En tiempos pretéritos, pero muy pretéritos, cuando un sujeto bien vestido soltaba algún comentario soez o una barbajanada en público le decían: “Lástima de ropita”. Con los años la frase se la endilgaron a toda persona mal hablada sin importar su sexo o vestimenta y terminó por extenderse a los serviles. “Qué lambiscón es, lástima de ropita”.
Conocí a Ernesto Pérez Astorga como suplente del Senador Ricardo Ahued (su amigo de toda la vida) por quien incursionó en la política. Si algo distingue a don Ernesto es su decencia, educación y buenos modales. Es un caballero en toda la extensión de la palabra y sus amigos lo tienen como un hombre sensato y ecuánime.
Su lealtad a su amigo Ricardo Ahued quedó plasmada en un comentario que me hizo. “Cuando lo sustituí en el Senado y tomé posesión de su oficina le dije: ‘No he movido nada de tu escritorio por si llegas a regresar’”. Y como fue.
Ricardo renunció a la dirección de Aduanas y regresó al Senado, mientras que Pérez Astorga se fue a su casa. Pero cuando Ahued fue elegido candidato y luego alcalde de Xalapa, Ernesto retornó a la Cámara Alta.
Si en sus primeros 11 meses como Senador sustituto su trabajo no tuvo mácula, en su segunda vuelta… híjole.
Algo le pasó en el camino a este hombre sensato y ecuánime.
Si en un principio sus comentarios sobre el desastroso trabajo del gobernador Cuitláhuac García bordeaban los cánones de la diplomacia, ahora se ha convertido en un férreo defensor de sus dislates y abusos de poder.
Cuitláhuac ha sido señalado de auspiciar el nepotismo y la corrupción de sus cuates que no se han andado con remilgos a la hora de meterle la mano al cajón del erario. Pero además ha sido acusado de intolerante, falaz y represor. Y pruebas sobran.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos tiene documentados casos del gobernador y su Fiscal Verónica Hernández Giandáns, como presuntos violadores de los derechos humanos.
Por rechazar dos recomendaciones, están emplazados a testificar en la Cámara de Senadores a lo que se han opuesto los legisladores de Morena. Pero Ernesto Pérez Astorga fue más allá al manifestar: “Me voy a reservar mis argumentos, daré mi posicionamiento en tribuna y no me voy a prestar a politiquerías ni a hacerle el caldo gordo a la oposición. Lo que sí les digo es que es un acuerdo inconstitucional impulsado por un grupo político y es un tema de grilla política barata”.
Cuando a un Senador de la República la violación de los derechos humanos le parece un tema de “grilla política barata” estamos fritos.
O Pérez Astorga ignora o no quiere ver que hay cientos de veracruzanos detenidos sin órdenes de aprehensión, a los que les inventaron delitos y han sufrido tortura. Es decir, personas a las que les violaron sus derechos humanos más elementales.
¿Le parece grilla política barata la detención arbitraria de José Manuel del Río Virgen imputado por un asesinato en el que nada tuvo que ver, y la condena a 60 años de prisión de la joven Yuli Raquel acusada también de asesinato y a la que le arrancaron su confesión después de violarla y torturarla?
Ambas detenciones fueron justificadas en su momento por el gobernador y su Fiscal. ¿Acaso no lo sabía don Ernesto?
Cuando agrega que el acuerdo a que comparezcan es “inconstitucional”, no hace más que el ridículo y presumir su ignorancia.
El artículo 46 de la CNDH dice que cuando sus recomendaciones no sean aceptadas o cumplidas, la autoridad o servidor público deberá fundar y hacer pública su negativa, “y atender los llamados de la Cámara de Senadores o de la Comisión Permanente a comparecer ante dichos órganos legislativos, a efecto de que expliquen el motivo de su negativa… si persiste la negativa, la CNDH podrá denunciar ante el Ministerio Público o la autoridad administrativa que corresponda a los servidores públicos señalados en la recomendación como responsables”.
¿Qué gana don Ernesto defendiendo de manera tan indigna a un represor y violador de los derechos humanos? ¿Que lo tome en cuenta para el 2024? Si es así, qué camino tan torcido y humillante está tomando.
Vaya servilismo el suyo y vaya bofetada la que le acomodó a los veracruzanos.
Quién lo dijera de este caballero.
Lástima de ropita, señor Senador… Lástima de ropita.