¿Cuándo comenzó el delirio? El primer registro que se tiene es de mayo del 2019 cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró: “Vamos a tener un sistema de salud como el que tienen en Dinamarca, como el que tienen en Canadá, porque no es un problema de presupuesto, es un problema de corrupción”.
En enero del 2020, cuando arreciaban las protestas contra el recién creado Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI) por mala atención, falta de medicamentos y cobro de hasta 300 mil pesos por intervenciones quirúrgicas (intervenciones que eran gratuitas en el Seguro Popular), dijo para apaciguar las aguas: “El primero de diciembre de este año va a estar funcionando el sistema de salud pública con normalidad, atención médica y medicamentos gratuitos como en Dinamarca”.
En diciembre del 2022, cuando después de dos años de ineficacia e ineficiencia el INSABI fue fusionado muy a la callada con el IMSS-Bienestar; cuando el clamor por el peor desabasto de medicamentos de la historia se acrecentaba y había trascendido nuestras fronteras, Andrés Manuel siguió con su malsana cantaleta: “El año próximo, a más tardar a finales, ya tendremos un sistema de salud pública como el de Dinamarca y puede ser que hasta mejor”.
Y dibujó su fantasía: “Vamos nosotros a garantizar, como en Dinamarca, un sistema de salud para todos. Esto es que todos van a poder llegar, los pacientes, a un centro de salud que va a estar en buen estado, donde van a haber médicos generales todos los días y habrá medicamentos”.
Y apenas el 15 de abril, cuando ya sabía el destino del INSABI, tuvo la desfachatez de decir en Juchitán, Oaxaca: “Se ríen de mí los adversarios opositores, conservadores, corruptos, cuando digo que vamos a dejar un sistema de salud como el de Dinamarca, dicen je je je, se ríen; bueno, no saben que yo soy hombre de palabra y que los compromisos se cumplen. No, ahora lo estoy pensando mejor y no va a ser como el de Dinamarca, va a ser mejor que el de Dinamarca”.
Ese es el verdadero Andrés Manuel, el que utiliza la ocurrencia como forma de engañar incautos bien intencionados y la desvergonzada y cínica falacia como forma de gobernar.
El INSABI ya no existe y dejó en la orfandad a 12 millones de pacientes a los que nunca atendió bien, y que pasaron en forzosa adopción a un saturadísimo IMSS que carga con 71 millones de derechohabientes y añejas carencias.
¿Qué más nos dejó de herencia?
De acuerdo con el diputado Salomón Chertorivsky el INSABI dejó 40 millones de consultas externas sin realizar, también dejó sin realizar 7 y medio millones de consultas de alta especialidad, 1 millón 300 mil mastografías y 1 millón 700 mil Papanicolau. Pero además provocó la muerte de 3 mil niñas y niños por falta de medicamentos contra el cáncer.
Irresponsable, patética e inhumana herencia.
El INSABI era la roca en la que se asentó el sueño danés del presidente, pero murió este martes por orden de él en la Cámara de Diputados. Y murió de inanición y abandono, a pesar de que en 2022 ejerció un presupuesto de 103 mil millones de pesos que se fueron por el hoyo del escusado.
El sueño terminó; México no tendrá un sistema de salud como el de Dinamarca porque los pilares de ese proyecto estaban hechos de retórica ensalivada y nunca hubo algo más allá de eso.
Ignoro lector si Andrés Manuel responda por esto ante la historia. Pero ante quien sí debe hacerlo es en los tribunales porque el INSABI fue un sonoro, costosísimo y criminal fracaso, cuyo único culpable y responsable no es nadie más que el.
La carta
Una carta supuestamente escrita el 17 de este mes de abril por militantes del PRI en Veracruz y dirigida a su líder nacional Alejandro “Alito” Moreno, logró su objetivo; armar revuelo entre la clase política estatal.
En dicho documento 248 presuntos priistas entre los que destacan 5 expresidentes del Comité Directivo Estatal, 35 ex diputados locales y federales, 48 ex alcaldes y 160 militantes tricolores, le piden a Alejandro “acordar las reglas y tiempos de la renovación de la dirigencia”.
Aunque no mencionan a Marlon Ramírez Marín cuyo periodo en la dirigencia estatal termina el próximo 14 de mayo, le hacen ver a Alito Moreno que ya les urge un cambio de estafeta.
“La renovación de la dirigencia estatal marca una oportunidad inmejorable para reagrupar a todas las expresiones territoriales, garantizando un cambio terso que fortalezca al PRI estatal y aporte a la dirigencia nacional la solidez que requiere. La nueva dirigencia del CDE debe asegurar una integración plural y auténticamente representativa en su estructura”, le dicen en una parte de la misiva.
Lo curioso con la carta es que de los 248 supuestos “abajo firmantes” ninguno la firmó. Además, sólo 53 son militantes activos y de ellos nomás 9 están al corriente de sus cuotas partidistas.
Y tan no la firmaron que la gran mayoría se deslindó.
Pero la carta armó tanto barullo que este miércoles los reporteros interrogaron a Marlon Ramírez sobre el tema y dijo textual: “Hay nombres de ciudadanos respetables a quienes la vida interna del PRI les ha sido ajena durante los últimos siete años al menos y que, de igual forma, en el 2021 no se tuvo el acompañamiento de muchos de ellos”.
Sobre los ex dirigentes tricolores que aparecen en el documento indicó: “Me alegra que quienes publican la carta reconozcan la dirigencia de Alejandro Moreno Cárdenas, porque hace unos meses hablaban de que no querían interlocución con su dirigencia, y hoy piden reunirse con él”.
¿Quién está detrás de la misiva? ¿Quién es la mano que mece la cuna?
Por favor lector, si estás pensando en Pepe Yunes descártalo. El peroteño es lo probadamente honesto y decente como para prestarse o auspiciar este tipo de jaladas. Por los demás (aspirantes a la dirigencia estatal o a la gubernatura) no respondo.
Yo insisto en mi tesis. Por el poco tiempo que falta para el cambio de dirigencia (menos de tres semanas) es difícil que al nuevo líder lo elija la militancia como sucedió en 2019.
Es probable que se nombre a un delegado con funciones de dirigente estatal que duraría en el cargo hasta después de las elecciones del 2024. Y éste podría ser el propio Marlon Ramírez Marín o el delegado del tricolor en Veracruz, Pedro Gutiérrez. Aunque el nombramiento de éste lo veo un poco difícil porque es tabasqueño, y los tabasqueños se le indigestan de muy fea manera a los priistas veracruzanos.
Veremos.