BUSCANDO EL AMOR, MADAME BOVARY SE ENCONTRÓ CON LA FATALIDAD. (V)

“La orgía perpetua”: el nacimiento de Madame Bovary.” (Última parte.)

Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.

Cuando una novela se convierte en un clásico universal, con el paso del tiempo los lectores no tan sólo disfrutamos la historia, además, contamos con enormes cantidades de estudios y ensayos especializados sobre la obra. En el caso del ensayo: “La orgía perpetua” escrito por Mario Vargas Llosa, es considerado uno de los ensayos más profundos y calificados en lengua española sobre Flaubert y la novela. Para desarrollar este trabajo el escritor de origen peruano leyó un sinfín de libros, documentos, toda la correspondencia de Flaubert compuesta por trece tomos, los libros que escribieron acerca de “Madame Bovary” autores como Baudelaire, Jean Paul Sartre, entre otros. Al momento de leer: “La orgía perpetua” queda claro el enorme saber vargasllosiano sobre el universo flaubertiano. Explicaré algunos ejemplos.

Mario Vargas Llosa cuenta que en una ocasión fue con el poeta chileno Jorge Edward a conocer el pueblo de Flaubert, la casa donde vivió, etc., y a partir de la gran admiración que ha sentido por el escritor normando, Vargas Llosa nos platica detalladamente su vida. Sabemos que Flaubert tuvo muy claro que quería ser un escritor de tiempo completo. Nació y creció en una familia acomodada, su padre fue médico, y éste pretendía que su hijo estudiara Derecho, no obstante, toda actividad que no fuera leer y escribir a Flaubert lo agobiaba. Esta presión ejercida por el padre provocó que el entonces joven estudiante se enfermara, en ciertas cartas de uno de los amigos de Flaubert llamado Maxime Du Cam, se habla de “epilepsia”, Vargas Llosa sostiene que la enfermedad tanto pudo ser real, como fingida por Flaubert con tal de alejarse de toda actividad material que le quitara el tiempo que él quería dedicar sólo a la literatura: “Ya sabía entonces Gustave que lo único que le interesaba era la literatura, y la idea de tener un porvenir burgués, una actividad cualquiera que no fuera escribir, lo atormentaba, como atestiguan sus cartas de adolescencia, pero el doctor Flaubert no le permitiría ninguna escapatoria: había que seguir el camino señalado por ese (Dios) Padre cuyo dedo apuntaba hacia la facultad de Derecho.”

La enfermedad lo llevó a un encierro maravilloso, a vivir tranquilo en su enorme casa con un amplio jardín en La Croisset. Al poco tiempo de la enfermedad del joven Flaubert, su padre murió. Dicen que murió de tristeza al ver que su hijo no podría en un futuro ejercer trabajos físicos que le exigieran tiempo, esfuerzo, y que le proporcionaran reconocimiento, fama, y una vida progresista. Los intereses del padre eran muy distintos a los del hijo. Normalmente el concepto de progreso va asociado a bienes materiales, va relacionado con la obtención de riquezas, e incluso, la mayoría vive creyendo que sólo así se pueden encontrar ciertos grados de felicidad. Hasta el más romántico e idealista reconoce que es importante contar con una estabilidad que nos permita vivir tranquilos, sin embargo, jamás he sentido ni creído que allí esté la felicidad. Considero que las personas que viven tranquilas, que logran encontrarle sentido a la vida, que transmiten serenidad, paz, son aquellas personas que tienen muy definido que el valor de la vida se encuentra en tratar de no dañar, en conducirse con altas y bajas honorablemente, en reconocer si se cometió un error y corregir hasta donde humanamente sea posible, en intentar ser prudente, firme más no intolerante, respetuoso, sincero, en fin…allí se encuentra el verdadero progreso, los bienes materiales son importantes si se utilizan para poder desarrollar el sentido y rumbo que hemos elegido para vivir nuestras vidas.-La tranquilidad.

 

Con la muerte del padre, y, particularmente, por el apoyo de su madre, Flaubert pudo entonces dedicarse a lo que más amaba; leer y escribir. Convertirse en un escritor. Claro, contó con la fortuna de heredar rentas del padre, empero, cubierta sus necesidades básicas, jamás le interesó otro tipo de riquezas. Entonces: ¡Imagínese! Usted a un joven que se levanta en las mañanas, desayuna con su madre, dedica dos horas para enseñar gramática, historia y geografía a su sobrina Carolina, desde el medio día se encierra en su estudio, mismo que está al lado de su recamara; cuando hace frío enciende la chimenea, cuando hace calor abre los ventanales por los que entra un aire fresco que proviene de las aguas del Sena, y así, pasa horas leyendo, escribiendo, entre las 6-7pm hace un espacio para cenar con su madre, platican amenamente en la sobremesa, como a las 9 de la noche regresa a su estudio a trabajar hasta como a las 3 de la madrugada. Lo que para muchos puede parecer una vida aburrida, apartada, para Flaubert es una vida de felicidad, placer, gozo. A esto debemos aclarar que nunca se apartó por completo de la vida, ni renunció a ella. Sólo que su prioridad era la literatura. Inclusive, todas estas referencias de la vida íntima de Flaubert la sabemos por su famosa amante Louise Colet, con quien se enviaba cartas donde se compartían lo que hacían en el día a día, algo más, los amantes se veían cada tres meses y disfrutaban de sus amoríos, mas, su verdadera relación se encuentra en las misivas que semanalmente se enviaban, producto de estas cartas que también se enviaba con sus amigos, entre ellos, Du Cam, Bouilhet, con la escritora George Sand, podemos conocer el nacimiento y desarrollo de Madame Bovary. Quiero compartirle al lector, que la fatalidad ficticia del personaje llamado Emma, tuvo su origen en la fatalidad de un personaje real llamado Delphine Delamare.

En el apartado 17 de la segunda parte del libro, Vargas Llosa nos cuenta que la historia narrada por Flaubert está inspirada en un hecho real que sucedió cerca de Rouen, en un pueblo llamado Ry. Allí un sujeto de nombre Eugéne Delamare estudió medicina y figuró entre las personas cercanas al padre de Flaubert. Este estudiante de medicina recibió el nombramiento de oficial de sanidad, título inferior al de cirujano. Se casó con una mujer mayor que él, ésta al poco tiempo murió y Eugéne meses después casó con una bella joven de diecisiete años de nombre Delphine Coututier, hija de granjeros acomodados. El matrimonio tuvo una niña. Delphine murió en 1848 y su esposo en 1849. Años después, cuando la novela de Flaubert adquirió enorme reconocimiento, se investigó más sobre estos sucesos reales y se comprobó que la bella Delphine se suicidó, además, por una empleada domestica se supo que fue una mujer que escandalizó a la sociedad de Rouen debido a que se le conocieron dos amantes, poseía aires de grandeza, le gustaba todo lo elegante, al igual que la futura Emma fue una lectora voraz de novelas. A estas alturas, el lector no tiene ninguna duda que la historia de la familia Delamare es la base central que utilizará Flaubert para escribir su inmortal novela. Empero, esto no le resta el mínimo valor a la historia ficcionada, al contrario, Flaubert con su estilo innovador, formal, con su historia perfectamente estructurada, logró crear una historia literaria técnicamente revolucionaria; tan sólo, si recordamos los profundos monólogos de Emma cuando soñaba con un amor, cuando deseaba vivir momentos de pasión, cuando se cuestionaba el sentido de la vida, cuando sentía que la agobiaba la rutina, lo ordinario, lo vulgar, en ese instante de la lectura, no importa si el personaje se llama Emma o Delphine, en ese instante estamos ante una obra de arte que representa un deseo humano, amar y ser amado. Sobre la inspiración de la realidad Flaubert declaró:

El novelista no crea a partir de la nada, sino en función de su experiencia, que el punto de partida de la realidad ficticia es siempre la realidad real tal como la vive el escritor.”

 

El papá de Flaubert murió creyendo que su hijo no sería bueno para los fines “supremos” de esta vida: progresar, obtener riquezas, bienes, y derivado de todo ello, poseer fama. Flaubert murió tranquilo, nunca le importó ser una celebridad. La fatalidad como sinónimo de destino así funciona. Hoy al médico Flaubert solamente lo nombramos porque tuvo un hijo llamado Gustave Flaubert. La fatalidad como sinónimo de tragedia así funciona. Hoy sabemos un poco de Delphine Delamare, gracias a la imponente figura ficticia llamada Emma Bovary.

 

 

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