Beatriz, la candidata del Peje, tronó

 Firmas y votos del obradorismo para Doña Derrota  * Quiso descarrilar a Xóchitl y el PRI la aniquiló  * Notario Durán imputó delitos y no los pudo probar  * Cárceles donde los narcos mandan  * Y los abogados desaparecen  * Ataque a la periodista Verónica Huerta  * 14 meses de retraso y la refinería de Nahle no refina

MUSSIO CÁRDENAS ARELLANO

Publicada en mussiocardenas.com

1 de septiembre de 2023

Fulminada, apaleada, Beatriz Paredes terminó descarrilada por el PRI. Hiló su enésima derrota política, quizá la última en su vida, por andar saboteando el proyecto ciudadano que mueve a Xóchitl Gálvez.

Impactada por el misil, quedó helada, fría, no tanto por el repudio de los antiobradoristas a su figura sino por el desdén de los suyos, el priismo que por un lado no le vio con qué artillería podría contender por la Presidencia, y por otro, porque fueron alertados que en la votación del domingo 3 de septiembre las hordas de Andrés Manuel, infiltrados en el padrón del Frente Amplio, apuntalarían a Doña Derrota con tal de joder a Xóchitl.

Beatriz Paredes es el vértice —y beneficiaria— de un operativo en que el morenismo posicionó su imagen mediante encuestas inducidas y se apostó para votar para su causa, pero que abortó.

Se detectaron 70 mil registros de militantes de Morena en la base de datos del Frente Amplio por México, al cruzar datos con el listado de agremiados de partidos políticos. Esta versión fue revelada por el dirigente perredista y ex senador, Guadalupe Acosta Naranjo.

En el espacio de Aristegui Noticias en Vivo, Acosta Naranjo abundó sobre un operativo a “4.5 millones de personas intentando reventar la plataforma de internet para inscribir a simpatizantes”.

Se advirtió intensa actividad de empresas que realizan consultas telefónicas induciendo a posicionar el nombre de Beatriz Paredes Rangel en los días previos a la última encuesta del Frente Amplio y a la consulta, vía voto, del 3 de septiembre, que finalmente se canceló. Así lo consigna el columnista Raymundo Riva Palacio en Estrictamente Personal.

Ahí le detonó el conflicto a Doña Derrota —37 años sin ganar una elección constitucional— por su doble cara, doble lenguaje, doble moral.

Detectada la infiltración obradorista y las encuestas telefónicas que, en efecto, la hicieron crecer artificialmente y acercarse a Xóchitl Gálvez, aunque nunca la rebasó, los altos mandos del PRI, PAN y PRD acordaron ceñirse al resultado de la última encuesta y concluir el proceso sin votación.

Pero a Beatriz le brotó lo Beatriz. Brava, como es, en corto le dijo a su líder nacional, Alejandro Moreno Cárdenas, que se bajaría. No lo hizo. Respondió en el último foro, el 26 de agosto, en Mérida, Yucatán, con un reto: “si las mujeres vamos a repetir el modelo patriarcal de los arreglos, perdónenme, estamos jodidas”.

Paredes quiso cubrir —y encubrir— con un desplante la metida de mano que el presidente Andrés Manuel López Obrador le dio al proceso interno del frente opositor del que ella se beneficiaba.

No era un tema de misoginia. Le dio ese sesgo para persistir en arrebatar la coordinación del Frente, o sea la virtual candidatura presidencial.

No era un tema de machismo o de acuerdo entre varones. Beatriz maniobró para que el operativo obradorista la terminara de apuntalar.

Dos días después, el lunes 28, Alito Moreno inició la embestida. Las encuestas no favorecían a Beatriz Paredes, dijo a la prensa. Y la debacle llegó.

La susodicha priista-obradorista respondió que esperaría a ver las encuestas oficiales del Frente Amplio. Era ganar tiempo.

PAN respaldó en pleno a Xóchitl Gálvez; PRD también. Era un cruzar y cruzar mensajes, aislando a Doña Derrota, forzando la declinación. Pero Beatriz persistió.

Y el verdugo actuó.

Alejandro Moreno Cárdenas lanzó la avalancha con que el PRI nacional, la defenestró y, simultáneamente, encumbró a la senadora panista.

No sólo la dejaron a su suerte los dueños en turno del PRI nacional —Alito Moreno y su gang— sino sus 32 comités estatales, sus casi 2 mil 500 comités municipales y sus 90 mil seccionales.

Qué agraviante fue para Bety Paredes y su staff ver a Alito Moreno con la dirigencia en pleno, en vivo y a todo color, proclamando que el PRI tiene como candidata única a la senadora… del PAN.

Faltaba la puntilla: el Frente reveló los números de la última encuesta: 57.6 por ciento para Xóchitl; 42.4 para Paredes. Doña Derrota volvió a perder.

Y entonces arrió banderas. Y levó el ancla. Y se vio sola, aislada, exhibida, tácitamente masacrada por su partido, el PRI.

Y este cuento terminó.

Beatriz Paredes sacó las uñas y pagó por ello. Se montó en el lomo del obradorismo incurriendo en un contrasentido total. El Frente Amplio nació para disputarle el poder a López Obrador y la nada ingenua senadora terminaría siendo la candidata de Andrés Manuel… en el Frente.

Un golpe devastador para la soberbia Beatriz Paredes, que en sus días de poder y gloria, entonces gobernadora de Tlaxcala o funcionaria federal, solía tomar el teléfono para reclamar a un subordinado por un acto de gobierno mal ejecutado o por una corruptela. O era célebre entre la prensa por sus desplantes ante columnistas nacionales que solían criticarla cuando había que hacerlo, y que era casi siempre.

Mancillado su orgullo, esta vez mordió el polvo. Llegó a la final con el ímpetu de un tren bala, ajustada la máquina, preciso el discurso, sacando del baúl las frases y los adagios, puntillosa con el obradorato pero sabiéndose beneficiada por él, con el rollo priista que suele encantar a los incautos y luego desencantar a toda la nación.

Operó una parte de la maquinaria priista a su favor, los suyos, la vieja guardia, los que saben y conocen. Había que recolectar firmas, subirlas a la plataforma del Frente Amplio por México y lo hicieron. Y tendría los votos de los obradorista infiltrados. Y Beatriz Paredes se catapultó.

Sus firmas fueron, en su mayoría, de priistas. Las estructuras se movieron, los operadores accionaron, casi medio millón de adeptos en cuestión de semanas.

Doña Derrota superó a los candidatos de relleno y a los aspirantes de peso, pero nunca a Xóchitl Gálvez. Las firmas de la senadora panista —aunque sin estar afiliada al PAN— procedieron de la sociedad civil, la marea rosa. Pero en las sombras operaba López Obrador.

Y a la hora buena Beatriz cayó.

Descubierta, arrinconada, el miércoles 30 ya no pudo más. Declinó, tiró rollo, sonrió, posó la foto con Xóchitl Gálvez y se marchó.

Terminó descarrilada por el PRI, derrotada, señalada, exhibida por andar saboteando el proyecto ciudadano que mueve a Xóchitl Gálvez. Y peor, por prestarse al juego de López Obrador.

Todavía pudo oír a su promotor, Andrés Manuel, recitar desde el púlpito: “Beatriz aguanta, el pueblo se levanta”.

Pero ni Beatriz aguantó ni el pueblo se levantó.

Archivo muerto

Alejandro Durán, notario público, denunció robo y tentativa de extorsión y no lo pudo probar. La Séptima Fiscalía de la Unidad de Procuración de Justicia en Coatzacoalcos notificó a los cuatro imputados, cuyos nombres se reservan, el “no ejercicio de la acción penal” dentro de la carpeta de investigación UIPJ/DXXI/F7/2407/2021. Dos de los acusados fueron notificados el 14 de agosto pasado; uno más, este martes 29. Alejandro Durán, notario asentado en Chinameca pero avecindado en Coatzacoalcos, armó todo un circo contra quienes lo unen lazos familiares. Se dijo robado, que le birlaron un anillo de su mamá, pero resultó que es el mismo que adquirió para formalizar su compromiso con quien era su pareja, tal como registra la foto del recuerdo. El flamante notario se dolió de que supuestamente le robaron su patente de fedatario. El flamante Alejandro Durán acusó ser víctima de extorsión en grado de tentativa. Nada pudo probar. La Séptima Fiscalía, con sede en Coatzacoalcos, indagó, escudriñó y determinó el “no ejercicio de la acción penal”. Documentos oficiales así lo establecen. El vodevil es apéndice de otro caso policíaco, ese sí más serio, más grave y más brutal. Alejandro Durán Estrada, el acusador, se enredó en un asunto del que aún no asimila los alcances. Acusó, no demostró y ahora enfrentará las de la ley. Los carniceros de hoy, dice el adagio, suelen ser las reses del mañana. ¿Quién le habrá aconsejado semejante “solución” a su diferendo personal? Su abogado Marco Antonio Madrazo, el “doctor”… Los narcos van y vienen. Son dueños de plazas y cárceles. Exprimen al que ostenta riqueza, al empresario, al comerciante, al profesionista y hasta en los penales tienen feudos. Los narcos son parias de la sociedad que operan libres e impunes y cuando pierden la libertad no cesan de traficar, de extorsionar, de secuestrar, de robar combustible, de retar al poder, de corromper al que es proclive a la corrupción. Las cárceles son escuelas del crimen y centros de operación de la delincuencia. Son un mundo aparte. Y hasta los abogados que llegan, suelen no salir. Se introducen en el Cereso y desaparecen de la faz de la tierra. Y por más que escarben en la tierra, hurguen en el campo, levanten y levanten piedras, de los restos no se vuelve a saber. Se esfumaron como se disipa la niebla cuando llega el sol… Iracundas, empleadas del ayuntamiento de Miahuatlán arremetieron contra la periodista Verónica Huerta. Captaba con su teléfono celular una ambulancia del DIF de aquel municipio cuando ocurrió la agresión. Verónica Huerta, reportera de la agencia AVC y corresponsal de Acir, una notable periodista, fue increpada por hacer su trabajo. Cubría el cierre de campaña de Claudia Sheinbaum, la corcholata favorita de Andrés Manuel López Obrador, en Xalapa, el 27 de agosto. Olió la nota. Una ambulancia del DIF de Miahuatlán, municipio morenista, en el evento de Morena. Mínimo, peculado electoral. De la unidad descendieron cinco o seis mujeres. Una de las agresoras reclamó por qué la grababa; otra fue directo sobre el celular. Y luego las vesánicas atacaron a Verónica Huerta. Recibió golpes y jalones. Le arrebataron el teléfono en el que había captado la agresión, los rostros, los gestos descompuestos, pero un varón intervino y recuperó el celular. Instantes después, volvió a ser atacada. Verónica Huerta gritaba a seis agentes de Tránsito, dependencia de la Secretaría de Seguridad Pública de Veracruz, que la ayudaran; no intervinieron. “Gritaba en medio del tumulto de mujeres que por favor alguien llamara a la Guardia Nacional, que me ayudaran y ninguno de los agentes de Tránsito u otras autoridades que ahí estaban presentes me ayudaron. Fueron ciudadanos y ciudadanas presentes los que intervinieron y literalmente me defendieron y les quitaron mi teléfono”. Minutos después, recibió una llamada. Una mujer se identificó como Verónica Suárez; el alcalde morenista de Miahuatlán se llama Héctor Óscar Suárez Sánchez. La llamada llegó desde el número 2282859599 “para cuestionarme, intimidarme, coaccionarme y se ofreció a pagar mi día de salario a cambio de que yo callara la agresión. La respuesta de ella fue minimizar y decir que sus compañeras del Ayuntamiento de Miahuatlán cometieron ‘un error’ al agredirme”. Es el clima de linchamiento en que se desarrolla la prensa en Veracruz, el infierno creado por Cuitláhuac García Jiménez, que se significa por increpar reporteras, cuestionarlas, denostarlas. Vacía las tripas contra porque son mujeres y porque son periodistas. Las furibundas, sin embargo, han tenido su mérito: unificaron al gremio periodístico en su contra. Se exige castigo. Se reclama por la alevosía y ventaja, dos agravantes de ley. Se condena que les aflore la ira sólo porque las pillaron con el vehículo oficial en el cierre de la pre-precampaña de la corcholata Sheinbaum, a las afueras del Velódromo de Xalapa. Verónica Huerta no está sola. El gremio alza su voz. Los organismos por la defensa de los periodistas ya trabajan en su protección… Catorce meses de retraso y la refinería Olmeca, en Dos Bocas, no refina. Hoy, hace 14 meses, Andrés Manuel López Obrador y Rocío Nahle García protagonizaron un montaje. Cortaron el listón “inaugural” de la refinería sin que hubiera concluido su construcción. Fue eso, un montaje, una puesta en escena, una simulación. Aquel 1 de julio de 2022, sería inolvidable. Una refinería que anunciaron sería construida en tres años, tiempo récord, con un costo de 8 mil millones de dólares. Eso ofreció Rocío Nahle y era mentira. Sacó de la jugada a las empresas con mayor experiencia en construcción de refinerías e impuso a las suyas. Luego ofrecería que en un año más quedaría concluida por obra adicional. Llegó el 1 de julio de 2023 y nada. Año y dos meses después, Nahle sigue igual, sin cumplir. Cuenta Nahle que ya merito, que ya le metió petróleo a los ductos, que ya está el proceso, que pronto, que ya casi. Y así el cuento mientras el costo de la refinería alcanza los 14 mil millones de dólares, según López Obrador; 20 mil millones de dólares, de acuerdo con analistas de temas de energía, basados en reportes de Pemex. Son 14 meses después de la fallida inauguración en Dos Bocas y ni una gota de gasolina. La refinería no refina. Y así quiere ser gobernadora de Veracruz…

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