La lista de las guerras o conflictos armados entre países es muy larga. Pero en la historia bélica destacan dos por su magnitud y destructividad.
En las dos guerras mundiales que ha habido, se involucraron países de alta capacidad bélica. Fueron las guerras más cruentas, destructivas y dañinas que ha padecido la humanidad entera.
Por fortuna, no han sido las guerras más largas de la historia, pero sí las de mayor costo en vidas humanas por el involucramiento de poblaciones civiles en el conflicto; cosa que no era usual en las guerras tradicionales. En ambas guerras, principalmente en la segunda, se utilizaron equipos aéreos, marítimos y terrestres.
La Primera Guerra Mundial (1914-1918), llamada también “La Gran Guerra”, fue protagonizada por dos bandos que reunían a la totalidad de las potencias coloniales europeas del momento. En el primer bando estuvieron: Gran Bretaña, Francia y la Rusia zarista. En la parte contraria se agruparon: Alemania, Italia y el Imperio Austrohúngaro.
El conflicto culminó con la derrota de las Potencias Centrales y la firma del Tratado de Versalles.
La Segunda Guerra Mundial (1939-1945), tuvo un alto nivel de destructividad. Arrasó con Europa entera. Sus combatientes utilizaron métodos extremos como el bombardeo masivo e incendiario, y el uso de bombas atómicas. En este periodo se estableció la esclavitud por parte de las fuerzas del nazismo alemán, en los tristemente célebres campos de concentración y exterminio.
Contra las potencias del Eje se agruparon: Alemania, Japón e Italia; además de Hungría, Rumanía, Bulgaria, Finlandia, Tailandia, Irán e Irak.
El bando opuesto estuvo integrado por: Francia, Inglaterra, Estados Unidos y la URSS. A este bando se unieron: la República de China, Polonia y Canadá.
Las causas de las guerras mundiales no han sido concretas, sino que se constituyen a lo largo de muchos años, durante los cuales acumula masa crítica hasta que cualquier evento, a veces pequeño, desencadena la violencia.
En el caso de la Primera Guerra Mundial, el evento que desencadenó la violencia fue, en 1914, el asesinato del heredero al trono del Imperio Austrohúngaro, el duque Francisco Fernando de Austria, en Sarajevo.
Previo a este hecho, hubo fuertes molestias por el reparto colonial de África y Asia entre las potencias europeas de aquellos tiempos. A ello se sumaron los problemas económicos que implicaban la competencia por la predominancia industrial en el siglo que iniciaba.
Las raíces de la Segunda Guerra Mundial se localizaron justamente en el fin de la Primera Guerra Mundial, y las arbitrarias condiciones en que los vencidos debieron firmar la paz de acuerdo con lo estipulado en el Tratado de Versalles. Esto, sumado a la Gran Depresión de 1929, los sumergió en la pobreza y las deudas impagables.
Así se gestó el caldo de cultivo perfecto para que surgiera una nueva facción política en Europa: el fascismo. Nacido en Italia con Benito Mussolini. Pronto germinó en Alemania con Adolfo Hitler, y desencadenó un resurgimiento del nacionalismo extremo, inspirado en una lógica racista y en el darwinismo social.
Era, pues, cuestión de tiempo para que la guerra estallara en Europa. El evento que la desencadenó fue la invasión de Polonia por parte de Alemania en 1939, luego de haberse anexionado pacíficamente Austria y Checoeslovaquia.
Curiosamente, muchas de las tecnologías que hoy en día empleamos a diario tienen su origen directo o indirecto en estos dos conflictos devastadores, tales como la energía atómica, la propulsión a chorro, las computadoras, etc.
#fernandopadillafarfán