Treinta años después de que su jefe y mentor Manuel Camacho Solís hiciera un berrinche porque no lo eligieron candidato a la presidencia de la República, Marcelo Ebrard repitió el numerito con pésimos resultados. Y es que en contrapunto con Camacho que a pesar de su exabrupto tuvo la esperanza de una segunda oportunidad, sobre todo como Comisionado para la paz en Chiapas, Ebrard no tiene nada; nada de nada.
Algunos analistas han aventurado que el ex canciller no debió sulfurarse de esa manera porque aunque se quede en Morena, se marginó de una hipotética segunda oportunidad. Y es que como aún faltan dos meses y medio para que la candidatura de Claudia Sheinbaum se haga oficial, pudiera ser que en ese tiempo López Obrador cambie de opinión y lo nombre candidato sustituto.
Uta, optimistas los analistas.
Suponiendo sin conceder que Marcelo hubiera aceptado el resultado de las encuestas y le hubiera levantado la mano a Claudia, ni así será candidato en caso de que la ex jefa de gobierno amanezca con dolor de estómago y diga que siempre no le entra a la contienda.
Si la candidatura de la señora no prende, si no levanta ni entusiasma, si pone en riesgo la continuidad de la 4T, López Obrador recurrirá a quien sea menos a Marcelo. Y para eso tiene varias cartas; en primer lugar está Adán Augusto López y en último Ricardo Monreal de quien desconfía, aunque no tanto como de Marcelo.
Para acabar pronto lector, puede que sean candidatos Cuitláhuac García o Juanito, pero no Marcelo.
Ayer por la tarde un analista dijo que la clase política “se mantiene en vilo” pues la decisión que tome hoy lunes el ex canciller puede incidir en la disputa por la presidencia del próximo año.
¿Y qué dirá Marcelo?
Uno, que se va de Morena lo que ya sabíamos porque lo dijo a Ciro Gómez Leyva la semana anterior. Esto pondrá felices a los morenos puros que siempre lo han visto como un advenedizo y se le van a ir encima con todo.
Dos, que se queda en Morena, lo que lo dejará en calidad de jarrón viejo ya que Claudia Sheinbaum no lo querrá ni como matraquero en su campaña y la cúpula del partido no sabrá dónde ponerlo.
Tres, que se va como candidato a Movimiento Ciudadano lo que pondrá feliz a Andrés Manuel ya que si bien es cierto que un voto por Marcelo será uno menos para Claudia; a quien verdaderamente afectará con esta decisión será a Xóchitl Gálvez, la candidata del Frente Amplio, que va a necesitar como agua necesita un sediento cada voto de los que obtenga Marcelo.
Cuatro. Ofrecerá sus servicios a la oposición lo que provocará un rompimiento con López Obrador que como contestación, desempolvará su expediente sobre la Línea 12 del Metro y es capaz de mandarlo guardar unos meses en un reclusorio.
Quinto. Anunciará que recurrirá a los tribunales nacionales e internacionales para que se repitan las encuestas, lo que provocará risas en el extranjero y carcajadas acá de este lado.
Sexto. Quizá salga con el rollo de que sembrará para el futuro, es decir, para el 2030. En el papel la idea lucirá bien y se verá muy bonita. Pero es demasiado utópica para un sujeto con 63 años a cuestas.
En resumen; si Marcelo se queda en Morena, malo. Si se va de Morena, peor. Si va con MC por la presidencia jamás ganará y será un traidor para el Frente Amplio por México. Si se va al FAM será un traidor para Morena y López Obrador. Que le robaron la elección, eso es definitivo, que le harán caso en los tribunales sobre todo en los nacionales, eso es de risa loca.
A contrapelo de Manuel Camacho que se ilusionó por su cuenta porque nadie le dijo que sería candidato a la presidencia, Marcelo sí creyó en Andrés Manuel que lo engañó hasta la saciedad y en el pecado llevó la penitencia.
Lo que hará hoy será anunciar con mucho bombo su última, penúltima o antepenúltima alharaca mediática antes de pasar definitivamente al ostracismo. Porque, pobrecito… ¿acaso alguien le ve futuro político?
El gris liderazgo de Ramírez Zepeta
Lo que comenzó como un trascendido ha cobrado fuerza y ya no es un secreto que Esteban Ramírez Zepeta se ha convertido en una auténtica calamidad, porque lejos de hacer la chamba para la que fue designado, privilegia las fiestas, se pega mucho a la botella y pasado de tragos le da por ventilar asuntos de su vida privada, cosa que no tendría la menor importancia de no ser porque el señor es dirigente estatal de Morena y tiene abandonado tanto a su partido como a la militancia.
Esteban tiene diversos señalamientos por escándalos que lo han llevado a perder su calidad moral (si es que alguna vez la tuvo) y el respeto de amigos, compañeros y militantes del partido guinda ya que no ha tomado en serio la encomienda que los veracruzanos de Morena le han encargado. “El trabajo que debe realizar ha brillado por su ausencia ya que ni recorre el estado visitando la estructura del partido, ni se preocupa por los problemas de la militancia, ni siquiera hace un llamado a la unidad en estos momentos en que más lo necesitamos” es la queja.
Lo que es un hecho no sólo para los morenos, sino para la clase política veracruzana, es que Ramírez Zepeta ha tenido una gestión gris como dirigente de Morena y su trabajo (es un decir) ha pasado sin pena ni gloria.
Las divisiones al interior del partido son cada vez más frecuentes y han escalado hasta Palacio de Gobierno, por lo que es urgente que el gobernador Cuitláhuac García ponga orden, de lo contrario la operación rumbo al 2024 está condenada al fracaso.
Morena en Veracruz necesita una figura con liderazgo que dé continuidad al proceso de transformación y lleve por buen camino al partido.
Por lo anterior, la militancia de Morena le está pidiendo a Ramírez Zepeta que actúe con congruencia y renuncie a la dirigencia. Su desgaste político ha sido notorio y lo que está esperando la militancia es que una vez que Claudia Sheinbaum sea elegida candidata presidencial, venga un reacomodo al interior de Morena en Veracruz.