Ángel Lara Platas
Hay reglas propias de las campañas electorales que se cumplen porque así están asentadas en la ley electoral, pero no se encuentra una explicación basada en algún razonamiento de peso.
Por ejemplo, la llamada Ley Seca, que consiste en suspender la venta de bebidas alcohólicas previo al día de la jornada electoral, recomienda a las autoridades municipales o estatales, establecer medidas para limitar el horario de servicio de los establecimientos donde se consuman bebidas embriagantes. Esta medida se hace extensiva a los negocios que solo venden para llevar, no para consumir en el lugar.
Aunque no hay autoridad que ofrezca una explicación que justifique tal medida, ya está en el conocimiento de la gente que el sábado anterior al domingo de las votaciones, después de cierta hora no podrán consumir alcohol en restaurantes, antros o bares, tampoco comprarlo en ningún lugar. Ante esta medida, los adoradores del Dios Baco se anticipan a comprar lo que consumirán el día de la prohibición.
Incluso, quienes no tienen planes para armar la fiesta el día de las votaciones, compran el vino “por si se ofrece”.
Como no existe información real de la decisión para aplicar tal medida, se especula que pudiera ser para evitar accidentes vehiculares o disturbios en las casillas. Pero con la compra anticipada de las bebidas embriagantes puede suceder lo que se intenta evitar. Quienes quieren beber alcohol, con la compra anticipada pueden lograr su objetivo.
Desde hace varios años, la aplicación de la ley seca ha sido una constante no muy bien vista.
En broma se dice que la prohibición obedece a que sobrios votan por un partido, y borrachos por otro.