¿Candidata, segura, por imposición?

La idea que ha venido prevaleciendo y que terminó por darse como una sentencia que se tiene que cumplir, es que el presidente Andrés Manuel López Obrador impondrá como candidata de Morena a la gubernatura a Norma Rocío Nahle García, más conocida como Rocío Nahle, y para sus cercanos, como Chío.

 

La especie se reforzó luego de que haciendo uso de todos los recursos posibles, legales e ilegales, el presidente logró que se sacara adelante la candidatura de Claudia Sheinbaum, su candidata presidencial desde un principio, en un proceso interno que nadie cree que fue limpio, pero el que trataron de hacer creer que fue democrático.

 

Que el columnista recuerde, porque cuando todavía estaba muy fresco el hecho se lo platicó un testigo presencial, en la primera reunión de toda la cúpula de Morena para festejar el triunfo de Cuitláhuac García Jiménez como nuevo gobernador, Andrés Manuel dijo ahí que la próxima candidata y gobernadora sería la zacatecana.

 

Creo que de ahí nace la versión que se fue alimentando con el paso del tiempo hasta que arraigó entre una parte del morenismo y que permeó a la prensa, que le dio crédito y también ha venido considerando que en automático ya está decidido que la todavía secretaria de Energía será la candidata guinda a la gubernatura.

 

Puede ser, por qué no. Aunque no obstante lo que le pasó a Marcelo Ebrard, al menos dos aspirantes de Morena no dan por hecho que ya está sentenciada la decisión final: Manuel Huerta Ladrón de Guevara y Sergio Gutiérrez Luna, y habrá que esperar el registro para saber si alguien más: si Eric Cisneros Burgos o Zenyazen Escobar García, los más visibles.

 

Me atrevo a pensar que puede que haya simpatía oficial para Rocío, pero que no esté dicha la última palabra hasta que en la cúpula nacional no estén seguros que en efecto la señora tiene la simpatía de la mayoría de los veracruzanos y que en sus propias encuestas, no cuchareadas, gana y con amplio margen.

 

Lo cierto es que en persona la funcionaria federal no es conocida por todos, me atrevo a pensar que no por la mayoría, porque aparte de que en 2018 hizo campaña en una parte del estado (en la otra la hizo Ricardo Ahued), todavía hay imágenes donde se le ve sola, parada en algún crucero o en alguna calle ondeando un banderín, pero hasta ahí.

 

A ella, como al resto, le benefició el “efecto” López Obrador y otra ayudada se la dio Ahued. Poco duró en el Senado porque pasó a la Secretaría de Energía y en los cuatro años y nueves meses que lleva en el cargo, sus visitas al estado se pueden contar con los dedos de las manos y de los pies, y salvo algunos puntos de la entidad en los que ha estado, la mayor parte del territorio estatal sabe de su ausencia.

 

Creo que el mayor conocimiento que tiene de Veracruz es alguno de los cafés de “La Parroquia” del puerto jarocho o alguno de los más lujosos hoteles de la zona conurbada Veracruz-Boca del Río, porque nunca dejó las grandes ciudades, como hay constancia con los actos masivos que le organizó el gobierno de Cuitláhuac con miles de acarreados en Boca del Río y en Minatitlán.

 

A lo mejor ella cree que ya tiene segura la candidatura, si es cierto que se la ofreció bajo promesa AMLO, pero a la vez no está segura y por eso ha anunciado que renunciará al cargo que tiene si así lo fija la convocatoria respectiva que lo tiene que hacer, pero además para venir a tratar de conocer lo más que pueda del territorio estatal y para que la conozcan los veracruzanos.

 

Aparte de que la dependencia a su cargo ha realizado algunas cuantas obras en el estado, porque algo tenía que cumplir en Veracruz, la verdad es que no se sabe que hubiera realizado alguna gestión que haya reportado beneficios a los veracruzanos a los que quiere representar, significativamente que no haya hecho nada por recategorizar las tarifas por consumo de energía eléctrica que son lesivas para toda la población.

 

Por lo que se entiende que declaró ayer, no va a pedir un permiso para dejar la Secretaría a su cargo, sino que va a renunciar, tan segura está de que va a ser la candidata y va a ganar, pero se va a inscribir en el proceso y se va a someter a la competencia que implicará también encuestas. Ya veremos si se trata de una simulación más.

 

Pero si se atiene uno a una de las reglas no escritas de la política, de que lo único seguro es que no hay nada seguro, pienso que no se debe subestimar ni a Manuel Huerta ni a Sergio Gutiérrez, quienes sí tienen una estructura humana real que los hace competitivos, una estructura a ras de tierra que, más el primero que el segundo, han venido construyendo con trabajo de resultados.

 

Con una ventaja sobre Nahle: ellos sí son veracruzanos, de nacimiento, algo que presumen, lo que no puede hacer la otra, nacida en Zacatecas y que quiso adquirir la “nacionalidad” jarocha con una ley que echó abajo la Suprema Corte de Justicia de la Nación, un pequeño gran detalle que va a explotar la oposición.

 

De Rocío no se sabe que tenga una estructura propia y se ha montado sobre la del gobierno de Cuitláhuac García Jiménez, algo que no se sabe si la va a ayudar o le va a pesar por tanto negativos que tienen él y su gobierno, agravados con la actuación del secretario de Gobierno Eric Cisneros, aunque se diga que ahora es su enemigo, y por extensión de la fiscal Verónica Hernández Giadáns.

 

Hasta donde tengo conocimiento, el verdadero aliado que tiene, que le puede aportar hasta 200 mil votos (eso me han dicho quienes tienen acceso a la información) es su compañero en el senado, ahora alcalde de Xalapa, Ricardo Ahued.

 

Por el contrario, funcionarios y funcionarias del gobierno cuitlahuista, en corto me han hecho saber que no la quieren como candidata y no la van a apoyar, aunque no se muestran, menos sus intenciones, porque saben que los reprimirían.

 

Me llama la atención que quienes la dan por segura candidata, desataron ya una campaña contra Manuel Huerta (antes la han tenido contra Gutiérrez Luna), lo que hace preguntar qué tanta es su seguridad.

 

Nahle podría ser la candidata, si se repite la imposición que se dio en el nivel federal. Podría pasar entonces, con facilidad, la primera aduana. Pero le quedaría la segunda, nada fácil: la de todos los veracruzanos que seguramente irán unidos en un frente y que saben muy bien que sí se puede, que es posible derrotar al candidato oficial y al gobierno que lo respalda, como ocurrió con las candidaturas de Héctor Yunes, a quien apoyaba el gobierno de Javier Duarte, y de Miguel Ángel Yunes Márquez, a quien apoyaba el gobierno de su papá del mismo nombre.

 

Héctor pagó por todos los pecados del gobierno de Javier y Miguel Ángel hijo por los del gobierno de su padre. Los veracruzanos se hastiaron y los echaron en las urnas, no obstante que hubo mucho dinero, todo, que no fue suficiente para parar la determinación que ya habían tomado los electores. Cuando uno anda a ras de suelo, en los sitios públicos, escucha el gran descontento que hay con el gobierno de Cuitláhuac. No vaya a ser que si Nahle resulta la candidata, pague el costo por cobijarse bajo su manto, aparte su “extranjería”. Todo es posible.

 

 

 

 

 

 

 

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