Señores jueces y abogados, ¿entendieron el mensaje? No podían dejar actuar a Cuitláhuac García con tanta alevosía y falsedad en contra de una jueza
Angélica Sánchez fue detenida con acusaciones falsas, con pruebas fabricadas; fue detenida con toda la alevosía jurídica de la que es capaz la Fiscalía del Estado de Veracruz. Los jueces y abogados saben que no es la primera vez que la fiscal espuria, Verónica Hernández Giadáns, detiene a alguien con pruebas fabricadas. Lo ha hecho en contra de adversarios del gobierno, lo ha hecho en contra de jóvenes inocentes, lo ha hecho en contra de ciudadanos comunes. Pero hasta el momento no se había atrevido a hacerlo en contra de un miembro del Poder Judicial. El único delito de la jueza Angélica Sánchez fue acatar la orden de un juez federal; el no hacerlo podría implicar para ella caer en desacato. La jueza cumplió la orden y el gobernador, por ese hecho, la calificó de delincuente. Sí, así la llamó. Un gobernador que sacó de la cárcel a Arturo Bermúdez Zurita, acusado de genocidio por los colectivos de madres buscadoras; un gobernador que liberó a otros cómplices de Duarte y que ha mantenido libres a muchos delincuentes que siguen saqueando el estado de Veracruz. Ah, pero que una jueza acate una orden federal, eso la hace delincuente. Al final la Fiscalía espuria no pudo sostener sus acusaciones falsas, al final la presión de las barras de abogados y de jueces federales obligó a este gobierno a dejar en libertad a la jueza Angélica Sánchez. Jueces y abogados entendieron el mensaje. Hoy es la jueza Angélica Sánchez, mañana podría ser cualquiera de ustedes.
7 de junio, Día de la Libertad de Expresión. Algunas precisiones sobre el derecho a la manifestación de ideas y opiniones que tenemos todos
La Libertad de Expresión está consagrada en todas las constituciones de los países democráticos. Dicha libertad está señalada en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que a la letra dice: «Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión. Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideraciones de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección y gusto». En nuestra Constitución la Libertad de Expresión está garantizada en los artículos 6º y 7º, aunque los términos de estos artículos no hablen de una libertad sino del derecho a la manifestación de ideas. El artículo 7º de nuestra Constitución se ocupa de la Libertad de Prensa utilizando los términos «Libertad de difundir opiniones, información e ideas». Es en el artículo 6º de la Constitución, donde se garantiza el derecho a la manifestación de ideas. Cabe señalar que el derecho a la Libertad de Expresión debería ser claro, preciso y determinado. Sin embargo, no se sabe si para confundir o para distraer, el Legislativo incluyó también el derecho a la información y agregó todas las disposiciones referentes al Instituto Federal de Acceso a la Información. Por supuesto la Libertad de Expresión no es absoluta, está acotada por ciertas responsabilidades que debe tomar en cuenta aquel que piensa ejercerla. La libertad de uno no debe afectar los derechos humanos de los otros, sobre todo en lo referente a la honra y dignidad de las personas.
Libertad de Expresión en los tiempos de la Cuarta Transformación. López Obrador y su esfuerzo por acallar la crítica
El periodismo que prefiere la Cuarta Transformación es el que ejerce Lord Molécula o la güera que se siente Thalía; es el periodismo de “El pirata”, o de los youtubers que se inventaron un canal para llenar de halagos al presidente. La libertad de expresión para el presidente de México es esa que ejerce Carlos Pozos, Lord Molécula, quien en una mañanera preguntó al presidente: “Acusan a su gobierno de estar jugando a Dios, ¿me podría explicar si su gobierno juega a ser Dios?”. Otro día, sin el menor pudor, este pseudoperiodista se bajó los pantalones y gritó a los cuatro vientos en la mañanera: “Dios salve al presidente”. Esa es la libertad de expresión que prefiere la Cuarta Transformación, la que acusa los errores de los opositores, pero excusa los errores del gobierno. El epitafio de ese periodismo es el que dejó el monero Antonio Helguera, quien después de decir estas palabras inmortales, murió: “No me voy a poner a atacar a lo pendejo a un gobierno que esperé toda mi vida”. Por cierto, Helguera era de los que comían paella con el presidente los domingos en Palacio Nacional. Sus palabras son una muestra inexorable de que la abyección llega a trascender más que el abyecto. La crítica para el presidente López Obrador es un estorbo, son dardos envenenados que quieren destruir u opacar su buen gobierno. El gobierno ideal para López Obrador es aquel en el que no tenga que rendir cuentas a nadie, ni a su consciencia; aquel en el que los periodistas críticos no existan.
Armando Ortiz Twitter: @aortiz52 @lbajopalabra