“La ambición es el último refugio del fracaso.” – Oscar Wilde.
Extraño resulta el incremento de la presión mediática y la aparición intensiva que algunos actores políticos han realizado respecto a la definición del posible candidato a la gubernatura por parte del aparente Frente Amplio por México (FAM) en Veracruz.
Así, la presencia de los ex candidatos perdedores de los dos últimos procesos sucesorios en la entidad Héctor y Pepe Yunes encontraría justificante.
Pero resulta que ahora es la ciudadanía a través del Consejo Cívico Ciudadano quien desde el Senado reclama el agilizar y definir el método.
Lo deseable y a la vez entendible es que los partidos políticos -únicos autorizados a postular candidatos con posibilidades reales de triunfo- porque eso de la candidatura independiente es -ya está comprobado- una verdadera jalada que deja en franca desventaja al concursante, abra el proceso a la posibilidad de que la ciudadanía elija a la o al afortunado.
Así a entera satisfacción social, se garantiza -afirman- a un aspirante competitivo.
Pero ¿porque solo la marca Yunes aparentemente aparece en la contienda final? Sería el cuestionamiento.
Muchas son las razones de peso y de pesos que los estaría llevando a aferrarse a la cerrazón de querer ser los postulados, sin comprender que el escenario para ellos está desafortunadamente marcado en la inminente derrota.
Primero, tanto Héctor como Pepe cuentan con una amplia red de personajes que orbitan a su alrededor con el único fin de garantizarse un futuro, es decir esperan volver a incorporarse en ese selecto grupo que pase a engrosar la nómina gubernamental.
Segundo, otros más desean hasta el alma asirse de las valencianas para llegado el momento cobrar facturas vía la entrega de grandes contratos.
En ambos casos, el escenario se presentaría con todos los candidatos inclusive con los del actual régimen, sin que ninguno hable de garantizar una depuración moral y profesional de los servidores públicos, que nos garanticen a los veracruzanos eliminarnos de la plaga de la corrupción y los manejos turbios del dinero público.
De lado, han dejado también, estos personajes políticos, que actualmente los tiempos han cambiado, visualizar la oportunidad de retornar al poder basado en un hecho solo de oportunidad sin atender a los nuevos tiempos es un gravísimo error.
La óptica patriarcal o en palabras coloquiales de conformarse en el Club de Tobby para repartirse el pastel es un error de estrategia garrafal.
Aunado a ello, no han medido que a pesar del malestar social que enfrenta el actual partido en el poder, la maquinaria gubernamental está del otro lado de la balanza, ya no son los otrora poderosos tiempos del priismo recalcitrante, que controlaba todo, no, ya no, ahora ese pequeño factor acompaña a Morena.
La única cosa que haría posible hacerlos verdaderamente competitivos es transparentar totalmente el proceso, abriéndose al escrutinio ciudadano y colocando personajes distintos a sus aspiraciones personales.
Permitiendo que mujeres –sobre todo, mujeres- y otros hombres con capacidad y conocimiento pudieran aspirar, pues estos políticos de carrera han dejado en la recta final nombres de aspirantes como Lorena Piñón Rivera, Anilú Ingram, Patricia Lobeira, entre otras.
Ahora el cuestionamiento sería ¿estarán dispuestos a cargar en sus carreras políticas con una doble derrota a la gubernatura?
Al tiempo.
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