CENTENARIO DEL NATALICIO DE RICARDO GARIBAY. (I)

“Lo que es del César.”

Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.

En el presente año se está conmemorando el centenario del natalicio del extraordinario escritor Ricardo Garibay. Sé que este emblemático personaje de la cultura nacional del siglo XX puede ser presentado como periodista, guionista, escritor, profesor, cronista; ahora sí que emulando a uno de sus famosos guiones titulado: “El mis usos”, Garibay fue un hombre de mil facetas, no obstante, considero que ante todo fue un magnifico escritor, algunas de sus novelas son obras reconocidísimas por la crítica literaria, entre las que se encuentran: “La casa que arde de noche”, “Verde Maira”, “Triste domingo”, “Lía y Lourdes”, y en esta ocasión abriremos el presente mes dedicado al escritor hidalguense con el libro: “Lo que es del César.”

Esta obra se integra por seis pequeñas novelas que en sí son seis cortos guiones cinematográficos. Aquí el lector se encontrará con el guion-novela: “Milusos”, llevado al cine en el año 1981 como: “El mil usos”, donde el papel del protagonista central llamado Tránsito lo interpretó Héctor Suárez. Los otros títulos que aparecen en la obra son: “Una mujer de a seis litros”, “Abismo”,Sinesio Santo”, “Director General”, “Islas”.

Apartándonos un poco del clásico “Milusos”, el relato nombrado: “Abismo” me resultó estremecedor. Aquí la historia es de dos jóvenes, muy jóvenes, por la forma en que se conducen bien pueden ser estudiantes de Secundaria o primeros años de Preparatoria. Los adolescentes se llaman Zenaida y Elías. Al inicio pareciera que la historia central o lo transcendental de lo narrado estriba en conocer el amor que se tienen los jóvenes y cómo en ese primer amor más que la pasión sexual, el deseo erótico, que si lo hay, se impone el interés por la convivencia con el ser amado. Tratarlo, conocerlo, compartir tiempo con él…

Elías se encuentra enamorado de Zenaida y cuando ella va al café con sus demás compañeros, él siente celos al verla bailar con uno de ellos, más, como ella también está enamorada de Elías, prefiere salirse del café e irse a encontrar con su enamorado. Los jóvenes caminan, platican, se dicen indirectas sobre sus sentimientos, pero ninguno se abre por completo. A los adultos nos puede parecer cursi, sin embargo, basta recordar cómo éramos cuando teníamos unos catorce a quince años de edad y reconoceremos que algo de timidez e inseguridad sentíamos al momento de estar al lado de la persona que amábamos, e incluso, todas estas sensaciones formaban parte del mismo proceso de enamoramiento.

El ejemplo de lo anterior es cuando Elías le confiesa a Zenaida que le ha compuesto un poema, y después de recitárselo se desarrolla la siguiente escena entre los enamorados:

Ahora es Zenaida quien tiene los ojos llenos de lágrimas. Zenaida: Elías. se detienen, se aproximan uno a otro. Sonriendo, llorando, dice: Zenaida: Elías. Elías sube una mano hasta los cabellos de ella, los roza con las puntas de los dedos y murmura, muy bajo: Elías: Náida. Y alarga imperceptiblemente el cuello. Tiemblan los labios de Elías. Elías: Yo… Encoje un poco el brazo que levantara, la mano que iba a hacer la caricia. Elías: Es que… Ve a otra parte. Dice con aspereza: Elías: Se está haciendo tarde.”

La frase: “Se está haciendo tarde” en pleno momento del enamoramiento y posible toqueteo amoroso resulta estúpida, claro, Elías al ser muy joven aún no comprende que el tiempo no se detiene, no perdona, es inmisericorde…porque ambos en lugar de besarse, tocarse, zambullirse uno en el otro, decidieron seguir caminando por un lugar medio escondido y alejado del pueblo donde habitaban, y lo trágico es que se encontrarán con cinco borrachos que desde que los jóvenes los vieron presintieron que podría resultar algo peligroso y su presagio resultó cierto, ya que los beodos al ver a la indefensa pareja sola en esos lares, decidieron ir sobre Elías y después por ella.

Los jóvenes corrieron y trataron de escapar del peligro. Elías fue alcanzado y fuertemente golpeado quedándose tirado, uno de los alcohólicos quería picarlo con arma blanca, pero, los demás le ordenaron que ahí lo dejara y se fueron a disfrutar de la joven. Estos bárbaros se empezarán a pelear entre ellos por la posesión de Zenaida, hay toda una escena de violencia, Ricardo Garibay narra así el final de Zenaida: “Máximo acercamiento a la cara de Zenaida, tironeada de adelante atrás, es decir, hacia CÁMARA y como si el rostro se incrustara en la CÁMARA. Rostro de agonía, desdibujado, retorcido, goyesco, espantosa visión, un segundo, no más.” Aquí la narrativa va en el sentido del guion ya como reproducción cinematográfica, es decir, como si el lector estuviera grabando la escena, y en el sentido del final trágico del personaje de Zenaida.

Elías abrirá los ojos, se encuentra todo golpeado, huele a lodo, a sangre. Seguramente sufre al incorporarse. Imagino que a pesar del dolor lo primero que piensa al recobrar el sentido es en Zenaida. Camina, avanza, y, de pronto, ve a Zenaida: “CÁMARA se mueve grotescamente, artrítica, y el crepitar de la hojarasca bajo los pies de Elías, crece, crece, crece hasta ser toda la hojarasca del mundo, crepitando. Aquí está Elías en el suelo, agitado por un llanto mudo, muy reducido, Elías, sus hombros muy desamparados; parece que reza. Elías: Matarse, hay que matarse, hay que matarse, me mato, me voy a matar, qués, qués, me mato, me voy hay que matarse, hay que matarse.”

Minutos atrás Elías disfrutaba la compañía de su amor, la esperanza de un futuro, la ilusión de una vida…y derecho a ella tenía, empero, en este trágico y realista guion, Ricardo Garibay nos enseña que debemos aprovechar el tiempo, amar con profundidad en cualquier momento, disfrutar el instante. ¿Qué es el instante? Aristotélicamente podemos afirmar que es el ahora, es decir, lo que sucede entre el antes y el después. Ya que el antes es un hecho consumado, incambiable, el después no sabemos si llegue. He aquí la importancia del instante, del hoy…Pobre Zenaida, pobre Elías, les llegó su trágico destino. Qué terrible sensación de impotencia, desconsuelo, injusticia… Y pensar que esas tragedias en muchas vidas no son instantes cinematográficos, sino hechos reales. Vivamos el instante.

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