La renuncia al PRI, el pasado 3 de Julio, de Claudia Ruiz-Massieu Salinas – junto con otras destacadas figuras, cuatro en total-, es quizás la que más ha dolido, porque se trata de uno de los mejores valores políticos y profesionales femeninos que ha tenido este partido, y lo seguirá siendo, independientemente de haber tomado la decisión – muy respetable-, de expresar su retiro de una institución política en la que militó más de 30 años.
Y lo que también duele a muchos y muchas, especialmente a quienes tuvimos el gusto de tratarla, es que, en lugar de que se prestara este hecho como un punto de reflexión para revisar en serio las cosas que no están funcionando al interior de esta institución política, que son muchas, se tomó como un argumento de descalificación y exclusión desde la propia coordinación del Senado y del propio CEN del PRI. Sin analizar que, quienes como militantes lo fueron de convicción, no se van de un espacio tan fácilmente. Y si lo hacen, hay motivos muy serios y en este caso todo mundo los conoce.
Claudia, por el hecho de llevar el apellido Salinas, – su madre es hermana del expresidente-, fue vista siempre por ello, como una persona privilegiada para poder escalar a posiciones importantes dentro de la política sin esfuerzo, pero en realidad su ascenso nunca fue fácil y sí de mucho trabajo; y si ascendió, no fue por su asociación con la parentela del expresidente, sino por su cercanía y formación política junto a su padre, José Francisco Ruiz Massieu, extraordinario abogado y político, ideólogo y creyente de la transformación del PRI, quien fuera asesinado arteramente un 28 de septiembre de 1994 , saliendo de un desayuno en el edificio de la CNOP -ubicado en la avenida La Fragua de la Ciudad de México-, con los diputados federales electos, entre los que nos encontrábamos nosotros que conformamos en el momento, el grupo Veracruz de la 56 legislatura federal.
Claudia tenía 22 años cuando su padre fallece y sin duda la muerte trágica de este fue para ella el mayor dolor de su vida, porque después del acontecimiento, se tuvo que enfrentar a la suspicacia de los datos en donde se dijeron más mentiras que verdades. Y eso, sólo lastima a una familia.
No solo perdía a su padre, sino a su ejemplo como hombre de ideas, de valores y sobre todo de amor nacionalista. Y toda esa formación que recibió de este, le permitió a través del tiempo consolidar capacidad y experiencia, lo que le ayudó a lograr un excelente desempeño en los diferentes cargos que ocupó, como mujer de Estado y de partido.
Antes de incursionar en los cargos públicos, Claudia era académica de la UNAM en donde fungió como asistente técnico de investigación en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de 1995 a1997 y, posteriormente formó parte del cuerpo académico de la Unidad de Comercio Internacional de ese Instituto. Así mismo, laboró en la Universidad Anáhuac, donde fue docente en el área de Derecho y sistemas jurídicos contemporáneos. En el servicio público, en el año 2006, fue Coordinadora de Asesores del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad y en 2007, es nombrada Coordinadora General de Planeación, Desarrollo e Innovación Institucional de la Procuraduría General de la República. Para 2012, pasó a formar parte del gabinete del Presidente Peña Nieto siendo nombrada Secretaria de Turismo de 2012 a 2015, y posteriormente Secretaria de Relaciones Exteriores de 2015 a 2017.
Para 2018 se convierte en Presidenta Nacional del PRI sustituyendo al también finado y excelente político Rene Juárez Cisneros y desde 2019 a la fecha Senadora de la República, – hoy fuera ya de la bancada priista- conformando en adelante un grupo independiente dentro de ese cuerpo legislativo, con una clara convicción de seguir luchando y defendiendo sus convicciones -como así lo ha manifestado-, como grupo opositor a las decisiones cupulares que no favorezcan al país.
Y aunque debiera ser lamentable para el PRI, el que ella haya tomado esa decisión, -aunque a muchos les gane la arrogancia y no quieran reconocer que renunció una persona valiosa-, yo si quise hacer esta mención, por tratarse de una excelente abogada, mujer inteligente que ha salido adelante siempre por sus propios méritos. Y aunque se diga en el CEN que, “lo mejor del PRI se queda en el PRI”, -frase bastante trillada, por cierto-, eso estaría por probarse. Porque este caso, como el de muchos y muchas que tomaron antes la misma decisión, -excluyendo a aquellos que renunciaron para salir corriendo para militar en otras siglas-, se fueron decepcionados y hartos de los pésimos estilos de dirección en este, de los gobiernos corruptos, de no ver cambios para mejorar y, sí, ver anteponer intereses personales y de grupo por sobre el interés institucional. Mal que, por cierto, sucede en todos los partidos.
Concluyo mi comentario, deseándole a Claudia Ruiz Massieu, todo el éxito que merece en adelante y que la vida le sea grata; sé que tiene mucho que hacer aun en el plano profesional y político. Y, aprovechando este espacio, le envío una cordial felicitación hoy 10 de Julio en el día de su cumpleaños.
Gracias y hasta la próxima