EL HURACÁN OTIS Y LOS CAMBIOS OBLIGADOS

Las severas condiciones en las que quedó el estado de Guerrero, particularmente el emblemático puerto de Acapulco, requieren de la solidaridad de todos los mexicanos para reconstruir aquella zona devastada por el Huracán Otis que, debido al aumento de la temperatura del mar en dos puntos, alcanzó el máximo nivel destructivo: la categoría 5.

Por la enorme cantidad de recursos económicos públicos y privados que se requieren para su reconstrucción, los habitantes de Guerrero y de otros lugares de la República Mexicana, empezaron a reclamarle a los partidos políticos que les indiquen a sus candidatos que no dilapiden el dinero público en sus campañas políticas; que sean mesurados, que modifiquen la forma tradicional de conseguir el voto ciudadano por lo costoso y obsoleto. Que activen su imaginación.

Sin embargo, tal parece que los partidos políticos aún no escuchan el sentir ciudadano. No ha trascendido que sus dirigencias hayan tomado con seriedad la nueva dinámica para desplegar campañas de corte moderno, que sustituyan a las actuales que cada vez consumen más dinero.

Acapulco, aunque por el momento no lo parezca, impactará en los procedimientos de hacer política.

Por ejemplo, a la gente le desagradará escuchar de los candidatos las arengas triunfalistas carentes de humildad y sencillez.

Los electores exigirán discursos que cualquiera entienda. Que tengan los argumentos de acuerdo a las circunstancias actuales, y que las promesas o compromisos sean viables, realizables y con sentido social.

Otro de los aspectos que estarán expuestos al escrutinio público serán las movilizaciones para los mítines, por los gastos que implica el traslado de mucha gente al lugar de la reunión. Aparte de que está claramente comprobado que los mítines poco sirven para conquistar votos: al contrario.

En resumen: todo lo que implique gastos excesivos en las campañas será mal visto por la gente.

Los llamados “espectaculares”, esos anuncios montados en altas estructuras metálicas, cuyo real propósito es alimentar el ego de quienes ahí aparecen; cuando se colocan más de los necesarios se toman como un derroche.

De igual forma, los obsequios que los candidatos dan a los asistentes a sus eventos tendrán que rediseñarse para abaratar costos y que tengan un efecto favorable al candidato. Un obsequio con los diseños tradicionales y de la forma tan indiscriminada como se reparten, no emociona a los votantes y menos convencerle a dar su voto por el presente recibido.

No hay mucho tiempo para que las dirigencias partidistas convoquen a expertos para darle el giro que exige la sociedad. Es urgente que se adopten ideas y formas nuevas, modernas, que caminen del lado del gusto de la gente. Campañas austeras pero efectivas para persuadir a los electores.

Por estas y otras razones, los partidos políticos deberán darse a la tarea de encontrar mecanismos más modernos y de mayor efectividad para persuadir a los electores.

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