Para la toma de decisiones sobre quiénes serán los candidatos en la disputa por la gubernatura, todos los factores de poder cuentan.
Las opiniones de influyentes líderes de opinión, los números de las encuestas -con todo y que estén cuchareadas-, la opinión de los líderes locales y regionales y la clase política en su conjunto.
También se considera el sentir ciudadano y la manifestación partidaria que se mueve y va marcando la diferencia.
Inclina la balanza además el estatus político, el social y económico, así como la seguridad pública que vive Veracruz.
Sin embargo, para Morena, la decisión del centro será fundamental ya que, como en el viejo PRI, la hoja del árbol no se mueve sin la decisión de quien, vía dedazo, marcará ruta y el destino acorde a conveniencias e intereses.
Lo que está en juego es la sucesión gubernamental. Es la disputa por una de las plazas electorales más importantes del país, la cuarta reserva electoral, la que aporta a la causa nacional más de dos millones de votos.
Veracruz será pues, el punto de quiebre.
Por estos días de cónclaves, de reuniones en lo oscurito, de sondeos y opiniones de quienes abonan a la decisión final, queda claro que los caminos ya están definidos.
Para Morena en Veracruz lo más importante es borrar la huella del pasado, de su propio pasado que inició en el 2018 con el gobierno estatal perdió el rumbo y que, si bien resultó una buena alcancía para Palacio Nacional, hoy transita en una lucha intestina que los tiene totalmente divididos.
Por lo pronto para Cuitláhuac García, luego del desastre que hereda, no habrá derecho ni de voto ni de veto.
Poco aprendió del centro cuando se le llamaba -y aconsejaba- hilar fino, no pelear, no ser tosco en sus expresiones y preferencias y, lo más importante, sumar para la causa Morena sin violentar la ley.
No hizo caso.
Su torpeza y ausencia de sensibilidad lo llevó a pelear y ofender al Poder Legislativo Federal tras mandar al carajo a Monreal; encarceló a sus enemigos políticos, locales y nacionales y poco caso hizo en favor del respeto a los derechos humanos.
Asimismo, se echó un alacrán al pecho, al llamado por su grupo “mequetrefe”, Sergio Gutiérrez Luna.
Y desde hace un par de años, de manera por demás inopinada, empezó a gastar millones de pesos del presupuesto en propaganda en favor de Claudia Sheimbaun.
Fueron memorables y ostentosos los gastos y banquetes cada vez que la esmirriada dama nos hacía el honor de visitarnos.
Su desboque llegó a tal grado, que se auto destapó como próximo dirigente nacional de Morena. “Tengo futuro para pensar en jubilarme”, declaró el mandatario en algún momento de euforia.
Los tiempos y las circunstancias, sin embargo, cambiarían.
De la noche a la mañana López Obrador encaminó a su Secretario de Gobernación y “corcholata” al proceso presidencial 2024-2030.
A la par, Cuitláhuac no se fijó, o más bien no quiso fijarse, que atrás de Adán Augusto López estaba “gutierritos”, un veracruzano rarito, chistoso, que lo mismo se sube a un elefante que sin recato se pone a bailar de manera deshilvanada y horrible.
Sergio Gutiérrez Luna, que tiene de veracruzano lo que López Obrador de lo mismo, de la noche a la mañana aparece en el escenario sucesorio jugando con Marcelo Ebrard, pero ya encarrerado el gato cambia y se abraza a la corcholata tabasqueña.
Lo lleva repetidamente al sur de la entidad donde se concentra mayor número de votantes, por encima del corredor Veracruz-Boca del Río-Alvarado, y se amarra.
Habrá que recordar al Cuitláhuac diputado federal cuando en el 2018 entra en la puja con Rocío Nahle por la candidatura a la gubernatura y hace un pacto de sangre con la zacatecana comprometiéndose a prepararle el camino para el 2024.
No consideró que en política los pactos ni son de sangre y mucho menos eternos.
Hace unos días el escenario se empezó a definir en favor de Adán Augusto López en medio del desgaste de Sheimbaun, quien no acabo de crecer, de la erosión y apartamiento de Ebrard quien ya pintó su raya, y de un Ricardo Monreal, quien no pudo entrar en el ánimo presidencial.
¿Y Cuitláhuac?
Cual ratón de casa, no fue incluido en nada y sí, caro tendrá que pagar las groserías y desplantes a Adán Augusto y a Gutiérrez Luna a quien calificó, vía el Bola #8, de “mequetrefe, ambicioso, vulgar y payaso”.
Mientras en la contraparte, en la alianza “Va por Veracruz”, filial de “Va por México”, los caminos coinciden, los compromisos se consolidan y bajo el principio de unidad queda claro por donde se habrá de transitar.
Pepe Yunes, quien sostiene que “Primero el programa, luego el hombre”, va a la cabeza…
Mañana continuamos.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo