Cuitláhuac reta al pueblo de Nanchital

El relleno sanitario, una imposición  * Culpa a regidora priista del repudio social  * Alcaldesa Mora, una mentirosa profesional  * Ahued no será otro Ebrard  * Zenyazen, el patiño de Nahle  * Tres ejecutados y la policía, bajo sospecha  * Contratistas no pagan obreros; usan empleados municipales  * Hernández Toledo ya se debió jubilar

MUSSIO CÁRDENAS ARELLANO

Publicada en mussiocardenas.com

21 de septiembre de 2023

Vulgar embustero, Cuitláhuac no tiene cómo encarar la revuelta social en Nanchital, el repudio al relleno sanitario de Andrés Manuel, a los miles de mujeres y hombres en las calles, la repulsa, las mentadas y los votos que Morena no tendrá en la próxima elección.

Da palos de ciego intentando acomodar la coartada, construir el guión que explique por qué un proyecto tan noble, tan ecológico, tan de avanzada, colocando nada más 900 toneladas diarias de basura, provenientes de tres municipios, puso fuera de sí a miles de habitantes de Nanchital.

La culpa, según Cuitláhuac García, no es de Esmeralda Mora, la alcaldesa que no operó políticamente ni logró acuerdos.

La culpa, según el gobernador, no es de Semarnat ni Sedema, que nunca explicaron el proyecto.

La culpa, según el gañán, es de la regidora priista Virginia Bartolo Lagunes, porque tiene conflicto con la presidenta municipal.

Dicho así, la tesis de Cuitláhuac es un tiro en el pie. Si Virginia Bartolo, ella sola, posee la capacidad de movilizar 10 mil personas, jóvenes y adultos en su mayoría, tiene asegurado el triunfo del Frente Amplio por México en 2024.

Si Virginia Bartolo descompone la ceremonia del Grito, azuza a la gente, y las fuerzas vivas lanzan lo que hoy es su himno —“No al relleno”— y llevan bambalinas y le revientan la fiesta a la presidenta municipal, entonces Morena ya aseguró la derrota en 2024.

Si Virginia Bartolo pudo armar la revuelta, en las calles de Nanchital, primero, en el parque Benito Juárez, el día del Grito de Independencia, y en Coatzacoalcos, a las puertas de la ferroviaria Ferromex, y ahí esperaron a Andrés Manuel y lo asediaron, le manotearon, gritando, acorralándolo, luchando contra su guardia pretoriana, disfrazada de Ayudantía, entonces el poder lo detenta la priista, no la alcaldesa, no Morena, no los líderes petroleros, porque ninguno tiene esa capacidad de movilización.

Una mujer, Virginia Bartolo Lagunes, según la coartada del gobernador, movió a un pueblo y puso en aprietos a López Obrador. Entonces, Morena y Cuitláhuac y Rocío Nahle y Eric Cisneros y todo el aparato de poder, será arrasado en Nanchital en 2024.

Así funciona la mente del gobernador. Razona en corto. Discurre en corto. Procesa en corto. Todo en diminuto. Todo en microscópico. Todo tan elemental.

Cuitláhuac es un remedo, a escala, a la mínima escala, de Andrés Manuel. Imita los cuentos y las cuentas, las falacias, las mentiras, la exculpación; responsabiliza al pasado, presume el presente hueco, sin resultados; dice exorcizar la corrupción aunque la corrupción siga ahí y crezca y lo avasalle y lo sepulte, y aunque el mesías y su peón vivan en el lodo y apesten a fango, vuelven a decir que ellos no son iguales, aunque sean infinitamente peores.

Cuitláhuac es, además, amnésico. Un día acusa en un sentido y al día siguiente va en contrasentido. Bueno, ahí también está tan jodido como López Obrador.

Su inquina contra la regidora Virginia Bartolo se volvió obsesiva. Creyó encontrar una culpable a la revuelta de Nanchital y lo que halló fue una chapucería.

Le imputó, por ejemplo, que Virginia Bartolo no mencionó que Nanchital tenía un basurero a cielo abierto y en un segundo video se ve al desgobernador apuntando que la priista sí lo había dicho mientras colocaba la lona del repudio al relleno sanitario en el balcón central del palacio municipal.

Hay otro video en que Cuitláhuac trasluce rabia, aduciendo que la regidora Virginia Bartolo carecía de argumentos, que sus razones no tienen validez. La regidora fue enfática: la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales del gobierno federal pretendió darle atole con el dedo a los nanchitenses, realizar ferias y foros sobre medio ambiente para simular que habían enterado a la población sobre la instalación del relleno sanitario.

La ira de Cuitláhuac García es de risa. Fuera de sí, observa cómo Virginia Bartolo, hablando entre los manifestantes, le pide a la alcaldesa Esmeralda Mora, comadre política de la secretaria de Energía, Rocío Nahle García, que baje del nicho, que deje la presidencia municipal, que se digne dialogar con el pueblo.

Y entonces el desgober se mete el pie. Al darle a Virginia Bartolo Lagunes la autoría de la revuelta, la categoriza como la mujer con más capacidad de movilización en Nanchital.

La revuelta tiene líderes. René Valdés es uno. Es un dirigente opositor, disidente petrolero, activista y con arraigo social. Es la verdadera cabeza de la revuelta contra el relleno sanitario.

Elda Luz Palma es otra figura. Cargada a la izquierda, “Lulú” Palma, como se le conoce, hace más de 30 años formó parte de un grupo que enfrentó al líder petrolero Francisco Javier “Chico” Balderas Gutiérrez.

Un día se encontraron en el aeropuerto de Canticas. Esperaban la llegada del entonces gobernador, Fernando Gutiérrez Barrios. Se vieron. Se dijeron sus verdades. Hubo golpes. Una trifulca. Lulú Palma encarando al líder y el líder acuerpado por decenas de petroleros.

Marcela Cruz Montalvo, mujer de 75 años, anima las protestas contra el relleno sanitario. Expresa su rechazo, su repudio. Lleva en las manos un sartén y una paleta de madera. Las hace sonar. Camina entre la gente; se para frente a los que exhiben las bambalinas con el himno del “No al relleno”, y armó el escándalo a unos metros de la ventanilla de la camioneta en que el domingo 17 se hallaba Andrés Manuel López Obrador.

Pero el reto a Nanchital sigue. El relleno sanitario no está a debate, cree el desgobernador. Va porque va. Es, pues, una imposición. Y es, pues, una repulsa social, una revuelta social, que va a continuar.

El miércoles 20, en Coatzacoalcos, no en Nanchital, Semarnat presentó en conferencia de prensa el proyecto Casa Caracol, el relleno sanitario y las obras deportivas y de preservación ecológica que se programan en el Rancho 34, propiedad del ex síndico Fermín Ávalos Chao y sus hermanos, beneficiarios del proyecto.

Es un predio de 31 hectáreas, 26 de las cuales serán usadas para depositar las 900 toneladas diarias de basura provenientes de Coatzacoalcos, Minatitlán y Cosoleacaque.

Semarnat reveló que la alcaldesa Esmeralda Mora Zamudio conoció el proyecto hace un año. Sabía que el gobierno federal lo iba a implantar. La alcaldesa, pues, mintió.

El domingo 17, minutos después del reclamo a López Obrador, Esmeralda Mora sostuvo que desconocía el proyecto, que escuchó cuando el presidente en su conferencia mañanera lo dio a conocer pero que ni Semarnat ni Sedema se habían acercado a darle detalles.

Esmeralda Mora miente. El 14 de septiembre, en sesión extraordinaria de cabildo, se trató el tema de la separación de la basura. Ahí se abordó el proyecto de relleno sanitario. Lo aprobaron Esmeralda Mora y los regidores Elvis Ventura y Rosa Alemán. Los votos en contra fueron los del síndico morenista Félix Olarte Ferral y la regidora priista Virginia Bartolo Lagunes.

El proyecto es más lengua que realidad. Hay evidencia de que el terreno aún no ha sido adquirido por el gobierno federal. Y si en dos meses no se cierra la operación, el proyecto se cancela.

Es un reto, una afrenta al pueblo de Nanchital. Todos quieren un relleno sanitario municipal para resolver su problema de basura, no un relleno sanitario regional. Si Coatzacoalcos, Minatitlán y Cosoleacaque disponen de más espacio territorial, por qué llevar sus desechos a un municipio con menor geografía, previa consulta a la sociedad, como marca la ley.

El reto sigue y la revuelta también.

Archivo muerto

Ahued no será el Ebrard de Veracruz. Sabe que habrá centralazo, que Rocío Nahle será la candidata, que la encuesta es una pantomima y que 2024 será para Morena matar o morir. Más relajado, Ricardo Ahued Bardahuil se queda en sus tareas de alcalde de Xalapa, bien clasificado en el ranking nacional de presidentes municipales, lidiando con la obra pública, con los que la aplauden y los que acusan falta de planeación. Ahued no es de los que alientan sueños ni nutren quimeras. Hace tiempo dijo que si sabían contar, no contarán con él para la gubernatura de Veracruz. Y lo vuelve a decir. No será el Ebrard que apriete la tuerca para terminar avasallado por las hordas rabiosas cuya motivación es que con Nahle todo siga igual o peor. Ahued salvó a Morena en Xalapa cuando el caos dejado por Hipólito Rodríguez presagiaba tormenta. Ahued le dio a Morena un triunfo vital. Ahued tenía medido el terreno. Frente a un PRI ladrón y un PAN jodido, sabía que iba a ganar, y ganó. Pero hoy no es el Ebrard jarocho. No se mete entre las patas de Nahle. No se cruza en las vías del tren del bienestar. Las encuestas que sólo sirven para la simulación, le sirven a una simuladora de profesión. El patiño de Rocío Nahle es el striper Zenyazen Escobar. Se inscribe en la contienda interna de Morena sólo para que le abran camino al Senado. O sea, del “chipandeil” a la Secretaría de Educación de Veracruz y de ahí a la Cámara Alta del Congreso federal. Ahued, por su parte, se queda en Xalapa viendo si los negativos de Rocío Nahle —ser zacatecana en tierra jarocha; haber fracasado con la refinería que no refina, y llevar como equipo político a la banda de Cuitláhuac García, que lo mismo roba que encarcela inocentes— la dejan llegar al gobierno de Veracruz. En serio que esta pandilla no merece Veracruz; merecen ir al penal de Pacho Viejo… Son tres los muertos en Coatzacoalcos. Aquí había citado, en columna anterior, el homicidio doloso de “El Peluquero” en la colonia Sector Popular; el ejecutado en Ciudad Olmeca, y el secuestro y muerte de Christian Alberto “N”. Corrijo: el ejecutado en Ciudad Olmeca fue Christian Alberto, hallado en una bolsa de plástico con cinta industrial en el rostro. Hasta entonces eran dos casos, pero ocurrió un hecho más. El viernes 15 arrojaron un cuerpo desmembrado, embolsado, sobre el malecón costero de Coatzacoalcos, casi en la entrada del parque Playa Sol. El mensaje hallado junto al occiso es una acusación gravísima. Los autores del crimen refieren que Christian Alberto “N” fue secuestrado por elementos de la Policía Estatal, que se pagó el rescate y aún así lo privaron de la vida. A eso, aquí y en cualquier lugar, se le denomina “policía criminal”. Y un día después se difundió un video en que un joven era interrogado y revelaba que los autores del plagio y muerte de Christian Alberto fueron policías estatales. Ese joven del video fue el que apareció desmembrado en la banqueta del parque infantil de Playa Sol. En el caso de “El Peluquero”, hubo otro mensaje: eso les va a ocurrir a aquellos que vendan droga de la SSP. O sea, elementos de Seguridad Pública de Veracruz son narcomenudistas. Y los cárteles, una vez que detectan los puntos de venta y a los que trafican la droga de la SSP, los ejecutan. Decía el gobernador Cuitláhuac García que ya no había secuestros en Coatzacoalcos. Falso. Ahora los secuestros son los que comente la Policía Estatal y terminan en muerte… Paty Sister llegó con las manos atadas y los grilletes en los tobillos. Patricia Islas Sister no tiene la misión de limpiar Obras Públicas Municipales sino de salvaguardar la corrupción, mantener los privilegios; que los enredos de Arturo Delgadillo, su antecesor, no sean vulnerados. Patricia Ramona Islas Sister ve desde la Dirección General de Obras Públicas a contratistas realizando obra. Los ve ganar millones de pesos. Los ve avanzar en sus tareas. Y también ve que su personal, los obreros, los que quiebran las losas y apisonan la arena, los que tienden las estructuras metálicas, los que vacían la mezcla y le dan forma a reparaciones en calles y banquetas, son empleados municipales, adscritos, faltaba más, a la nómina del ayuntamiento de Coatzacoalcos. La ratería es de antología. Los constructores —ya identificados, grabados en plena faena— no invierten en personal; usan como peones a empleados del ayuntamiento, ahorrándose el salario. Ocurre en las narices de Paty Islas Sister y el que está enterado de todo, como debe ser, es el alcalde de membrete, Amado Cruz Malpica. Cuando los videos se difundan, a ver en qué árbol se van a chillar.… Hace 36 años debió jubilarse. Pero no. El poder marea, ciega, aturde. El poder es adictivo. Y si Ramón Hernández Toledo hubiera pasado a retiro en Pemex al alcanzar sus 30 años de petrolero, no habría cumplido su sueño de ser líder de la Sección 11. Su pecho no es bodega; su cuerpo sí. Y ahí acumula y concentra las decisiones, las ocurrencias, los tinos y desatinos, sosteniendo a una organización que es vital en la marcha de la industria petroquímica en el sur de Veracruz. Sostiene Hernández Toledo a una Sección 11 que recibió en crisis, con una deuda impagable, la quiebra en el horizonte, la amenaza de embargo, sin rumbo desde que Francisco Javier “Chico” Balderas Gutiérrez murió. La nave no zozobró. Don Ramón la mantuvo a flote. Y así, por los siglos de los siglos, porque estos líderes, si pudieran ser milenarios, lo serían. Los años pasan; la salud cobra la factura; lo que era claro, oscurece, y hay que reposar. Pero Ramón Hernández Toledo, como todo líder, se cree eterno. Y se aferra al cargo. Y se mantiene con los leales y los traidores por igual. Y premia a su gente, se deshace del que es abusivo —Carmen Carrizosa, la mandamás—, sabiendo que esto es un circo con un final inevitable. Don Ramón, ya vencido por sus más de 80 años, 66 de ellos en Pemex, testigo marginal de la pequeñez de este sindicato petrolero ante un Pemex que da vergüenza, no formó estirpe para la sucesión. Quizá lo releve Manuel de Jesús Toledo o Alfredo Yuén Jiménez, que ya también cascabelea, o Eleuterio de la Rosa, o Jorge Tadeo. Nadie de su familia. Ramón no es eterno; ya se debió ir. Mejor recordarlo en la plenitud y no acabado como está…

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