Cuando ya corre el último año de gobierno se comprueba que Cuitláhuac García Jiménez actúa más como amigo, con todas las consideraciones, que como autoridad con sus colaboradores.
Seguramente eso lo descubrió muy pronto Eric Cisneros y por eso abusó de su forma de ser, de su carácter y hasta se le montó encima y prácticamente lo sustituyó como gobernador.
Ayer Cuitláhuac dio otra muestra más de que no tiene carácter ni don de mando y que prefiere asumir responsabilidades que no le tocan, con sus respectivos costos, con tal de proteger a sus subalternos.
En lugar de que como lo planteó el alcalde Ricardo Ahued diera un manotazo y exigiera al secretario de Infraestructura y Obras Públicas, Elio Hernández, que saliera a dar la cara y asumiera su responsabilidad por el retraso de obras que tienen desquiciada la capital del estado, ¡lo hizo él mismo!
En conferencia de prensa, el buen Cuitláhuac salió con que: “Les pido disculpas y paciencia a la gente por el tráfico, pero estamos trabajando”. Todavía peor, agregó: “No nos estamos transando la lana” (o sea está consciente de que hay la sospecha de que le están metiendo la mano al cajón).
Buscó todos los pretextos posibles para justificar el incumplimiento de su gobierno, y al dar él la cara se puso de pechito para ser el receptor de las miles de mentadas de madre de los xalapeños por los retrasos y molestias que están sufriendo, mentadas que Ahued se quitó de encima cuando en forma valiente salió a aclarar que la obra no es suya.
Tener un amigo así. En todo gobierno los subalternos son hombres de sacrificio para dar la cara y hasta ofrecer sus cabezas asumiendo culpas y responsabilidades, aunque no sean suyas, porque un gobernador nunca se equivoca ni tiene la culpa ni responsabilidades, aunque se equivoque y sean suyas las culpas y las responsabilidades.
Elio nunca debió haber permitido que su jefe el gobernador diera la cara por él ni que asumiera la culpa que le corresponde. Antes que eso debió haberle presentado su renuncia y dejar a Cuitláhuac como campeón. Anoche él, Elio, debió haber dormido a pierna suelta, a todo ronquido, mientras que a Cuitláhuac le han de haber ardido las orejas toda la noche por tantos recordatorios maternos (y los que faltan).
Ya solo les quedan once meses y días en el gobierno y no aprendieron, se van a ir como llegaron: sin saber nada del comportamiento y del quehacer político.
Retoma AMLO (y Nahle y Manuel) trenes que ya fueron un fracaso
Soy de los escépticos de que el regreso del tren de pasajeros “El Jarocho”, que impulsa el presidente Andrés Manuel López Obrador y lo han tomado como bandera de campaña Rocío Nahle y Manuel Huerta, vaya a tener éxito.
Ayer jueves, de visita en Minatitlán, el exdelegado de Bienestar retomó el tema entrevistado por reporteros en el mercado “5 de Febrero”.
No sé si los candidatos a la gubernatura y al Senado, respectivamente (se hacen llamar “coordinadores de los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación” por temor a una sanción del INE), creen de veras en el proyecto o lo hacen suyo solo para hacerle la barba al tabasqueño.
Mi escepticismo tiene base en mi experiencia de haber visto cómo se fue extinguiendo el tren de pasajeros (de Ferrocarriles Nacionales de México) que corrió en el siglo pasado de Coatzacoalcos a Salina Cruz, Oaxaca, y luego, muchos años después, el fracaso de “El Jarocho” cuando lo impulsó el entonces gobernador Fernando Gutiérrez Barrios.
El tren de aquel entonces transportaba, como cabe suponer, pasajeros que iban a los pueblos y ciudades del Istmo de Tehuantepec, y viceversa, y muchos de ellos transportaban mercancías para vender. Era alto el nivel de ocupación del tren por una sencilla razón: porque no había más vías de comunicación.
Pero con la construcción de carreteras llegó la modernidad de aquel entonces y la gente prefirió viajar por tierra, en camiones que hacían menos tiempo en transportarlos, y aquellos viajes llenos de colorido donde en cada estación había vendedores gritando, sobre todo de alimentos y golosinas, se fueron apagando hasta que desaparecieron.
Este mes, si nuevamente el presidente no queda mal, como con la refinería de Dos Bocas, deberá reactivarse la ruta ferroviaria de pasajeros del Istmo, según informó en septiembre pasado López Obrador. Pero también anunció las rutas Coatzacoalcos-Veracruz y Veracruz-Ciudad de México.
Pienso que el éxito estaría asegurado si no hubiera carreteras, la Costera del Golfo, de Coatzacoalcos a Acayucan y al puerto jarocho, y la autopista de Veracruz a Córdoba que entronca en La Tinaja con la que va a Coatzacoalcos. ¿Alguien preferirá hacer ocho horas, mínimo, o más de Coatzacoalcos a Veracruz cuando por carretera se puede hacer tres o cuatro? No lo creo.
Habría éxito, eso pienso, si en cambio se tratara de un Tren Bala, como el de Japón, que en el menor tiempo uniera a los dos puertos, haciendo el recorrido más rápido que por carretera.
Gutiérrez Barrios activó “El Jarocho”; no tuvo éxito
En 1988, don Fernando Gutiérrez Barrios, siendo gobernador, impulsó la reactivación de “El Jarocho”, con la idea de promover la llegada de más turismo a Veracruz y con ello de fortalecer la economía de la región.
Me tocó ir en el viaje inaugural, que partió al anochecer de la estación de San Lázaro en la Ciudad de México y llegó la mañana siguiente al puerto. Viajaban empresarios, periodistas, “invitados especiales” y algunos funcionarios. Se ofreció una cena de lujo, como correspondía, y la euforia inicial por la novedad se apagó a la media noche y de ahí empezó a llegar el aburrimiento y cada quien a su camarote, a dormir. Cuando clareó a la mañana siguiente, ya nadie tenía interés en asomarse para ver los pueblos por los que íbamos pasando. Me imagino que va a ocurrir lo mismo hasta con los pasajeros del Tren Maya.
No tuvo éxito. Casi a nadie le interesó viajar por ese medio y prácticamente duró nada la empresa.
Para Manuel y Nahle es un “gran sueño reactivarlo”; podría ser otro fracaso
Ayer en Minatitlán, Manuel Huerta declaró que: “Una de las grandes alternativas para facilitar la comunicación entre la capital del país y el estado de Veracruz sería el regreso del Tren de Pasajeros ‘El Jarocho’, uno de los grandes sueños que se tienen para el 2024, lo cual además sería una gran alternativa para el pueblo a bajo costo”.
Difiero de él (en su declaración le dio crédito también a Rocío Nahle, o sea, ¡ya la volvió a mencionar!). Se facilitaría la comunicación si no hubiera más vías para transportarse. Pero hay carreteras, autopistas, que podrían ser arregladas, incluso pavimentadas con concreto hidráulico con todo lo que se van a gastar con el tren, para hacerlas más transitables en forma rápida (como las que tienen los tabasqueños, los campechanos y los yucatecos, y no tan caras). No me imagino un viaje de Coatzacoalcos a la Ciudad de México de dos días, o uno de un día entero al puerto de Veracruz, con un consumo de muchísimas horas-nalga.
El exfuncionario federal lo calificó como “uno de los grandes sueños” que se tienen para el próximo año. Ojalá y se quede en eso, aunque ya la propia Claudia Sheinbaum dijo que ella cumplirá el compromiso. El país ya no puede sufrir más pérdidas económicas con obras que resultan verdaderos elefantes blancos.
El proyecto de Alemán Velasco
En un recorrido previo por el estado y luego durante su campaña como candidato a la gubernatura, Miguel Alemán Velasco manejó otra idea de proyecto para abrir una ruta ferroviaria del puerto de Veracruz hacia la Ciudad de México.
Empresario, conocedor del Primer Mundo, su planteamiento era que una especie de Tren Bala saliera del puerto, pero que además de pasajeros llevara plataformas en las que los viajeros llevaran sus vehículos, para que cuando llegaran a la gran urbe los desembarcaran y en ellos se movieran en la metrópoli. Igual viajarían de regreso. Lo mismo para los habitantes del Valle de México.
La idea era muy atractiva e interesante, aunque, cierto, requería una gran inversión. Pero ahí quedó, y eso tendría éxito asegurado.
Él tuvo también la idea de construir una carretera de Coatzacoalcos al puerto de Veracruz que fuera por toda la costa del Golfo de México, que, creo, sigue siendo atractiva.
Pero tengo curiosidad por ver, en lo inmediato, qué resultados tiene López Obrador con su tren de pasajeros que va a volver a recorrer el Istmo de Tehuantepec. Ojalá y no resulte otro desastre como el AIFA.