“Una muerte honrosa es preferible a una vida vergonzosa.” – Tácito.
Maurice Halbwachs acuñó el término de memoria colectiva en su obra “Les Cadres sociaux de la mémoire” –Los entramados sociales de la memoria-.
En sus estudios habla de la existencia de una memoria individual que está relacionada directamente a la memoria de grupo encontrándose siempre en constantes cambios.
La memoria es siempre social, esto lo indica el hecho de que el recuerdo solo emerge en relación con personas, grupos, lugares o palabras. Así, los marcos sociales de la memoria que determina a partir de estudiar los procesos sociales de memorización colectiva, se componen de combinaciones de imágenes, ideas o conceptos y representaciones.
La memoria colectiva es compartida, transmitida y construida por el grupo o la sociedad. La memoria colectiva está relacionada con fenómenos de opinión pública.
Con base en ello, sorprende la manera como algunos actores políticos reaparecen nuevamente en Veracruz, con la descarada intención de volver a ocupar cargos de elección popular, evidenciando su falta de moral y ética.
Más grave aún se vuelve el observar cómo la sociedad en su conjunto no muestra un rechazo inmediato a personajes que tanto daño le causaron a Veracruz, que por el bien de sus carreras debieran optar por retirarse de una vez y para siempre de la actividad pública, pues sus aportes distan mucho de haber sido de beneficio social y si por el contrario pasaron a formar parte del gravísimo daño causado a la sociedad en su conjunto.
Un caso aberrante de esa –llamémosle- desfachatez política es la que evidencia y demuestra el ex duartista Alberto Silva Ramos “El Cisne”, el íntimo amigo y compinche del ex gobernador Javier Duarte de Ochoa, quien nuevamente reaparece en el escenario político ahora como integrante del Partido Verde Ecologista de México (PVEM).
Ahora está promoviendo la carrera política de Javier Herrera Borunda a quien su sola cercanía le mancha y le desdora ante la sociedad veracruzana. De igual manera, promueve la idea de impulsar la candidatura del senador chiapaneco, Manuel Velasco Coello, a la presidencia de la República.
Acompañado de la hija de la desaparecida Maruchi Bravo Pagola – a la misma que Javier Duarte y su equipo, al que perteneció él, envío a la cárcel por presunto terrorismo en redes sociales- con quien sostiene ahora una relación sentimental, Silva Ramos pretende vender la imagen del impoluto y santo político que retorna a ofrendar su experiencia y trabajo cual gran salvador de la patria chica.
Es verdaderamente ofensivo si quiera pensar que esta clase de personajes pretendan nuevamente engatusar a la sociedad vendiéndole espejitos, queriendo hacerle creer a la opinión pública que están resueltos a reencausar el camino, a no volver a fallarle al pueblo de Veracruz, mucho menos a volver a saquear las arcas públicas, es grave en sí el solo hecho de volver a realizar activismo político, pero más grave el observar que la sociedad veracruzana no cuenta con memoria colectiva, que recuerde, castigue, sancione o vete el desempeño de esta clase de fauna política.
El activismo de un “negro” cisne evidencia esa ausencia de memoria colectiva es el peor de los males de nuestra sociedad.
Al tiempo.
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