Siempre he creído que en la educación está la clave para un gran presente y un mejor futuro, sé que de lo que niñas y niños aprenden desde temprana edad dependen gran parte de sus elecciones dentro de una sociedad. La figura que tengan al frente de su enseñanza puede ser la clave para disfrutar distintas áreas del conocimiento o aborrecer las materias e incluso aspectos de la vida que tengan que ver con las mismas.
Mi sobrina de dos años identifica alimentos sanos gracias a lo que aprende en la escuela, llevo años trabajando con jóvenes que aman sus carreras cuando han recibido una orientación vocacional adecuada y he visto a otros cambiar el rumbo porque les brindaron ideas erróneas sobre lo mejor para su futuro.
Cuando escuché por primera vez a Eufrosina Cruz Mendoza, lo primero que ella menciona es cómo su vida se transformó gracias al mundo que conoció por su maestro, porque una persona le mostró que el mundo estaba lleno de posibilidades, que podía aprender más de lo que creía, seguir preparándose y así ayudar a que más personas hagan lo mismo.
En la vida es muy común que algunas personas nos digan qué carrera es más conveniente según los ingresos que puede generar, sin embargo, poco se nos enseña de conocer nuestras habilidades de la mano de nuestras pasiones, y curiosamente puede resultar más redituable hacer aquello que te guste, que disfrutes día con día porque es aquello en donde terminas poniendo más atención, eso que comprendes con mayor profundidad.
La educación es clave para mejorar el comportamiento social, sobre todo cuando tienes al frente personas comprometidas, empáticas y que transmiten conocimiento con responsabilidad social, las bases de la escuela son parte de los pilares que ejercen los individuos en sus vínculos sociales. Además, estos pilares se fortalecen también en los vínculos del hogar.
Recién se estrenó en Netflix la película “el último vagón”, un filme que profundiza en el vínculo que un docente puede tener con sus estudiantes. La figura de alguien que imparte conocimiento es fundamental en todas las etapas, no sólo cuando un ser humano está en su periodo temprano de desarrollo, sino también en la adolescencia, en una carrera profesional e incluso en posgrados.
Las y los docentes pueden brindar a sus estudiantes nuevas perspectivas del mundo, despertar inquietudes que ayuden a transformar el entorno, inspirar movimientos sociales que profundicen en un análisis de la realidad, pero sobre todo formar a ciudadanas y ciudadanos analíticos, críticos, que piensen en un bien común y en todo momento aporten al bien de sus espacios y comunidades.
México es un país donde la educación a veces pasa a segundo plano, sin embargo, gubernamentalmente se tiene claro que la Secretaría de Educación es de las más importantes, reciben grandes presupuestos, pero suele manejarse de manera política y no verdaderamente donde se tenga un profundo interés en la transformación, de ahí que las escuelas particulares sigan creciendo y posicionándose pese a la disparidad económica que la población pueda tener.
La educación debe ser en todo momento transformadora, despertar la curiosidad e incitar a la innovación, es el espacio de encuentro entre generaciones y quien esté frente a grupo también debe estar dispuesto a aprender pues sólo mediante la empatía y la observación se pueden adaptar las lecciones para una mejor comprensión y aplicación de las mismas. En algún punto de la vida todas y todos somos pedagogos, así que cuando nos toque compartir una lección hagámoslo con consciencia buscando un mundo mejor.