Luego del abierto rechazo ciudadano a Roció Nahle sustentado en su pasado corrupto y oriundez, voces diversas han apelado a la preservación del orgullo veracruzano.
El propio aspirante José Francisco Yunes Zorrilla ha destacado que en su entorno político y familiar hay amor por Veracruz y compromiso.
“Para mí es un orgullo que mis padres, abuelos y ancestros hayan nacido en estas tierras”, ha dicho.
Así, en el contenido político en favor de la preservación de la esencia veracruzana en esta época de guerra electoral, ser veracruzano ha resultado un arma letal contra la zacatecana.
Y no es para menos, la oriundez pesa y más en lo político tras la tan pretendida como arbitraria imposición de Rocío Nahle de parte de López Obrador.
En tiempos de lucha todas las armas y escudos en defensa de Veracruz son bienvenidas.
¿No hace lo mismo Morena con su pretendido arrebato a través de una elección de Estado?
En Veracruz hemos tenido no malos, sino pésimos gobernantes, pero no un destino fatal o manifiesto para todo aquel truhan que pretenda gobernarnos o a quien está bajo sospecha de corrupción y malos manejos del dinero público.
El dardo envenenado radica, sin embargo, en que en el fondo la esencia de un Veracruz para los veracruzanos representa el valladar para atajar el continuismo, las pillerías y la imposición del despotismo como forma de gobierno.
Hoy el mensaje del ser veracruzano es para defender nuestra tierra ante los embates de la corrupción y va más allá de ocurrencias o estridencias de cerrar Veracruz a todo aquel que no sea veracruzano o, peor aún, atajar la tan pretendida como torpe intención de que todo aquel que colabore con Pepe sea veracruzano.
Insensateces como esa se observaron en 1986 cuando llegó a Veracruz el candidato Fernando Gutiérrez Barrios acompañado de una pléyade de destacados especialistas en política de estado, política electoral, propaganda, en temas específicos en finanzas, desarrollo social y sanitario atención al campo, propaganda y comunicación social, así como expertos en temas empresariales y de seguridad pública.
Dante Delgado, cercano a don Fernando -a quien después traicionaría- se sintió ofendido por la presencia del grupo proveniente de México entre los cuales había veracruzanos avecindados en el viejo Distrito Federal y de otros estados, incluso uno de origen chino.
Bastó una llamada de atención al estilo Gutiérrez Barrios, para que el entonces llamado “Caballo Loco”, se arrodillara ante tan “acertada e indiscutible” decisión del patrón.
Hoy, después de tanto padecer a los pontífices de la nada, imposible considerar a pendejos con iniciativa que pretenden levantar un censo de cuantos veracruzanos, que bailen la bamba como requisito, deben trabajar al lado de Pepe Yunes y no otros.
Para el aspirante Pepe Yunes importa Veracruz más que apetitos personales de quienes se han acercado con ese argumento a pedirle chamba.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo