Desde su fundación el 11 de septiembre de 1944, la Universidad Veracruzana caminó sin sobresaltos económicos pues siempre contó con el apoyo gubernamental. “Ay de aquel que toque el subsidio para la UV, ese dinero es sagrado”, decía don Adolfo Ruiz Cortines siendo gobernador de la entidad. Pero en 2013 Javier Duarte mandó al diablo la consigna y le cerró la llave.
Tras aguantar más de dos años sin subsidio, en febrero del 2016 la rectora Sara Ladrón de Guevara interpuso dos denuncias contra el gobierno de Duarte por no cubrir el pago de 2 mil 76 millones de pesos desde 2013. Pero Javier contraatacó mediante su secretario de Gobierno, Flavino Ríos Alvarado, que en una carta abierta señaló que era la UV la que tenía un adeudo con el gobierno estatal y no al revés.
“…el subsidio adicional que el gobierno del estado ha efectuado al Instituto de Pensiones del Estado por pago de jubilaciones a 2 mil 958 trabajadores universitarios pensionados, que la UV no alcanza a cubrir con sus cuotas y aportaciones, ha implicado erogar 3 mil 481 millones 767 mil 917 de pesos para esta administración. Es decir, existe una diferencia en favor del gobierno de Veracruz de 3 mil 33 millones, 953 mil 933 pesos 98 centavos, frente al monto reclamado”, decía la carta.
Doña Sara dijo que eso era falso ya que desde 2004 el Congreso local reformó la ley mediante la cual exentó a la UV del pago de ese impuesto.
Pero para cerrar la pinza, el entonces secretario de Finanzas, Antonio Gómez Pelegrin advirtió a la rectora que el gobierno del estado podía requerirla fiscalmente por la supuesta deuda, mediante un expediente de ejecución fiscal.
Es decir, “ni te pago ni te voy a pagar y aguas porque te puedo mandar a encerrar”.
Total que en el estira y afloja se fue el 2016. El 12 de octubre Javier Duarte presentó su renuncia al Congreso y nunca pagó a la UV.
Su sucesor Miguel Ángel Yunes Linares, primer gobernador egresado de esa casa de estudios, hizo como que la apoyaba pero no la apoyó. Lo que dio a su alma mater fueron abonitos para paliar sus necesidades más apremiantes (aunque no todas) y nada más.
Pero como bien reza el adagio, no hay mal que dure cien años.
El pasado lunes el titular de Finanzas, José Luis Lima Franco, anunció la entrega de 250 millones de pesos como recurso extra para la UV, recurso que jamás había otorgado gobierno alguno.
Son 143 millones destinados a la Educación Superior de Excelencia; 13 millones para Grupos Vulnerables y 94 millones de pesos para el fortalecimiento de la investigación.
En conferencia de prensa, el funcionario agregó que la actual administración ha sido la única que se abocó a pagar la deuda que la UV tenía con el Servicio de Administración Tributaria (SAT).
Dijo que en 2020 la UV ejerció 7 mil 579 millones de pesos de los cuales, 2 mil 832 fueron subsidio federal y 4 mil 747 millones fueron subsidio estatal. En esta última cifra se incluyeron 1,685 millones de pesos por concepto del ISR (Impuesto Sobre la Renta) que no pagó Javier Duarte.
Si se toma como base que la actual administración recibió las arcas secas, el esfuerzo que ha hecho por saldar esa deuda es más que loable.
Tras manifestar que desde 2019 se ha brindado apoyo a nuestra máxima casa de estudios, el titular de Finanzas dijo más. “Para este 2023 la UV va a estar ejerciendo más de 3 mil millones de pesos”. Un dinero que ni por asomo se lo dieron administraciones anteriores.
Lima Franco fue muy puntual al señalar que existe un acuerdo entre el gobierno estatal con la UV para apoyarla con los recursos que necesite. Y los apoyos hablan por sí solos porque ya no se le debe nada a la UV, con lo que se desmiente la versión de que la actual administración la tiene en el abandono.
La noticia no es menor lector y es otro diez de calificación al trabajo realizado por José Luis Lima Franco al frente de las finanzas estatales.
Ahora lo que falta es que esos recursos sean bien empleados por los responsables de la UV, porque hasta hoy nadie ha visto claro con ellos. Cosa difícil cuando se han distinguido por su mediocridad, opacidad y grisura.