Los embates del presidente López Obrador contra las empresas generadoras de energía eólica, principalmente contra la española Iberdrola, comenzaron en marzo del 2020. De gira por Baja California, hizo una parada en el Parque Eólico de La Rumorosa para criticar la instalación de aerogeneradores (los llamó ventiladores) que abastecen de alumbrado a Mexicali. Y desde ahí lanzó el primer carambazo:
“Nunca más permisos para afectar el medio ambiente, para la contaminación visual. Hay que respetar la naturaleza, esto es patrimonio de la humanidad”.
En una foto subida a sus redes donde aparece señalando los “ventiladores” sobre el escabroso terreno de La Rumorosa escribió: “Aquí se expresa la falta de sensibilidad de los gobernantes. Autorizaron esos ventiladores para producir energía eólica. Miren cómo afecta el paisaje, la imagen natural. ¿Cómo se atrevieron a dar permiso para instalar estos ventiladores? Pueden decir que se genera energía eléctrica. Muy poco. Además, son negocios privados por qué se tiene que subsidiar a estas empresas”.
Y desde entonces…
Ha acusado a Iberdrola de contaminar el medio ambiente. Pero a sus dueños y socios les ha dicho estafadores, ladrones, deshonestos, falsarios, embusteros, tramposos, farsantes, hipócritas, corruptos, intervencionistas, mercenarios y saqueadores. “Creen que México sigue siendo tierra de conquista”.
Atrapados entre trabas burocráticas, políticas y amenazas del SAT, los dueños de Iberdrola se preparaban para entablar un largo y tedioso litigio legal, cuando del cielo les cayó la gloria. El gobierno de México quería comprarles sus 13 centrales eléctricas y ponía sobre la mesa 6 mil millones de dólares.
No necesitaron hacer mucho esfuerzo para saber que un negocio en el que invirtieron 2 mil 800 millones de dólares, estaba por generarles una ganancia de 3 mil 200 millones de billetes verdes. Y antes de que se arrepintiera el presidente o lo alertaran sobre su garrafal metida de pata, se apersonaron en Palacio Nacional para cerrar el trato.
Henchido de orgullo patrio, López Obrador escribió en sus redes dos mentiras: “Es una nueva nacionalización… Con esto resolvemos para el corto y mediano plazo el consumo de energía eléctrica que requiere el país en pleno crecimiento y lo más importante de todo: de esta forma garantizamos que no aumenten los precios de la energía eléctrica de los consumidores”.
No comentaré sobre la “nueva nacionalización” porque sería partirle el corazón, pero en cuanto a lo otro sí.
Tiene años que esas plantas están generando energía eléctrica para la CFE, es decir, no había necesidad de comprarlas y no van a producir ni un solo vatio más. Es como si compras un auto que corre a 200 kilómetros por hora; la compra no hará que aumente ni un centímetro más su velocidad.
Tampoco bajará el precio de la energía eléctrica, por el contrario. La fusión de esa empresa con la CFE, disparará todo porque absorberá los costos de Iberdrola y en consecuencia aumentará el precio de la luz.
Antes de que López Obrador comenzara a satanizar a Iberdrola, la empresa estaba por invertir 70 mil millones de dólares para crear nuevos parques eólicos porque la vida útil de estos es corta, entre 10 y 18 años.
Las 13 plantas que adquirió el gobierno mexicano son movidas por gas y ocho ya cumplieron su ciclo. Sólo cuatro siguen con su vida útil: Baja California que fue inaugurada en 2017; Escobedo en 2018 lo mismo que Topolobampo III, y Topolobampo II que fue inaugurada en 2019. Es decir, dos tercios de lo que vendió Iberdrola es casi chatarra.
La experta en el sector energético Rosanety Barrios, dijo al diario Reforma que la compra de esas centrales representa un “lujo” si se considera que la energía que generan ya es adquirida por la CFE a precios más bajos y sin el costo que representan esas centrales.
Agregó que además del costo de la energía, el gobierno federal tendrá que pagar las centrales y el costo de mantenerlas en operación.
Es un poco lector, como si alquilas una fotocopiadora para tu oficina. Si necesita mantenimiento se lo dará el técnico de la empresa dueña de la fotocopiadora y si falla, el técnico la arreglará sin ningún costo extra para ti. Pero si compras esa máquina su mantenimiento, reparación y operatividad correrán por tu cuenta.
La compra (que no nacionalización) de las 13 plantas de Iberdrola fue un pésimo negocio y lo veremos con el tiempo. Tan es así que circula en redes el comentario de un presunto socio: “Si vamos a seguir haciendo negocios como éste en México, que nos siga mentando la madre el presidente”.
Puedo asegurar que el comentario es fake, pero de que así piensan en Iberdrola eso que ni qué.
Los 70 mil millones que de acuerdo con su CEO, Ignacio Sánchez Galán, invertirían en nuestro país, se irán a Estados Unidos a generar miles de empleos.
¿Qué nos dejó la “nacionalización”? Nada. Pero para el presidente es una estrellita en la frente que lo inmortalizará junto a Juárez, Madero y Cárdenas en el pedestal de la historia. Porque en eso está pensando.
Ya solo falta que vayamos en manada al Zócalo a gritar ¡Iberdrola es nuestra! ¡Viva nuestra soberanía nacional! ¡Viva Andrés Manuel! ¡Viva México, cabrones!
El dogma y el patrioterismo echados por delante.
Caray con el presidente y sus costosísimas jaladas.
La grave herencia de la bursatilización
Si a Las Vegas se va a perder, a la Bolsa de Valores se va a ganar, pero cuando pierdes, pierdes hasta la camisa. Y esto último sucedió hace unos años en Veracruz.
En 2008 cuando las arcas estatales estaban exhaustas y no había dinero para concluir obras, pagar a proveedores e incluso para el gasto corriente (pero eso sí, lo que sobraban eran nuevos millonarios), a Fidel Herrera y a su secretario de Finanzas, Javier Duarte, se les ocurrió la idea de bursatilizar al estado.
Entre ambos se dieron a la tarea de chorear a los alcaldes para que sus municipios entraran a la bursatilización al conque de que obtendrían dinero casi al instante para concluir obras, crear empleos y otras maravillas. Más de la mitad de los 212 ediles mordieron en anzuelo e hipotecaron a sus municipios hasta llevarlos a la quiebra.
Quince años después, gran parte de esos municipios siguen padeciendo con los intereses que deben pagar y que son cada vez más elevados. Si en 2008 recibieron 1,200 millones de pesos, en la actualidad deben solventar 1,443 millones y esto no los deja respirar.
El diario La Jornada Veracruz que dirige Tulio Moreno, publicó ayer domingo en su edición impresa y como nota principal, las palabras del secretario de Finanzas, José Luis Lima Franco sobre este tema.
Después de reconocer que solventar esa deuda es uno de sus “pendientes”, Lima Franco dijo que el gobierno de Veracruz propuso contratar un crédito bancario para liquidar a los tenedores de los certificados bursátiles, toda vez que la deuda se paga en dólares y cada año, en lugar de bajar, sube.
Confirmó que siguen revisando la forma de apoyar a los ayuntamientos para reducir el pasivo, sin embargo, por cuestiones administrativas el proceso se ha atrasado, aunque destacó que no pasará de este 2023. “Vamos a volver a platicar con los municipios y a ver si podemos reconstruir la restructura de la bursatilización, pero es un tema que ya este año debe quedar”.
Hasta hoy las promesas que ha hecho el joven funcionario para resolver los enormes pasivos que le dejaron, las ha cumplido. Por lo que nadie duda que hará lo mismo con el grave problema de la bursatilización que en serio, lector, dejó a los municipios en la vil inopia.
Por el bien de estos municipios, que así sea.