Terminada la farsa electoral que disfrazó el “dedazo” en favor de Rocío Nahle, la opinión pública se sigue preguntando ¿cómo para cuando empezará a producir “Dos Bocas” después del primer sospechoso litro de carburante mostrado por la zacatecana?
Y si el Peje, sus seguidores, así como sus aliados veracruzanos aplaudidores de esta tramposa dama ya olvidaron que la refinería tuvo un costo de 340 mil millones de pesos y sigue parada, la ciudadanía no.
Ese estigma, al igual que su sospechoso pasado corrupto, serán su némesis cada vez que prometa escenarios de honestidad. Cada vez que garantice un futuro de progreso. Cada vez que adelante inversiones públicas en favor de los veracruzanos.
¿Cómo creerle si en los hechos quedó marcada por la rapacería y el engaño?
Rocío Nahle llega a la candidatura por Veracruz débil, muy débil; sin credibilidad y con un pasado que la mata.
Llega, en efecto, con mucho dinero para comprar conciencias, pero sin lo más importante, el respaldo ciudadano.
Empieza a moverse mediáticamente a través de un aparato de estado dispuesto a comprar lo comprable, a robarse la elección, pero sin considerar que el hartazgo ciudadano se traducirá en votos en contra.
Ninguna elección de Estado podrá superar al sufragio masivo que se prevé para el 2 de junio del año próximo.
Será ahí, a pie de urna donde la Nahle observará el cobro de facturas de la ciudadana que no habrá de perdonar, tampoco olvidar sus pillerías cada vez que otorgaba un contrato al amigo o al compadre, cada vez que preferenciaba a la flota de Palacio Nacional.
Presente en el imaginario colectivo cómo su círculo familiar era premiado con jugosos cargos en la administración pública ni de las maniobras delincuenciales cada vez que vendía petróleo a Europa y Asia en barcos de manera clandestina, ni que en lo oscurito entregaba crudo a Cuba.
Ahí está, a la vista de todos la currícula de esta robusta dama que encima de todo, monta en cólera cada vez que se le recuerda su pasado; que estalla en ira cada vez que no se acata su mandato, y que amenaza prisión y castigo para los que estén en su contra.
Rocío Nahle no es querida en Veracruz y eso lo sabe.
Sabe también del repudio de la mujer veracruzana, son 4.2 millones de mujeres entre las cuales Morena nunca encontró una, solo una, que pudiera representar a nuestra tierra desde el más alto cargo de representación popular.
Y para colmo, es de Zacatecas.
A ello habría que sumar que esta señora no es conocida más que en algunos municipios del sur del estado ¿Cómo entonces podrá recoger la simpatía y el voto de 6 millones de electores de los 212 municipios?
Solo que haga trampa.
¡Y la hará!
Por ello está en ciernes la elección de Estado la cual de manera oronda el gobernador Cuitláhuac García señala que es justificación de la oposición perdedora.
En los hechos, sin embargo, esta oposición -la del Frente Amplio por México- está complacida de que Nahle sea la candidata.
Sería una exageración sostener que en los cuarteles del PAN-PRI-PRD hubo júbilo el día de su nominación, pero lo hubo.
Y eso, ya lo empezaron a percibir los operadores de Nahle, los designados por el gobernador que observan que los programas sociales, el dinero para los viejitos y la compra del voto a pie de urna garanticen el triunfo, no les alcanza para ganar por ello la alerta roja.
Ya mismo ni comprometiendo una Refinería a todo lujo para Veracruz gana.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo