Las leyes que nos rigen son de carácter obligatorio, realizadas por los legisladores con el fin de permitir o prohibir el comportamiento de los individuos, regulando las conductas humanas y de esta manera, lograr dentro de la sociedad una convivencia armoniosa. Por consiguiente, las normas establecidas las debemos de acatar si deseamos llevar a cabo una vida tranquila en donde exista la paz, el respeto y el orden.
Y, si la ley es la ley, es menester su acatamiento, que todo dirigente debe procurar y hacer respetar, pero, además apoyar a quienes se encargan de resolver los conflictos que se presentan, interpretando y aplicando la norma establecida, para generar la paz social y la seguridad jurídica. Me refiero a los jueces, quienes han sido nombrados como impartidores de la justicia, por conocer las normas con las que fundamentan y motivan sus resoluciones y no a gusto del gobernante, y para el caso de que se encuentre mal interpretada la norma por el juzgador, existen instancias superiores integradas por eruditos en la materia, que no hicieron su carrera en 14 años, y son como juzgadores objetivos, imparciales, responsables, equitativos que señalarán en forma precisa la legalidad del asunto tratado.
Para poder llegar a saber que el respeto a las normas que nos rigen es fundamental para una convivencia sana, digna y apropiada, es preciso que el individuo conozca también del respeto que se debe tener hacia los demás y hacia muchas cosas, pero tal parecer, desde palacio nacional y los mismos legisladores de morena desconocen que es el respeto.
Si en un gobierno que dice que valora la democracia y ella está en el pueblo, el diálogo y el respeto son esenciales, aunque no sean iguales. Pero si el gobernante fomenta la división y el odio, faltas de respeto y ataques hacia gobernados, instituciones y los otros poderes, así como desacatos a la ley y emite órdenes a legisladores antipatriotas y serviles, para violar leyes y aprobar lo que se les mande, sin siquiera saber lo que aprobarán, se trata entonces de personas irrespetuosas que no desean una paz social, sino hacer su voluntad y pasar sobre los demás.
En esta semana que concluye, se llevó a cabo un plantón en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, supuestamente para exigir la renuncia de la presidenta de ese máximo tribunal del país, supuestamente por simpatizantes de López Obrador que se identificaron como integrantes del Frente Nacional Obradorista, y como buenos Morenistas, llevaban pancartas con insultos y señalaban que su petición en contra de la presidenta era “porque ella estaba en contra de la democracia”. Por lo que cabe preguntarnos: Sin tener una idea razonable de la solicitud de la destitución de la presidenta, ¿quién paga el plantón de los obradoristas, comida y estadía?
Ha sido notoria la falta de respeto del presidente hacia personas, instituciones y ahora hasta la SCJN, lo que demuestra además de su nula educación su ignorancia, y así como él llegó a reclamar que: “no me vayan a salir que la ley es la ley”, así le pudiera yo reclamar ahora: No me vaya a salir con que, los obradorístas por el amor que le tienen a usted y por estar convencidos que la presidenta de la corte no sabe de leyes o plagió su tesis no debe estar ahí.
Cada vez es más notoria la aspiración de dictador del presidente, quien con la aprobación de sus legisladores rastreros y antipatriotas, no les importa violar la constitución ni las leyes, y cínicamente siguen engañando al pueblo, como cuando se anuncia que tendremos un servicio de salud como el de Dinamarca y últimamente aseguró el presidente, que mejor que en Dinamarca, demostrando que ni el INSABI pudieron sostener, pero quitaron el Seguro Popular que sí estaba funcionando bastante bien, pero como fue creado por Calderón, era lógica su desaparición, para ahora quedarnos sin juan y sin las gallinas, pero mejor que en Dinamarca.