de campaña.
En los gobiernos de los estados la mujer compite por más cargos públicos que nunca y han resistido, como esfuerzo adicional, las barreras de quienes, por el simple hecho de ser mujeres, les imponen para impedir avanzar.
La primera secretaria de estado, Rosa Luz Alegría, atrajo una serie de críticas por su nombramiento. La sorpresiva llegada de una mujer al gabinete a cargos de primer nivel afectó y también insulto a los varones de la política que consideraban una práctica propia de hombres, causando lástima no por la funcionaria sino por quienes, por el simple hecho de ser mujer, la descalificaban como una secretaria eficiente.
La mujer se ha ganado palmo a palmo todos los cargos en la política y en la iniciativa privada: sin embargo, todavía no hay igualdad. Hay lugares donde los salarios son diferentes por tareas iguales; en las calles siguen siendo vistas como objetos; en las universidades son objetivos de patologías sexuales de los maestros, etc.
Tradicionalmente, desde los medios electrónicos de información, se creó una competencia entre hombres y mujeres, y en algunos casos enfrentamientos. Chistes, declaraciones, comentarios sobre la esposa, desde programas televisivos crearon impunemente una idea discriminadora respecto a las mujeres, sin que hubiera protestas airadas, ni jóvenes encapuchadas dijeran nada.
La difusión de los programas empleó a crear hábitos y se dijo que toda mujer gorda es fea, que la belleza es sólo física, que las suegras son malas, que la inteligencia estaba excluida de la conducta cotidiana de las mujeres, lo cual es muy grave y, los jóvenes deberán conocer toda una serie de programas televisivos que trataban a la mujer como un objeto indeseable.
Por si esto fuera poco, surgieron algunos trogloditas en la política que dijeron que las mujeres eran lavadoras de dos patas, que llamaba a su pareja con chiflido como si fuera caballo. Las mujeres tuvieron que enfrentarse a este tipo de declaraciones que provenían desde la tribuna política más importante del país, declaraciones que continúan sin castigo, y lo peor es que todavía, hay quienes no sólo se ríen sino que coinciden con estos conceptos que en ningún momento de la historia debieron suceder.
La mujer mexicana ha sabido encontrar en cada obstáculo un avance a su ponderación, a exigir el lugar que la historia le negó por muchos años, en nuestro país y en el mundo. Cada logro de la mujer es producto de una lucha, a diferencia del hombre que encontró todos los espacios dispuestos a su perfil de género aunque no siempre cubrirá el perfil de capacidad.
En México hay mujeres cuyo recuerdo han quedo borrar los políticos hombres, como Elvia Carrillo Puerto, una de las primeras mujeres mexicanas electas diputadas, junto con Beatriz Peniche Barrera y Raquel Dzib Cicero, todas postuladas por el Partido Socialista del Sureste.
Matilde Montoya, la primera mujer mexicana en obtener el grado de médico, a finales del siglo XIX.
Carmen Serdán Alatriste, revolucionaria mexicana y primera gobernadora de Puebla de 1857 a 1861. Hermana de Aquiles y Máximo Serdán.
La historia esconde las victorias de las mujeres, todavía en pleno siglo XXI, las mujeres son marginadas de la vida en prácticamente todos los aspectos, deben surgir de entre la intolerancia y la discriminación, es por ello que en unos meses habrá mujeres gobernadoras, presidentas municipales y presidenta de la República.
Es tiempo de que las mujeres tengan todos los reflectores, porque son su tiempo y en él deben comprobar que saben, quieren y pueden. Los ojos del mundo están sobre sus actividades y esto las impulsa, seguramente, a destacar, aportar y hacer historia.
PEGA Y CORRE.- El INE creó un área de asesoría psicológica para las mujeres víctimas de violencia política de género, aunque también deberían endurecerse las sanciones a quienes se le comprueba este delito y no sólo con amonestaciones o disculpas pueden resarcir una agresión que traen en sus genes. Años de cárcel e inhabilitación permanente en la función pública para esos agresores…Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.