Los tamaños de Anilú

“La conducta es un espejo en que cada uno muestra su imagen.” – Johann Wolfgang von Goethe.

Si algo podemos rescatar de la pasada designación del candidato de la Coalición Fuerza y Corazón por Veracruz que finalmente recayó en el diputado federal, José Francisco Yunes Zorrilla, fue el proceder congruente y digno de la diputada local, Anilú Ingram Vallines.

Y es que aun cuando algunos pudieran pensar que la tres veces diputada –dos veces local y una federal- hizo una pataleta, en los hechos, su desempeño, fue el de una militante de un partido político en plena evolución, congruente con los reclamos de una sociedad habida de ser tomada en cuenta y de participar directamente en el proceso de selección.

Su reclamo o lucha al interior del Partido Revolucionario Institucional (PRI) no obedece a meros caprichos e intereses personales mezquinos, por el contrario, respondía al reclamo generalizado de la militancia, que ante la conclusión del mandato del entonces presidente estatal Marlon Eduardo Ramírez Marín, solicitaban la renovación democrática de la dirigencia.

Alejandro Morena Cárdenas el mentado “Alito” sabía de ese llamado, de esa petición, pero simplemente en términos lisos y llanos, les tomó el pelo, les dijo si claro, adelante, yo los respaldo, y a la hora definitoria, de manera unilateral, colocó a Adolfo Ramírez Arana y a Lorena Piñón Rivera, como encargados de encabezar la dirigencia estatal del partido.

Al traste se quedaron, meses de acuerdos y negociaciones con cerca de 100 presidentes de Comités Municipales de su partido, sumados a muchos de los presidentes municipales emanados del mismo PRI, que unidos a la diputada local, Anilú Ingram Vallines, y la también Secretaría General del Partido, Arianna Guadalupe Ángeles Aguirre, respaldaban la postulación de Fernando Kuri Kuri.

Como dato anecdótico se afirma en la misma sede nacional del PRI, que el mismo “Alito” Moreno tendría apalabrada la entrega de la dirigencia veracruzana desde año y medio antes al mismo Adolfo Ramírez Arana.

¿Entonces para que les dio largas y se burló de los militantes que le fueron a pedir su respaldo a favor del proyecto que encabezaba en su momento Fernando Kuri y las legisladoras antes mencionadas?

Hasta este punto –la actitud de reclamó de Anilú Ingram Vallines- encuentra sustento. Fue literalmente ignorada por una presidencia autoritaria y mezquina, que antepuso intereses de orden personal, a los de su partido, en el afán de garantizarse los acuerdos de negociación partidaria ¿a cambio de que $$$? sería la pregunta.

Sumado a ello, el manejo parcial –machista- de las negociaciones por acuerdos entre solo al menos dos actores de los seis que al final participarían, evidenciaron, lo difícil que es para las estructuras patriarcales, abrirse, a la participación igualitaria de las mujeres.

El famoso Club de Tobby que tanto señaló la legisladora impero, en ningún momento, se dieron condiciones de diálogo cordial, abierto y respetuoso, por el contrario, la dirigencia estatal en turno, desde el momento de su unción “dedocrática” la atacó descomunalmente en diversos medios de comunicación, sin miramientos, sin un afán de hacer un ejercicio de reflexión e integración política como lo demandan los tiempos actuales.

Así el pasado viernes, minutos antes de que saliera el famoso humo blanco de la sede Nacional del PRI en Insurgentes Norte No. 59, la legisladora, en una actitud valiente, congruente, de altura de miras, adelantó su decisión de no participar del proceso al que calificó de una “farsa” por haberse acordado en lo oscurito.

Habrá quien podría pensar que el pleito y el reclamo iban dirigidos al vencedor de la contienda, el también diputado federal, José Francisco Yunes Zorrilla –cosa más equivocada, pues ese mismo día le deseo éxito en sus redes sociales- al contrario, el reclamo directo y abierto era contra el hampón de la política, el defenestrado de la democracia “Alito” Moreno Cárdenas.

El mismo que cambió su dignidad y la de su partido, a cambio de salvarse de ir a la cárcel y ser procesado, el mismo que por presuntos desfalcos millonarios en su estado siendo gobernador atino a entregar el partido a los vaivenes de la política nacional del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Habrá quienes intenten mirar “pataletas” en la actitud de la legisladora, yo, por el contrario, habría de decirles, que esta veracruzana excepcional, demostró tener mucho más “pantaletas”, que muchos de los compañeros “machines” de su partido que temerosos de no obtener una curul, se prestaron a la pantomima que todos los veracruzanos observamos.

Si el PRI, no aprende a valorar la calidad política y de autocrítica que se necesita para crecer como partido, nada tiene que hacer Anilú Ingram Vallines ya en ese partido, lástima, porque Veracruz necesita de más mujeres políticas de una pieza como ella.

Por último sería importante recordar que sí alguien tiene conocimiento de cómo se hace una campaña por la gubernatura es Pepe Yunes, él sabe que solo hay un par de formas de ganar, una contando con el respaldo del estado –que financie, la misma, como ya la tuvo en su momento con el respaldo de Enrique Peña Nieto y su amigo Luis Videgaray- o la otra, que es a la que ahora se enfrenta, sumando le guste o no, a todos los miembros de su partido, a todos los aliados posibles que en el camino en encuentre, porque si no, el desenlace de esta crónica, también ya lo conoce el buen Pepe y no creo que quiera pasar a la misma, como el primer priista veracruzano en acumular dos derrotas a la gubernatura.

 

Al tiempo.

 

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