En vísperas de entrar de lleno en el proceso electoral que desembocará el 2 de junio de 2023, el presidente Andrés Manuel López Obrador tuvo una considerable caída en su aprobación en Veracruz, según la última encuesta de Mitofsky sobre la aprobación mensual en los estados del país.
La casa encuestadora de referencia registró que en agosto AMLO cayó 5.8 puntos porcentuales, solo superado por Chiapas donde alcanzó la cifra negativa de -6-0. En el estado, Andrés Manuel pasó del lugar 14 que ocupaba en julio al 19 en agosto.
En julio el presidente había alcanzado un porcentaje de 62.5%, mientras que en agosto ya solo registraba 56.7%.
La información se considera relevante si se toma en cuenta que Mitofsky es una de las encuestadoras que mejores cifras ha venido registrando para López Obrador en Veracruz.
Roy Campos, el encuestador en jefe, consideró la caída como “importante”, pues es el menor nivel del presidente en un año en la entidad veracruzana (en agosto de 2022 tenía 58%). La calificación la consideró “de regular a mala”.
Por lo que hace al gobernador Cuitláhuac García Jiménez, está ligeramente arriba del promedio nacional, que es de 50.2% y él obtiene 50.7. Roy afirmó que ninguno de los dos está bien aprobado.
Primerizos, engolosinados, se aferran al poder
Sin duda, luego luego se nota que son primerizos. Están engolosinados (o embriagados de) y se aferran al poder. Lo probaron por primera vez y les gustó. Ya no lo quieren soltar.
Me refiero al grupo cuitlahuista. En menos de un sexenio, en apenas cuatro años y nueve meses dejaron de ser aquellos idealistas que iban a redimir al pueblo veracruzano para convertirse en su nuevo opresor.
Hoy son un vivo ejemplo de lo que tanto criticaban y combatían cuando eran opositores: actúan con las mismas malas y desaseadas prácticas del PRI, con sus vicios, con sus peores artes de la política.
Actúan como mafiosos, en la tercera acepción de la palabra mafia, de acuerdo al Diccionario de la Real Academia Española: “Grupo organizado que trata de defender sus intereses sin demasiados escrúpulos”.
Apenas si les viene como anillo al dedo la definición. Me atrevo incluso a generalizar afirmando que casi todos ellos se han enriquecido al amparo del poder y que una buena parte del grupo, si no es que todos, cayeron en actos de corrupción, por acción u omisión.
Como una verdadera pandilla política, en julio-agosto de 2022 el grupo del palacio de gobierno se apropió del control de su partido, excluyendo, combatiéndolos incluso, a todo aquel que, aunque morenista, no fuera de su grupo o de su agrado.
Ahora que se acerca el relevo ya no quieren soltar el poder (y los privilegios y las prebendas que conlleva), y no solo eso sino ni siquiera compartirlo con los de su mismo partido, menos con los demás ciudadanos que los llevaron a donde ahora están.
Aquel agandalle de 2022 tenía un único propósito: llegado el momento proyectar para suceder a Cuitláhuac García Jiménez a alguien que les garantizara no perder sus privilegios, mantenerse de alguna forma en el poder y gozar de impunidad.
En esas están. En esas andan. Proyectan a la zacatecana Rocío Nahle –ni siquiera a alguna veracruzana, o a algún veracruzano– y en el proceso interno preparatorio se apropian de todas las posiciones disponibles en el nivel local. Eligen a incondicionales de Nahle para que nadie le compita, tal vez con la excepción de uno que, sin embargo, puede resultar peor, por las probadas muestras que ha dado de ser un represor sin escrúpulos.
Porque son primerizos, los cuitlahuistas no saben que el poder no es para siempre, que dura solo un sexenio y que tarde o temprano se tiene que rendir cuentas.
Nahle, sin oficio político
Dice el dicho que para muestra basta un botón. Lo que ocurrió el jueves en el Consejo Estatal de Morena mostró que, como sus patrocinadores, la candidata del palacio de gobierno a la gubernatura, Rocío Nahle, carece también de oficio político.
¿Por qué no repartir juego y tratar de empezar a sumar? ¿Por qué permitir que excluyeran a sus principales competidores, con estructura propia y real, a los que va a necesitar para ganar? ¿Por qué no dialogar primero con ellos, negociar espacios, en el entendido de que Manuel Huerta y Sergio Gutiérrez son políticos y sí saben de política? ¿Por qué no incluir a Mónica Robles, cuya familia tiene un emporio periodístico que pesa sobre todo en el sur y que necesariamente le sería una buena caja de resonancia? Todo lo anterior en el supuesto de que ya es candidata por dedazo de Andrés Manuel López Obrador.
Lo que se mostró es que no tiene oficio político ni visión política, ni asesor ni asesores que la orienten, y que solo está atenida a lo que digan y hagan en el gobierno para proyectarla. De entrada, muestra que es más de lo mismo. ¿O será que no es cierto que Andrés Manuel le aseguró que llueva o truene ella va a ser la candidata? ¿O es que no se siente segura y por eso no quiere tener competencia?
Quién sabe si la señora profese alguna religión y sepa que el único camino al cielo es el de la cruz, y qué mejor si en ese camino se encuentra no a uno sino a dos o más Simón de Cirene que la ayuden a cargar el pesado madero. Por lo pronto, permitió a sus incondicionales que excluyeran a quienes pueden jugar el papel de la figura bíblica y ayudarla, quienes ahora no solo son sus competidores sino casi se puede afirmar que pasaron a convertirse en sus enemigos políticos y significarán para ella cruces, espinas, cardos que harán de su camino político futuro, electoral, un martirio.
Antes de que se abrieran las heridas que dejará el proceso interno, la señora debió haber empezado a curarlas en salud. Al PRI le han aprendido todo lo malo, pero no lo bueno para llevar la fiesta en paz, a partir del diálogo y la negociación, no de la exclusión.
Si piensan que ya tienen todo resuelto, se pueden llevar no una sino varias malas sorpresas. Ya lo habremos de ver.
Anilú proyecta su mejor imagen
En pleno rebumbio del tira-tira entre los aspirantes de Morena a la gubernatura, de pronto la diputada local priista Anilú Ingram Vallines irrumpió en las redes sociales con una nueva imagen y un lema que la pone en pie de guerra para el proceso interno de su partido y, en caso de que se dé, de un frente opositor.
Ella fue una de las personas con quienes se entrevistó el coordinador de la bancada priista en la Cámara de Diputados, Rubén Moreira, el domingo 17 de septiembre que bajó a Xalapa para reunirse lo mismo con los aspirantes a dirigir el CDE que a la candidatura a gobernador.
Trajo la encomienda del dirigente nacional Alejandro “Alito” Moreno para empezar a preparar el cambio de dirigente, pero también para pedir a sus “corcholatas” que estén listos para lo que se ofrezca. Por cuestión de género, la enlistó a ella.
La exconductora de radio y televisión, expresidenta de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados del Congreso local y exdiputada federal, excandidata a la alcaldía de Veracruz y ahora de nuevo diputada local, apareció con una imagen que la muestra posando como toda una jarocha que es, teniendo como fondo el Castillo de San Juan de Ulúa, el astillero y parte del puerto, imagen con la frase jarochísima: “ANILÜ X TI SERÉ”, adornada con la imagen de un arpa.
Pero la joven mujer no solo es imagen. Prácticamente desde que volvió a una curul, en 2021, recorre el estado escuchando a los veracruzanos en especial de las zonas serranas y marginadas, de quienes se ha convertido en su gestora.
Ella no demerita, para nada, ante sus compañeros de partido varones, Pepe y Héctor Yunes, un tercio del que saldrá el candidato tricolor.