DÍA DE LA MUJER SUDAFRICANA: 9 DE AGOSTO

Si golpeas a una mujer, golpeas una roca”

  • (“Wathint´abafazi´wathint imbokodo”)

Voces de las mujeres sudafricanas en la Marcha de1956.

El 9 de agosto se celebra el “Dia de la Mujer Sudafricana” o “Dia Internacional de la Solidaridad con la lucha de la Mujer en Sudáfrica y Namibia”, fecha que permite recordar los hechos y luchas de las mujeres de ese país, en el objetivo de ser reconocidas en sus derechos sociales y políticos, después de una etapa de 44 años de segregación, discriminación y sometimiento, derivado de las Leyes impuestas por sus gobiernos y de un sistema político denominado “Apartheid” (“separación” en afrikáans).

El Apartheid, fue un sistema de segregación racial establecido en Sudáfrica y Namibia, entre 1948 y 1992, fomentado por el Partido Nacional (PN) triunfador de las elecciones de 1948, llevando a Daniel Francois Malan a ocupar el cargo de Primer Ministro. Este gobierno -ya en el poder-, instauró una política de Estado basado en una ideología de control generalizado, en la que las personas de diferentes razas o de origen diferente-siendo todos sudafricanos-, no podían convivir en igualdad ni en armonía. El Apartheid, no solo alentaba la segregación entre negros y blancos, sino también entre las diferentes etnias o grupos de no blancos.

En África existían, además de los nativos africanos de color, los grupos de origen mixto y asiático, estos últimos principalmente de ascendencia Inda y Malaya. Ello llevó al gobierno a realizar un registro de población por raza de cada individuo y a partir de ese control, se prohibía la convivencia de los blancos con los grupos de negros y mixtos; así mismo, se les impedía a estos últimos, votar e inmiscuirse en los asuntos públicos,  no podían compartir habitaciones y espacios entre ellos, no debían circular juntos en ciertas partes del territorio, y desde luego se vetaba el derecho al matrimonio o unión entre blancos y negros y entre las propias etnias, además, de no tener permitido el derecho a la propiedad, entre otras prohibiciones, vulnerándose así sus derechos humanos y su dignidad.

La historia da cuenta en esa etapa, del sufrimiento de la población segregada en ese país, sometida a verdaderas injusticias a partir de la expedición de una serie de leyes en la que los privilegios políticos, económicos y sociales eran otorgados solo a la población blanca, negada en derechos y limitada en libertades al resto de la población; leyes que movieron a los grupos sudafricanos discriminados, a revelarse y a dar incluso su vida por recuperar sus garantías ciudadanas. De ahí el fortalecimiento de las luchas intestinas de ese país, que cobró muchas vidas, y que no concluirían hasta lograr la abolición del Apartheid.

Para el logro de ese propósito, sin duda, fue muy importante el surgimiento del liderazgo de Nelson Mandela, líder del Congreso Nacional Africano (CNA), mismo que creó el Movimiento de Resistencia no violento de Defensa contra las Leyes Injustas, que unificó en este Frente a miles de sudafricanos y sudafricanas de color y poblaciones mixtas, que compartían los mismos ideales y objetivos y que se confrontarían con los regímenes en turno, en las siguientes décadas.

A Mandela, ello le costó su encarcelamiento en 1963 y, mientras él estuvo en reclusión, su esposa Winnie Mandela lideró la protesta internacional para su liberación. Y después de 27 años, el objetivo se logra -hasta 1994- una vez que el régimen sudafricano hace efectivas, una serie de reformas a sus leyes, -proyectadas desde 1984-, pero que entran en vigor hasta 1990 en que Frederick De Klerk, Primer Ministro, al ver el fortalecimiento de los movimientos de resistencia y su costo en vidas, busca iniciar el proceso de transición.  Y uno de los primeros ordenamientos fue otorgar la libertad a los presos políticos, el reconocimiento al voto y de las diferentes fuerzas políticas para ser consideradas en los órganos legislativos, y principalmente, la derogación de las leyes racistas.  El Apartheid, al fin expiraba.

Mandela sale de prisión y aboga por la reconciliación en lugar de la venganza, convirtiéndose en el líder que unió a Sudáfrica [1], y junto a él, los hombres y mujeres que los acompañaron siempre en este propósito, no importando si para ello, se perdía la libertad o si se hacían efectivas las amenazas contra su vida.

En las elecciones de 1994 por primera vez la población de color y poblaciones mixtas, salen a votar. Y es una mujer llamada Notasa Paintin, sobrina de Mandela, quien emite el primer voto y con ello se rompe una historia de atavismo y sometimiento exacerbado, principalmente contra los de raza negra, pero se inicia otra que había de pasar todavía por muchos matices de revueltas políticas, pero que, sin duda, el haber sido reconocida ya la población segregada,  era un gran paso en el camino hacia la igualdad y el respeto a sus derechos ciudadanos.

Igualmente, la primera mujer africana -de color- que logra ocupar un escaño, fue Nontsikelelo Albertina Sisulu, activista y lideresa sudafricana que hizo lo propio luchando contra el Apartheid desde la década de los 50, y, registra la historia que 1956, en una de tantas marchas en las que participaron las sudafricanas, estaba al frente Albertina y su grupo, expresando su rechazo al sistema y coreando repetidas veces la frase: “Si golpeas una mujer, golpeas una roca”. Misma frase que se quedó como emblema del movimiento.

Dado que Albertina, ganó en las primeras elecciones democráticas multirraciales que se realizaron en ese país, le toca acompañar políticamente a Nelson Mandela, quien igualmente en ese proceso de 1994, se convierte en Presidente de Sudáfrica.

Pero regresando a nuestros días, ¿qué está sucediendo en la actualidad con las mujeres Sudafricanas?

Hoy es lamentable que la segregación racial en Sudáfrica y en muchas partes del mundo, sea un lastre doloroso que aún prevalece. Que el fenómeno de la pobreza pegue más fuertemente a las mujeres, y estas sean más vulnerables en los temas de salud, trabajo, educación e inseguridad. Y lo más condenable, que existan países en dónde sus propios gobiernos estimulan el racismo, la discriminación e incluso la opresión y el crimen. Estigmas que aun padecen las poblaciones de mujeres no blancas, agregándose a estas las latinas, asiáticas, etc., y dentro de esos mismos grupos las indígenas, las migrantes, las discapacitadas, etc., mismas que sufren la discriminación laboral, social, cultural y legal.

Lo anterior, debe obligar a los organismos internacionales, entre ellos Amnistía Internacional, a ratificar los protocolos de los derechos de las mujeres, -en este caso nos hemos referido a las Africanas-, pero, debe ampliarse para todas las ciudadanas del mundo que estén esa condición. De esta manera se puede lograr la garantía del respeto a sus derechos civiles y políticos, así como económicos, sociales y culturales, reafirmando así la universalidad, indivisibilidad e interdependencia de sus derechos humanos internacionalmente[2] .

Hoy es necesario llamar la atención de los gobiernos del mundo, para que su esfuerzo se dirija a recuperar el orden social y político de los pueblos y naciones pensando prioritariamente en los intereses de la humanidad, independientemente de su raza, género, edad, condición social o económica, como igualmente pensar en nuestro hábitat que también exige respeto.

En suma, hoy más que nunca la historia si tiene que reescribir evitando repetir los errores del pasado.

Por eso, en este próximo 9 de agosto en que se celebra el Dia de la Mujer Sudafricana, reflexionemos en los hechos que marcaron etapas dolorosas no solo en ese país, sino en el mundo, solidarizándonos con los hombres y mujeres de todos aquellos países que en el presente enfrentan guerras o conflictos internos, para que pronto, privilegiando los buenos acuerdos políticos y la legalidad, se recupere la convivencia respetuosa, la vida en armonía y las oportunidades de prosperidad para todos y todas por igual.

Gracias y hasta la próxima.

 

[1] https://es.wikipedia.org/wiki/Elecciones_generales_de_Sud%C3%A1frica_de_1994

[2] Amnistia Internacional. Union Africana. https://www.amnesty.org/es/wp-content/uploads/sites/4/2021/09/ior300192004es.pdf

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