Al arranque de su administración, comenté que, dado que Cuitláhuac García Jiménez llegaba sin estar casado al más alto cargo político del estado, en automático se convertía en el soltero más codiciado de la comarca. Todo indica que se irá sin haberle dado a Veracruz una “primera dama”, como se les llamaba en la era priista a las esposas de los gobernadores.
Es explicable, por esa circunstancia, que tanto en actos públicos como privados aparezca solo, pero, ¿y el resto de los integrantes de la administración pública?
Que recuerde, al menos desde que tengo memoria periodística, nunca antes había habido en Veracruz un gobernador soltero. En el caso de Cuitláhuac, siempre he pensado que la ausencia de una pareja, compañera suya, la pudo haber suplido muy bien su señora madre, una respetable y apreciada –lo digo por referencias que tengo de ella a través de amiga suyas, que me lo han asegurado– profesora normalista.
Tal vez por estrategia o por seguridad el gobernador prefirió que la maestra no se involucrara, al menos en forma pública, porque sé que sí apoya actividades del gobierno o de su partido, aunque en forma muy discreta. Pero ha habido ocasiones muy especiales, como durante el mensaje de Navidad o el 10 de mayo, Día de las Madres, en que bien podían haber aparecido juntos.
Buena parte de la sociedad veracruzana es muy conservadora, en el sentido de que observa y mantiene tradiciones, principios y valores, inspirados en su creencia religiosa, y le gusta que sus gobernantes estén unidos en matrimonio y que a través de esa figura proyecten la unidad familiar.
De los gobernadores que traté, que conocí o que conozco, unos más que otros otorgaron un papel relevante a sus esposas, pero ninguno dejó de mostrarse alguna vez con ellas, con excepción de Miguel Ángel Yunes Linares, quien en cambio como secretario general de Gobierno en la administración de Patricio Chirinos prácticamente no hubo un solo día en que no la tuviera cerca trabajando muy cerca de su despacho.
Dos gobernadores con matrimonios ejemplares
Los que más se hicieron acompañar por sus compañeras de vida, desde sus campañas políticas dieron luz; los que más, de acuerdo con mi experiencia, fueron don Fernando Gutiérrez Barrios y el licenciado Miguel Alemán Velasco. Tanto doña Divina Morales de Gutiérrez Barrios como doña Christiane Magnani de Alemán hasta sumaron simpatías a sus esposos, además por la gran sencillez con la que se condujeron en el poder y no obstante el gran poder que tuvieron.
El licenciado Alemán incluso acuñó una frase para la historia, con un doble sentido, con la que hizo su campaña y la fue proclamando a lo largo y ancho de Veracruz: La democracia es pareja. Como dijeran ¿Rosalinda, Marina…?, chingón. Sus mujeres los ayudaban, además, porque los acompañaban en su trabajo, pero no se entrometían en la toma de decisiones ni se sentían ni actuaban como gobernadoras, como sí hubo varias que lo hicieron, hasta con abusos.
Pero, qué cosas. Su comportamiento como buenos y fieles esposos (me refiero a don Fernando y al licenciado Alemán) puso a sudar frío a muchos de sus colaboradores, quienes estaban separados o divorciados de sus esposas, y a algunas hasta las habían maltratado o las maltrataban, de modo que, de pronto, se sintieron desnudos pues no podían presumir ante el jefe que ellos también eran ejemplares en el matrimonio.
Los vi, conocí, supe de muchos casos en que, con una gran hipocresía, entonces les fueron a rogar que siquiera para dar la apariencia regresaran con ellos o aceptaran aparecer en algunos actos públicos a su lado para que los viera el gobernador. De ese tamaño. Los que sabíamos todo, en privado nos reíamos de su hipocresía y de la carita de querubines que ponían para la foto al lado de su media naranja, o de su exmedia naranja.
¿Alguien sabe si los actuales tienen esposas?
Los actuales, ¿alguien sabe si están casados, si tienen esposas? ¿Alguna vez alguien los ha visto acompañados? En la pasada fiesta del 15 de septiembre, en la recepción elitista que hubo en el patio central del Palacio de Gobierno, ninguno se hizo acompañar por su esposa, si es que la tienen. Si el gobernador es soltero, ¿no debiera ser entonces el secretario de Gobierno, Eric Cisneros, quien debiera mostrarse con su esposa para proyectar, desde el gobierno, la unidad familiar que tanto buscan y aprecian los veracruzanos? En ese sentido, la administración cuitlahuista es una versión moderna del Club de Tobi: “No se admiten mujeres”. ¿Gobierno misógino, o machista?
Toda esta larga digresión que he hecho es porque me pregunto si es por eso que el actual presume, cada que puede, que es un gobierno de muchas mujeres, como si con ello quisiera ocultar la nula o poca presencia que les da a las suyas, con las que están emparentados por un lazo matrimonial. Pero presumen mal, en forma equivocada, sin sentido político.
Presumen a magistradas y a diputada como si fueran trofeos, piezas de caza
El mes pasado, con motivo del Día Internacional de la Mujer, como lo viene haciendo cada año el gobierno cuitlahuista colgó de los balcones del Palacio de Gobierno pendones (como los que colgaba Hitler con una suástica en medio) con imágenes de mujeres, lo cual no se hubiera visto mal si se hubiera tratado de integrantes de la administración, pero no, presumían a magistradas y a la propia presidenta de la Cámara de Diputados, que pertenecen a organismos autónomos, a otros poderes, las exhibían como si fueran sus empleadas, ¿cómo un trofeo por su sometimiento al Ejecutivo?
Esos pendones tal vez se hubieran visto bien en lo más alto del edificio principal del Tribunal Superior de Justicia o del Congreso local, pero en el Palacio de Gobierno más bien parecían un trofeo de caza, un trapo para restregárselos a los xalapeños, a los veracruzanos, para que se den cuenta que hacen con ellas lo que quieren, que las tienen para que limpien, les limpien, todo lo sucio de la administración. ¿Alguien se imagina un pendón colgando desde lo más alto del Palacio Nacional con la imagen de la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Lucía Piña, y alguien cree que lo aceptaría? Se moriría de vergüenza, lastimaría su dignidad.
Pero ya no tardan en irse y ya andan en actividad quienes los van a relevar. Después de la actual experiencia, creo que los veracruzanos serán más fijados en quiénes quieren que los gobierne y quién proyecta más la unidad familiar. Hasta ahora, de los que se mueven, lo mismo de Morena que de la oposición, solo uno, el diputado federal Sergio Gutiérrez Luna, se hace acompañar, cada vez que puede, de su joven esposa Diana Karina Barreras Samaniego, así como de sus dos pequeños hijos. Cabe decir de paso que ella es también política profesional, actualmente presidenta del Congreso local de Sonora (Rosa Borunda, la esposa de Fidel Herrera Beltrán es de Chihuahua).
¿De aquí al 2 de junio de 2024, de las elecciones, se llegará con candidatos con parejas, casados o, como dicen, arrejuntados? ¿O con Cuitláhuac se inició la era de los gobernadores y de sus equipos solteros, que no tienen o que esconden a sus mujeres, a sus esposas, a sus parejas, a sus compañeras?