Un amigo muy católico al que quiero como hermano, me hizo una confesión sorprendente; me dijo que antes de irse a dormir le pide a Dios por el diablo. “Como sabes, el diablo es la personificación del mal. Y si le pido a Dios que lo convierta en un ser bueno es para que se acabe la maldad en el mundo. Te imaginas…”.
Y sí, me lo imagino.
Si Dios hace la conversión del diablo, se acabarán los asaltos, las violaciones, los asesinatos, las desapariciones, los feminicidios, los suicidios y los secuestros. No habrá ladrones ni corruptos. Las cárceles estarán vacías y no existirán los policías, jueces, fiscales ni abogados defensores, lo que me parece formidable. Pero además…
No habrá injusticias, atracos o abusos; se acabarán las guerras y los actos de terrorismo. El Reloj del Fin del Mundo que nos acaba de hacer saber que a la humanidad le quedan 90 segundos antes de que se la lleve el diablo, será un objeto decorativo.
Sin el diablo haciendo maldades no habrá gobiernos y por lo tanto no habrá elecciones y al no haber elecciones no habrá carruseles, urnas embarazadas, ratones locos, mapaches, INE, funcionarios de casilla u observadores internacionales. Tampoco habrá partidos políticos, ni militantes, ni líderes sindicales, ni presidente de la República, ni mañaneras, ni diputados, senadores, alcaldes o gobernadores.
Se acabarán las funciones de box y lucha porque golpear a un semejante es pecado y el pecado es cosa del diablo. Como se privilegiará el fair play en los partidos de fut, no habrá Var ni árbitros ni abanderados.
La mordida y el chayo pasarán a la historia lo mismo que el lucrativo y multimillonario negocio de las drogas, la trata de mujeres y niños y el tráfico de personas.
No habrá envidias, celos ni desavenencias matrimoniales. La infidelidad será cosa del pasado.
Por obvias razones quedarán proscritos los bares, cantinas, antros, centros nocturnos y burdeles. Ciudades como Las Vegas y Montecarlo desaparecerán de la faz de la tierra con todas sus beldades.
A ver a ver a ver, ¿qué no es irse a los extremos si el mundo se queda sin bares, antros, casinos, beldades, infidelidades y mordidas?
Quién sabe, pero todo eso desaparecerá con la conversión del diablo.
Como la misión primordial de las religiones es la de hacer buenos a los seres humanos y con el diablo rayando en la santidad, nuestro planeta será un ejemplo universal de bondad, por lo que las religiones saldrán sobrando y también desaparecerán.
Ah chingá… ¿tanto así? Sí, tanto así.
No pues entonces, quién sabe si las oraciones de mi amigo sean escuchadas. Y es que si el diablo se vuelve bueno, le echará a perder su razón de ser al mismo Dios.
Lo que sí debería hacer el Señor y lo planteo con todo respeto, es exigirle al maligno sujeto que ya le baje a la pesadilla de violencia criminal que se vive en este país.
Con eso será más que suficiente y no habrá necesidad de que el mentado diablo se convierta en bueno, porque también perderá su razón de ser.
Operativo para proteger la tranquilidad de los tuxpeños
El Gobernador Cuitláhuac García estuvo en Tuxpan con la Marina, SEDENA, Guardia Nacional, SSP, Fuerza Civil y elementos de las fiscalías, afinando la coordinación del operativo de seguridad.
El Mandatario estatal informó que “se ha decidido que el operativo sea regional, cubriendo también la zona de Poza Rica, con más de 600 elementos coordinados”.
También sostuvo una importante reunión con el presidente municipal José Manuel Pozos Castro.
“Como lo hemos expresado, el interés primordial es proteger la tranquilidad de la que ha gozado este municipio y sus alrededores, así como seguir con el plan de protección ciudadana en una amplia región del norte de Veracruz”, destacó en su mensaje.
“Con justicia seguimos trabajando por la seguridad de los veracruzanos”, reiteró el gobernador.