Hace 31 años, la reina Isabel de Inglaterra (1926-2022). Una de las gobernantes más longevas del mundo, reinó por espacio de 75 años. En 1992, lo declaró como Annus horribilis, por una serie de acontecimientos vividos por la familia real británica. Pero seguramente millones de seres humanos en el mundo hemos tenido años muy complejos y también horribles. Y en lo particular para un servidor fue un año muy difícil como los últimos cinco años. Por la falta de un empleo bien remunerado, estabilidad económica. Y como millones de mexicanos vamos sobreviviendo esta trágica transformación política del país.
El misterio de la muerte, ha sido una constante a lo largo de la historia de la humanidad. Desde el hombre primitivo hasta el hombre de la inteligencia artificial tiene ese misterio presente. ¿Qué es la muerte? Y a donde vamos o a donde regresamos. De ahí el surgimiento de un aparato crítico, llamado religión, para justificar ese misterio después de la muerte. Es imposible dar una cifra de cuántos millones de trabajos bibliográficos se han producido en todos millones de años en que el hombre se ha puesto a reflexionar sobre dicho misterio. La muerte, en español se tiene varias nomenclaturas, como ejemplo murió o falleció, etc.
Estamos en los últimos días del año 2023, ya han pasado las cenas de fin de año, las posadas, la cena de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo, han sido horas de reflexionar, sobre las cosas buenas y malas que han pasado en el presente año. Cosas que nos hicieron reír y también las que nos dejaron una huella de dolor, todo son aprendizaje. El primero de enero del 2024, una nueva oportunidad para volver a vivir en plenitud. Desde estas líneas a mis estimados lectores permítame enviarle una cordial felicitación por las fiestas de fin de año. Un fuerte abrazo a cada uno de ustedes.
Desde mi niñez, siempre he estado muy presente en esas acciones de la muerte, primero en el entorno familiar y luego en lo colectivo. A 57 años de edad, sumo muchas referencias de muerte, creo que inició hace 50 años, o menos con el fallecimiento de don Simón Marín, un vecino de la Cruz de la Misión, un anciano muy alta, siempre de traje color oscuro, le recuerdo con cariño con un niño como yo, y un día el portal de su casa ya no se abrió, y es muy grande la lista de los muertos de mi barrio en la Cruz de la Misión, o las señoritas Aguilar dueñas de una casa de modas, muy importante en Xalapa, las tres señoritas, nacidas en el porfiriato, y que murieron en la pobreza. A los 9 años cambió un poco mi misión de la muerte, al asistir al funeral del General Rafael Ávila Camacho, en marzo de 1975, en Teziutlán, Puebla, como militar, ex gobernador del Estado Pueblo y Presidente Municipal de la ciudad de Puebla, eso parecía un carnaval, toda la clase política de dicho estado, ya la familia Ávila Camacho. En enero de 1978, la muerte de la tía Guadalupe Nader Castañeda, entristeció muy corazón, ya no tendría frijoles refritos con queso, en las futuras visitas a Altotonga. En la primaria un compañero, llamado Oscar, fue operado y no salió de la operación, recuerdo la histeria colectiva en el grupo, sólo recuerdo que vivía en la calle de Azueta.
Ya muertes que han marcado mi vida, el 10 de octubre de 1982, falleció mi madre adoptiva, Felicitas Bello Alvarado, a los 16 años te cambiaba radicalmente la vida. En enero de 1987, moría inesperadamente, el 12 de enero el primo José Lendechy Bello, y otro día nacía Juan Carlos Martínez Alarcón, y en diciembre de 1987, de manera inesperada fallece Flavio Rosas Molina, a 31 años de vida, mi primera responsable en la quinta comunidad del Camino Neocatecumenal de la parroquia del Calvario. En 1992, en marzo, mi hermano Ignacio Eleuterio, falleció también de manera inesperada.
Con la pandemia del Covid-19, que marcará al siglo XXI, por espacio de dos años tuvo secuestrada a la humanidad, y millones de habitantes del planeta murieron, hasta hoy me duele el fallecimiento de mi amigo, el sacerdote, Guillermo Ceballos Godos, (1974-2021) quien hasta el último aliento estuvo ahí llevando la sagrada comunión a los enfermos. Es grande el número de amigos, conocidos y familiares que murieron en estos años de la pandemia, recuerdo el ensayo del escritor .Lorenzo León Diez,(2023) Nueva barbarie de la tristeza feliz,El Colver- La Jornada Veracruz, 189 pp.
El presente año del 2023, iniciaba con una gran alegría, por la invitación que me realizaba el doctor en derecho don Rubén Pabello Rojas, para escribir el prólogo de su nuevo libro: Poliantea II. Una Visión del pensamiento crítico. Agua Arena editorial Xalapa, 235 pp.
Las primeras horas del lunes del 17 de abril, dejó de latir el corazón de mi madre, Rosa Ríos (1941-2023) luego de larga agonía provocada por el cáncer. Luego que en años pasados, un médico alternativo, le había pronosticado una larga vida, pasando a los cien años, una esperanza que se me clavó en el corazón. En pocas palabras tendría madre eternamente aquí en la tierra. Han pasado 250 días de su fallecimiento, y cada segundo, minuto, horas, días, semanas y meses se agudiza su ausencia; ya no haya llamadas telefónicas, visitas a su hogar, comer sus propuestas gastronómicas, desde el vaso de agua, el mole, el asado planco, sus postres, seguramente su sazón fue el amor, hoy que todo ha sido reflexionar todas esas cosas que siempre nos dio, con ese don de maternidad, hasta los regaños .
En el presente años dejaron de existir: Rafael Martínez Morales, Rosa María Cabrera Lotf, Jorge Hernández Ochoa, Enrique Florescano, Esther Hernández Palacios, Adela Ríos Montera, Félix Báez-Jorge, Manuel Bautista Mercado, Agustín Ruiz Palomares, Guadalupe López Hernández, Carlos Brito Gómez, Jose Agudo, Yolanda Cejas Cortes, Lety Belmont, Ana Laura Villa Jerezano, Alejandro Gómez Salinas, Cristina Pacheco, Lorenza Franco, seguramente habrá más amigos fallecidos que no te enteras al momento.
Hemos llegado al fin del presente año, sólo queda agradecerles a los lectores de mis artículos semanales, en los diferentes portales de la prensa veracruzana. Muchas felicidades, y quedando en deuda con ustedes.